Diego Battiste

Gambito de Raffo: la estrategia outsider/insider

Su decisión es acertada si llega a la política para quedarse

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20 de noviembre de 2020 a las 21:54

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Hace más de una década, el actual presidente Luis Lacalle Pou se acercó a Laura Raffo para intentar seducirla para que ingresara a la política. Lacalle Pou comenzaba a correr la carrera presidencial y se había presentado como candidato en las internas nacionalistas. Raffo rechazó el pedido y re río, con la confianza que le daba y le da hoy en día conocer a la generación y al círculo político del actual presidente desde que había nacido. Alvaro Delgado, actual secretario de la Presidencia, fue secretario del padre de Laura, Juan Carlos Raffo, y la mayoría de los actuales cuadros de responsabilidad del gobierno pasaron por la casa de la excandidata a intendenta durante su niñez y adolescencia.

Lacalle Pou se encarga de reprocharle su negativa hasta el día de hoy, en tono de broma, aunque ese no se transformó en un sí cuando este año le ofreció a la economista la candidatura a la intendencia capitalina. Con 30 años de gobiernos frentistas a cuestas la propuesta era un fierro caliente, aunque esta vez un poco más accesible luego del triunfo de los blancos en el gobierno nacional y debido a divisiones internas en el Frente Amplio que se tradujeron en algunos chisporroteos entre los candidatos a intendente de Montevideo.

Raffo dudó, sobre todo por temor al fracaso, al ridículo, a todo lo que se le tiene temor cuando se ha desarrollado una carrera exitosa y reconocida en el ámbito privado y con exposición pública, en su caso, como columnista de televisión. Pero el “bichito político” lo había heredado ella en su familia y era hora de reconocer que lo llevaba en su ADN. En cuanto aceptó el desafío y comenzó a recorrer la ciudad, confirmó que era un lugar al que había llegado para quedarse. O, al menos, quería trabajar para quedarse.

La economista perdió pero luego de una campaña vertiginosa en la que impuso un estilo y una personalidad claras, algo complejo de lograr en cualquier momento pero mucho más en medio de una pandemia y con una coalición por detrás que efectivamente la apoyó pero que era y es siempre un riesgo. Perdió pero con un 40% de los montevideanos que decidieron votarla, una cifra relativamente buena luego de años de resultados deficientes.

Durante la campaña Raffo fue objeto de críticas, fue ridiculizada por su forma de vestir, por su manera de hablar y por su origen “cheto”, e incluso enfrentó lo que calificó como una “campaña sucia” vía redes sociales orquestada para perjudicarla. Por este último punto, en el que se relacionaba a su pareja con la llamada Operación Océano -algo que Raffo dijo que era mentira-, presentó una denuncia penal. 

Pero eso no fue todo; entre debates por el Montevideo olvidado y la basura problemática, Raffo se cruzó con José Mujica, quien lanzó una de sus frases “pícaras” y terminó pidiendo disculpas, luego de que la candidata lo trancara fuerte. “Ahora que están en campaña electoral se acuerdan y van a caminar a los barrios pobres. (...) Los que nunca anduvieron por las cloacas no tienen ni idea de lo que está pasando ahí abajo. Pero se acuerdan en momentos electorales. Porque se ponen championes para ir, no van con el taquito ‘cafiso’”, dijo Mujica en un acto, sobre el final de una campaña que fue relativamente pacífica,

A diferencia de lo que suele suceder cuando el expresidente se manda “una de las suyas” (risas, indiferencia o indignación, según el partido), Raffo convocó a conferencia de prensa e hizo de sus championes un hecho político que es seguramente uno de los más recordados de la campaña: “No se lo permito. No le permito decirme groserías ni faltarme el respeto. No le permito estigmatizarme por ser mujer, por usar tacos o championes. Me visto como quiero, cuando quiero y voy a donde quiero”, dijo.

Las disculpas de Mujica (“Que me perdone, al fin y al cabo soy una oveja negra”) fueron aceptadas por Raffo, pero su temple puesto a prueba quedó bien parado, con un trancazo severo pero sin estridencias.

Con estos pocos antecedentes a cuestas y una campaña pandémica que duró menos de ocho meses, casi todos esperaban que Raffo aceptara el puesto que le habían reservado en República AFAP. Pero la economista pateó el tablero y anunció que, en acuerdo con el presidente, no se quedaría en un cargo más que deseado por cualquier político y sobre todo por un político con un perfil técnico asentado.

Su decisión es acertada si lo que hizo es, como ha dicho en varias entrevistas, llegar a la política para quedarse. Un cargo técnico en un organismo con escasa visibilidad pública y lejano a las estructuras partidarias en las que se cuece el guiso de las candidaturas y los liderazgos, tenía grandes chances de convertirse en una tumba política con un buen sueldo y la herencia de una gran experiencia que luego podría volcar en su carrera privada, pero que seguramente no necesitaba dada su experiencia profesional.

Luego de la telenovela de la coalición en busca de un candidato para la capital, Raffo dejó en claro que su paso a la política era “definitivo” y que quería un proyecto en Montevideo a “largo plazo”. Ese largo plazo no es posible si la economista no teje relaciones y alianzas en la estructura política partidaria. Por ADN, por experiencia y por instinto, sabe que no podrá tener una carrera exitosa, municipal tal vez para empezar pero sin dudas con chances ciertas de proyectarse a los puestos más altos de la política nacional, si no juega el juego de la política.

Ese juego implica integrarse con sus formas y sus convicciones al Club de Toby de la política, que busca mujeres para llenar cuotas pero casi nunca está dispuesto a cambiar de estilo. Raffo ya ingresó a ese club y lo ha hecho con la confianza y el desparpajo que le da conocer a sus integrantes desde hace muchos años y saber que la necesitan. El Partido Nacional, igual que el resto del sistema político uruguayo, está hambriento de renovación. Con un presidente de 47 años a la cabeza y sin reelección, no abundan los nombres de futuros candidatos.

Raffo es una política de raza recién estrenada pero tiene la ventaja de que pueden todavía elegir métodos de outsider en muchas de sus movidas. Esta vez decidió que se encargará de liderar un centro de estudios para encontrar caminos y soluciones para Montevideo, un centro que será financiado por el Partido Nacional y no por la coalición.

Esta decisión no es aleatoria. La coalición estuvo este año pero nadie sabe dónde estará cada uno de sus integrantes ya no en cuatro años, sino el que viene. No hay ejemplos de candidatos fuertes y líderes con proyección nacional que hayan logrado éxitos sin apoyos partidarios sólidos. Edgardo Novick lo intentó con un partido propio y quedó por el camino. Ernesto Talvi lo intentó con un sector pujante y nóvel dentro de un partido como el Colorado, que nunca le dio un respaldo definitivo.

Blanca, mujer y sólida técnicamente es una combinación que juega a favor de Raffo en los tiempos que corren. Además, su relativo buen desempeño electoral terminó de disipar las dudas que podían existir a la interna de su partido a la hora de apoyarla. Pero también tiene desafíos que habrá que ver cómo los procesa tanto ella como los Tobys que aún toman las decisiones. La economista es mucho más progresista en sus convicciones y apoyos que la mayoría de sus correligionarios. Ha militado por temas relacionados al feminismo, en particular en lo relativo a la brecha salarial de género, ha sido cercana a las reivindicaciones de colectivos LGTB y en general mucho más centro-progresista que lo que se identifica al Partido Nacional. Todo eso cayó muy bien a la hora de juntar votos para las municipales, pero podría llegar a ser un potencial generador de choques en su propio partido.

Recién finalizado el largo período de campaña político que en Uruguay se come casi dos años, empezamos de nuevo a jugar el juego de los nombres y la decisión de Raffo la suma con más fuerza a la danza. Ella ha dicho que no se comerá etapas, que hay que construir desde abajo y que seguirá recorriendo barrios para conocer ese Montevideo profundo al que pretende cambiar. Ha dicho lo mismo que dicen la mayoría de los candidatos que empiecen con buen viento a favor y que tienen lógicas ambiciones políticas para su futuro. Falta ahora por ver si esta gambito de Raffo en el ajedrez que es la política llegará a ser un jaque mate.

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