Eutanasia

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Eutanasia: ¿buena muerte o monstruosidad?

Los partidos debaten acerca de una iniciativa de dificultoso abordaje que ya está alterando los ánimos
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13 de mayo de 2022 a las 14:42

Eutanasia, palabra que, según su raíz griega, significa “buen morir”, buen morir al que todo ser humano aspira alcanzar cuando le llegue la hora. Pero, más allá de la etimología, eutanasia también es una práctica médica por la cual, intencionalmente, se le causa la muerte a una persona que padece una enfermedad incurable y sufre insoportables dolores físicos. Y, aún más allá de esa definición, la palabra genera empatías y espantos a lo largo y ancho de las sociedades y de sus sistemas políticos.

Y las está generando en Uruguay donde el debate se instaló tras un proyecto presentado por el diputado colorado Ope Pasquet que en su primer y medular artículo establece que “está exento de responsabilidad el médico que, actuando de conformidad con las disposiciones de la presente ley y a solicitud expresa de una persona mayor de edad, psíquicamente apta, enferma de una patología terminal, irreversible e incurable o afligida por sufrimientos insoportables, le da muerte o la ayuda a darse muerte”.

El proyecto cuenta con el respaldo de legisladores de casi todos los partidos –hay una propuesta similar del Frente Amplio- y los argumentos son coincidentes: la eutanasia es un hecho ya consumado y se la aplica a pacientes terminales por medio de los denominados “cócteles” que sedan y al mismo tiempo deprimen el sistema respiratorio; además, las personas tienen derecho a decidir su propia muerte si, por caso, están en una situación que representa una carga para él y para su familia. En definitiva, dicen que la eutanasia es un acto piadoso que no se le puede negar a nadie.

En esa línea, el expresidente Julio Sanguinetti resumió su postura en una entrevista con VTV: “Todos hemos vivido en nuestras familias muchas situaciones de estas y hemos tenido a veces que resolver. Y vamos ahora a la hipocresía. ¿Cuántos años hace que usted oye hablar del cóctel? De hecho, hay una eutanasia y todos la aceptamos. Vuelvo a decir: no se le impone a nadie, solo aquel que la desea”.    

 “Creo en la libertad y creo que nadie tiene derecho a imponerle al otro su moral. Es como el tema del divorcio. Usted es católico, por ejemplo. ¿No cree en el divorcio? Fantástico, nadie le impone el divorcio. Pero si yo necesito divorciarme, ¿Por qué no?”, agregó el líder del sector Batllistas.

Los argumentos parecen inapelables, pero hay límites imprecisos. Por ejemplo, en esa categoría de persona “afligida por sufrimientos insoportables” ¿pueden considerarse los padecimientos psicológicos? Y si esa persona, deprimida hasta el extremo de no querer vivir más y luego de haber sido atendida por un profesional, insiste en querer morirse ¿se le puede aplicar la eutanasia? ¿cuál es el límite de esos “sufrimientos insoportables” en un país donde el suicidio es epidemia?

En una entrevista con El Observador, el filósofo Theo Boer, quien trabajó diez años revisando casos de eutanasia en Holanda, dijo que aunque está de acuerdo en aplicarla cuando  el tiempo de vivir se cuenta en pocos días, hay casos que lo han hecho matizar sus ideas.

“Hay una expansión de las indicaciones de dolencias terminales a enfermedades crónicas y a patologías psiquiátricas. Se ha ido modificando la definición de sufrimiento. Como las náuseas, el dolor físico, la asfixia ahora que se pueden tratar, la definición de sufrimiento insoportable pasó a soledad, falta de sentido en la vida…”, dijo Boer.

A diferencia de la moderada opinión de este filósofo, el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos se lanzó con violencia verbal contra los defensores de la eutanasia a la que consideró “una verdadera monstruosidad” y consideró que los legisladores que voten por ella serán “cómplices de una de las cosas más inmorales”.

Quienes decidirán si la eutanasia será legal no son, mayormente, monstruos con vocación de suicidas, ni liberticidas con veleidades morales, y no es bueno que así sean tratados.

 

Pero Manini dijo más. Dijo que, como exdirector del Hospital Militar sabe “muy bien” los costos de los cuidados paliativos y advirtió que lo que está en juego “es plata”. “Es tan bajo como eso”, sostuvo según consignó El País.

El sacerdote Juan Andrés “Gordo” Verde había manifestado en el programa Santo y Seña una preocupación similar a la de Manini. “Acá lo que hay es un tema de guita. Porque sale muy caro mantener una vida y una vida que, de pronto, para la sociedad no vale (…) Los más perjudicados van a ser los más pobres, porque todos los que tienen plata van a poder pagar muy bien todos los cuidados y poder irse como se tienen que ir, con dignidad”, afirmó el religioso.

Como argumentos también se esgrimen la defensa del juramento Hipocrático, y el mandato de “no matarás” de la cultura judeo cristiana. Y la vida entendida como un bien intocable que, consideran los opositores a la eutanasia, está por encima de libertades o padecimientos. Pero, ¿quién sabe cómo reaccionará verdaderamente si sabe que el final está cerca?

Una vez le preguntaron a Borges qué haría si le quedaran cinco minutos de vida: “Trataría de olvidarme de todo mi pasado, olvidarme de mí mismo y observar cómo es el principio de la muerte, cómo la muerte se va a apoderando de la vida hasta aniquilarla. Posiblemente, mi experimento resultaría tan vano como cuando, de niño, quería ver el momento en que uno pasa de la vigilia al sueño; siempre que estaba a punto de asistir al milagro, me quedaba dormido”.

Por estos días los políticos uruguayos debaten sobre qué hacer cuando el recorrido hasta el final de la vida se puede contar en escasos minutos o cuando ese trasiego resulta demasiado terrible. Quienes decidirán si la eutanasia será legal no son, mayormente, monstruos con vocación de suicidas, ni liberticidas con veleidades morales, y no es bueno que así sean tratados.

Son humanos enfrentando la certeza de que se van a morir, que desconocen cómo será ese trance y que, acaso, guardan la esperanza de que cuando llegue el momento, y a diferencia del sueño de Borges, puedan asistir al  milagro de ver qué hay del otro lado.

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