Juan Samuelle

Fuerte caída en el stock ganadero, con un rebote en el horizonte

La ganadería uruguaya explora un nuevo equilibrio virtuoso, con menos población que antes pero más producción y más estable

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16 de julio de 2022 a las 05:00

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Luego de 18 meses de precios y extracciones excepcionales, el stock ganadero tendrá una caída fuerte en 2022. Pero tras ese descenso vendrá la estabilización. El ajuste en la faena y el crecimiento de la producción de terneros irán conformando esa nueva estabilidad.

Aún antes de recibir plenamente las señales de precios que merece y seguramente recibirá en 2023, la cría vacuna está atravesando cambios productivos importantes y la eficiencia reproductiva parece empezar un camino ascendente.

Mientras en el 2020 se preñaron 76% de las vacas entoradas, en 2021 lo hicieron 78% y en 2022 80%, con base eso en el relevamiento que se realiza anualmente en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) Treinta y Tres, bajo la dirección de Graciela Quintans abarcando una red de veterinarios de todo el país.

A la vez, por el lado de la extracción, luego de 14 meses con una faena mensual superior a 200 mil vacunos, en julio se concretará un descenso fuerte que la ubicará probablemente por debajo de 150 mil.

 

El stock vacuno

11,9 millones de vacunos fueron contabilizados en 2021, con un leve aumento tras los 11,8 millones de 2020. En los últimos años no se dieron cambios bruscos: hubo 11,4 millones en 2019 y en 2018; 11,7 millones en 2017; y 11,9 millones en 2016 y en 2015. Superar los 12 millones sigue pendiente.

 

El dato de preñez indica que Uruguay tendrá una producción de tres millones de terneros en el otoño de 2023. Y lo que es más importante, que esa producción puede consolidarse como una nueva normalidad o incluso un piso. Porque el buen resultado de la cría surge a pesar de  que el verano pasado no fue especialmente favorable para la actividad reproductiva. La dura sequía del vértice norte bien se puede haber llevado unos 200 mil a 300 mil terneros.

Eso lleva a pensar que el potencial de producción de terneros en un año de lluvias normales puede ser más alto que nunca, con las mismas vacas de cría de los últimos años.

La ganadería uruguaya no crece en superficie ocupada, que baja levemente por la expansión de la agricultura y la forestación. Ni crece en cantidad de animales, que por el contrario tendrá un descenso importante de 300 a 400 mil cabezas cuando se conozcan los datos de población al 1º de julio. Pero atraviesa una revolución productiva inédita de aumento en la ganancia de peso de los animales por un uso creciente de granos y mejoramientos forrajeros, que lleva a que con menos se produzca más.

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La escalera de los terneros, de menos de dos a más de tres millones

En los lejanos tiempos de la ganadería cerrada, sin exportación en pie, la producción de terneros iba en caída. Irónicamente para que la producción de terneros crezca hay que dejarlos salir. Hasta mediados de los años 90 Uruguay solo ocasionalmente producía dos millones de terneros. Y cuando había problemas climáticos o financieros la producción se derrumbaba. Uruguay produjo 1,5 millones de terneros en 1983 y 1984 con una ganadería vapuleada por la crisis económica y la producción se derrumbó a 1,16 millones de terneros en 1990 tras la sequía de 1988/89.

La apertura de la exportación en pie y la perspectiva de quedar libre de fiebre aftosa llevaron a un primer cambio. De 1992 en adelante la producción tuvo un piso en 2 millones de terneros, que se elevó a 2,5 millones de terneros de 2003 en adelante con la seguridad que otorgaba ser libres de fiebre aftosa con vacunación y lograr el acceso a los mercados de Estados Unidos y Canadá primero y Japón después.

Con la excepción de 2010, cuando la combinación de una sequía y la incertidumbre generada por la crisis derivada del colapso de Lehman Brothers llevó a una baja de la producción a 2,3 millones, la producción se estabilizó entre 2,6 y 2,7 millones.

Eso daba una primera seguridad a la industria frigorífica para contar con materia prima. Pero era una seguridad parcial, porque los precios internos eran más bajos que en el presente y los terneros muchas veces partían rumbo a Medio Oriente en barcos, lo que mantenía un cierto nivel de incertidumbre sobre la disponibilidad de materia prima. Todo eso fue cambiando con la irrupción de China como comprador masivo de las carnes uruguayas.

La confianza creciente en la ganadería se tradujo en un aumento de vientres que pasaron de 3,5 millones en el 2000 a 3,9 millones en 2010 y a unos 4,3 millones en el presente.

Pero los muy altos precios conllevan una limitación al crecimiento. El interés por entorar y producir valiosos terneros que se venderán 15 meses después entra en conflicto con el interés por facturar en el corto plazo vendiendo la vaca.

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La faena de vacas y vaquillonas ha crecido a una velocidad importante y el stock de vientres no crece, más bien va en un leve declive. Tras llegar a un máximo en 4,35 millones en 2020, el stock entorado cayó a 4,3 millones en 2021 y es posible que continúe su descenso a 4,25 millones en 2022.

Si esa fuera la cantidad de vacas entoradas y el 80% de vacas preñadas redundara en 70% de terneros destetados (históricamente la diferencia entre el dato total de terneros producidos y el del relevamiento se ubica cerca de 10%), daría una producción muy cercana a tres millones de terneros destetados el próximo otoño.

Hasta ahora Uruguay solo ha superado los tres millones de terneros destetados en 2020, luego de un año Niño.

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Dado que el entore ocurre en verano y que la mayor parte de los rodeos de cría están en los suelos menos productivos en volumen de forraje y vulnerables al faltante de lluvias por ser superficiales, la producción de terneros depende estrictamente de las lluvias de primavera y verano.

Eso da más relevancia al dato de preñez de este año ya que hasta el 15 de enero, la primera mitad del entore, fue con sequía y muy altas temperaturas.

En los dos últimos dos años la faena de vacas ha pasado de un millón por año a 1,37 millones en el cierre de los 12 meses a fin de julio. Ese aumento tiene que ver también con un fuerte aumento en la faena de vaquillonas, asociada a la fuerte expansión de los corrales. Este segmento que no llegaba a 200 mil animales faenados por año en 2015 está actualmente por encima de 350 mil por año.

La compensación es un entore más temprano que permite mantener un stock relativamente estable o en leve baja.

¿Puede el aumento en la eficiencia reproductiva compensar este leve declive en la cantidad de vientres  y generar un proceso de crecimiento fuerte en la producción de terneros en lo que resta de esta década? Esa es la carrera que empieza y que lleva ahora tres años subiendo escalón por escalón.

Juan Samuelle
Cae el stock, pero se avizora un rebote.

Equilibrio virtuoso

Los tres millones de terneros de base permiten sostener una faena de 2,7 millones de vacunos faenados por año, con un rodeo que será probablemente estructuralmente más chico y con una presencia proporcionalmente cada vez mayor de las categorías de cría, que tal vez se estabilicen si como se espera las relaciones de precios pasan a premiar cada vez más a la cría valorizando los terneros y las vacas preñadas.

Con una producción creciente de terneros y una faena estabilizada en torno a los niveles de los últimos 12 meses, la ganadería explora un nuevo equilibrio virtuoso, con menos población que antes pero más producción y más estable.

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