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Galeano visto por los otros

El fallecido autor generó diferentes visiones críticas en el ámbito cultural; aquí van algunas posturas sobre su obra
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14 de abril de 2015 a las 19:43

Creador de éxitos de taquilla, escritor comprometido, gran orador, autor simplista y poco profundo, experto en eslóganes fáciles, intelectual que le dio voz a quienes no la tenían, defensor de causas políticamente incorrectas, pope y guionista del pensamiento de izquierda, arrepentido e hipócrita. Todas esas frases se refieren a la misma persona: Eduardo Galeano, el escritor uruguayo más vendido a nivel internacional, quien falleció el lunes.

Galeano tuvo la incondicionalidad de los lectores de muchos países, pero entre sus colegas y en el ámbito intelectual uruguayo su figura, innegable, tiene algunas resistencias y visiones críticas.

Estos cuestionamientos llegan a veces desde las banderías políticas e ideológicas. Otras veces, son sus colegas quienes no consideran que su obra tenga una trascendencia profunda. Celos y egos aparte en la comunidad literaria, El Observador consultó a algunos nombres representativos de la cultura para que vertieran sus apreciaciones sobre Galeano.

Para el escritor Álvaro Ojeda, Galeano era un individuo que encontró “un sistema para divulgarse como una forma de opinión, simétrica y opuesta a un opinión postcapitalista, new age”. “Galeano partía de la máxima de que el mundo está mal hecho y hay una entidad que nos ha dividido, lo que es más que discutible. Me parace que lo mejor que tiene es su capacidad para divulgar”, agregó Ojeda.

“Galeano fue un periodista fabuloso y un gran difusor de ideas. Pero como artista no me interesa. Tenía el don de decir la frase oportuna, de las que a la gente le quedan en la cabeza”, dijo por su parte el escritor Felipe Polleri. Si bien considera que Las venas abiertas de América Latina es una obra unpoco “simplista”, en su opinión Galeano nunca pudo superar este libro.

Para el escritor Daniel Mella, de una generación más joven que Ojeda y Polleri, Galeano era un escritor “para escuchar hablar”: “Era un terrible contador de historias, carismático, ameno, con mucho corazón”.

Y agregó: “Me gustó leerlo de adolescente. Después no me interesó en absoluto. Nunca me pareció un gran escritor, pero sí creo que es el último intelectual uruguayo al que quisiera escuchar diciendo algo. Que haya llegado a ese lugar me parece un mérito. Se ganó un lugar que respeto. Ya no hay nadie que por su trabajo y obra, se le pregunten cosas. Mal o bien, poco o nada, lo leímos y algo nos quedó”, dijo Mella.

Por su parte, el filósofo Pablo Da Silveira escribió acerca de la obra de Galeano algunas reflexiones críticas sobre la visión del mundo y justicia social que este denunció en muchos de sus libros.

“La mayor parte de los pueblos que han habitado este planeta vivieron en la escasez material y sometidos a la ley del más fuerte. Solamente algunos alcanzaron niveles de bienestar que están muy por encima de los usuales y solamente algunos consiguieron sustituir el principio de la fuerza por el de la legitimidad”, escribió Da Silveira.

“La pregunta interesante es qué tiene que ocurrir para que tal cosa sea posible. Y, ciertamente, la respuesta no consiste en decir que ciertos pueblos alcanzan la abundancia y la legitimidad institucional porque oprimen y explotan a otros. Desde que el mundo es mundo ha habido pueblos opresores y explotadores, pero la mayor parte de ellos tuvieron desempeños penosos tanto en materia de bienestar como de libertad interna”, agregó.

El economista Ramón Díaz también se refirió al estilo de Galeano en Historia económica del Uruguay en 2003: “Galeano es un escritor distinguido, dueño de una pluma ágil y expresiva, y de un certero olfato para orientar su temática, como su éxito editorial terminantemente lo prueba”. Luego Díaz rechaza de plano un argumento sobre la supuesta explotación de los ingleses del mercado de ponchos en Tucumán y Santiago del Estero a principios del siglo XIX y trata al autor de “ridículo”.

El profesor Aldo Mazzuchelli indicó que “pese a no compartir nada de su obra, hay que reconocerle no haberse vendido nunca al poder y haber llegado a hacer una autocrítica valiente”.

Con un irrebatible éxito de ventas a nivel local e internacional y con un prestigio tan extendido como puesto aprueba, el divorcio entre la obra de Galeano, la academia y el aprecio de colegas e intelectuales es un hecho tangible. Grandiosas y talentosas o maniqueas e ingenuas, sus palabras y sus ideas seguirán vivas en sus libros. El cuerpo se fue. La obra queda. ¿La calidad? A gusto de quien lea.

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