AFP

Guerra fría 2.0

Mientras la pandemia captura la enorme mayoría de nuestra atención, la geopolítica parece acelerarse en una nueva guerra fría, de dimensiones difíciles de calibrar

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09 de mayo de 2021 a las 05:02

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Impacta la última tapa de The Economist con Taiwan en la mira. En tiempos de Bertrand Russell las multitudes saldrían a las calles de Europa siguiendo la melena blanca del filósofo reclamando paz, como cuando la crisis de los misiles soviéticos en Cuba. Pero ahora las grandes potencias se aprestan al combate y la gente está en otra cosa.

En la nueva guerra fría la inercia económica parece indicar un cambio de hegemonías. Por la inercia del crecimiento económico, China superará en tamaño económico a EEUU entre 2040 y 2050. Mientras China crece entre 6 y 8% por año, EEUU celebra en años normales un 3% y Europa posiblemente 2%. ¿Es que la democracia y la libertad han fallado?

China aparece en todas partes, hasta el punto de que mientras escribo esta columna me he enterado de que un cohete chino va cayendo sin control y se desplomará el sábado en algún lugar del planeta, o que el 80% de los pangolines de Pakistán han desaparecido víctimas del comercio ilegal hacia la potencia emergente.

China es crecimiento al precio que sea. Por ejemplo, el aumento en el uso del carbón por parte de China supera todos los ahorros que hacen los países desarrollados occidentales. Mientras las democracias occidentales se embarcan en una costosa reconversión al mundo postpetróleo China apuesta al bajo costo de las fósiles y va copiando las renovables. En emisiones de gases efecto invernadero, China lidera con holgura y no tiene apuro en modificar esa situación. Aunque se ha comprometido a la neutralidad en la emisión de gases para 2060 (más tarde que el resto) no tiene ninguna intención de dejar de usar carbón para su generación eléctrica, algo que los meteorólogos indican es urgente suspender lo antes posible.

¿Protestan las feministas? Se les clausura toda presencia en Internet, como ha pasado la semana pasada. Hay un sector musulmán que ocasionalmente realiza un acto terrorista? Se los persigue implacablemente. Pero en este caso claro, el problema es más complejo. Los Uighures son millones. Y millones de musulmanes enojados, reclamando autonomía, es problemático.

Mientras occidente evalúa los límites éticos de la Inteligencia Artificial y renuncia a las prestaciones orwellianas de la tecnología, el Big Brother de Pekín usa la inteligencia artificial sin limitaciones, entre otras cosas para distinguir rostros Uighures y acentuar la vigilancia. El racismo se fusiona con las nuevas tecnologías.

Por las críticas al tratamiento a los Uighures y en el caso de Australia desde antes por sus críticas a la oscuridad en torno al origen de la pandemia, China se está alejando de los grandes proveedores de alimentos de Oceanía.

Esta semana el parlamento neozelandés se sumó a las críticas al gobierno chino en una sesión donde los verdes y los representantes maoríes tuvieron protagonismo: “Nunca deberíamos tratar de silenciar las atrocidades de los genocidios, y esto les está sucediendo a los pueblos indígenas (de China)”, dijo Debbie Ngarewa-Packer del Partido Maorí. “Necesitamos llamar a estas atrocidades por lo que son, donde sea que estén sucediendo en el mundo”. Pero la palabra genocidio es fuerte y expondría a Nueva Zelanda a sanciones comerciales como las que ya sufre Australia. La ministra de Relaciones Exteriores y mahorí, Nanaia Mahuta, dijo a la Cámara que el Gobierno ha expresado constantemente serias preocupaciones sobre las actividades en Xinjiang, incluido el presidente chino, Xi Jinping. Sin embargo, cualquier determinación de genocidio, dijo, debe venir “después de una evaluación rigurosa basada en el derecho internacional”.

La primera ministra, Jacinda Ardern, dijo que las diferencias entre los intereses y valores de Nueva Zelanda y China “son cada vez más difíciles de conciliar”. Sin embargo, dijo que las áreas de diferencia “no necesitan definir una relación”.

Mientras las democracias Occidentales se preocupan por los derechos humanos China da un soporte férreo al golpe de Estado en Myanmar, mueran en las calles cuantos mueran. Jugosos negocios esperan y un nuevo aliado, junta militar mediante.

Mientras Occidente apela a Latinoamérica con una hermandad basada en principios de democracia y ecología, China se posiciona como el gran comprador de materias primas sin condiciones humanitarias.

La recuperación económica de Uruguay, como siempre que se ha empantanado gravemente –el ciclo de los 20 años-  ya está llegando, con China pagando la cuenta.

En el mundo se habla cada vez más de la inflación de las materias primas. Vuela la soja, vuela el maíz, la carne, los lácteos, el cobre, el hierro. El factor común: la aspiradora china captando materias primas a un ritmo que la producción no logra abastecer. Récord de exportación de soja de Brasil en abril, récord de compras de China.

El apoyo de Asia a América Latina es mucho más concreto que el de nuestros pares democráticos que cuestionan la tala de selvas o el no respeto a los derechos humanos. China compra en casi todos los países, en el Brasil de Bolsonaro, en la Argentina K, en Uruguay gobierne quien gobierne.

Mientras un tratado de libre comercio con la Unión Europea demora décadas, seguramente los chinos podrían hacer uno con nosotros en meses.

De modo que América Latina, Uruguay incluido se encuentran en un debate ético mayúsculo: nos aliamos con una dictadura cruel por el beneficio económico que nos significa? Estaríamos dispuestos a renunciar a la tan tentadora ventaja de vender cuanto alimento hagamos a un comprador seguro por defender la vigencia de los derechos humanos? En algún momento habrá que tomar una decisión en la que será difícil o imposible quedar bien tanto con China como con los países democráticos. La guerra fría 2.0 nos obligará a una decisión inequívoca. ¿Porqué? Porque esta segunda guerra fría tiene una diferencia grande respecto a la anterior.

La anterior era en cierta manera una carrera por quien dominaba la tecnología bélica concreta. La Unión Soviética perdió la carrera tecnológica general. En la actual guerra fría, el campo de batalla es la información, la tecnología 5G.

Australia y Nueva Zelanda tomaron partido por la tecnología 5G de EEUU y criticaron la turbidez respecto al origen de la pandemia y el irrespeto por los derechos humanos en China: el conflicto comercial se desata.

Los proveedores históricos y mayoritarios de alimentos entran en debate político con el gran comprador y ya han hecho su elección tecnológica. Más beneficio para el Mercosur (excepto Paraguay que como reconoce a Taiwan es bloqueado completamente en el comercio con la China continental).

¿Qué hará Uruguay con la asignación de la tecnología 5g?

¿Será más fuerte la diplomacia de las vacunas Sinovac otorgadas antes que nadie y la compra ilimitada de carne vacuna más fuerte y el 5G otorgado a China? O predominará la historia de afinidad democrática y el riesgo que supondría el uso de nuestros datos por uno y por otro?

La preservación de la privacidad parece un argumento potencial para reflexionar sobre el mundo no orwelliano que debemos dejar a nuestros hijos.

Que ellos no deban organizar la rebelión en la granja o vivir un 1984 debería ser la ética de la decisión a tomar. Pero esa decisión cuesta cada vez más cara en términos económicos. 

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