JEWEL SAMAD / AFP

La debacle de Sri Lanka y la importancia de las transiciones agroecológicas

La decisión de prohibir la importación de agroquímicos desató un espiral desastrozo

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24 de abril de 2022 a las 05:05

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La historia de Sri Lanka, esa bella isla que es como una lágrima al sur de la India, parecía ser la de una resurrección tras décadas de pesadilla. Tras 30 años de guerra civil venía la paz, el turismo, la inversión y el crecimiento. Pero hace un año ingresó en una pesadilla, por una decisión del gobierno de volver al país “orgánico” por decreto. La decisión de prohibir la importación de agroquímicos y fertilizantes desató un espiral desastroso que tiene al pueblo movilizado reclamando la destitución del presidente mientras la sombra del default, la inflación y el hambre se ciernen sobre el paraíso tropical.

Tras una larga guerra civil que terminó en 2009 esta isla parecía encaminarse a un futuro venturoso de la mano de abundantes inversiones chinas en infraestructura y un turismo abundante y una producción de té, bananas, especies y otros productos creciente. Pero llegado el Covid el país que subsidiaba abundantemente a los fertilizantes optó por una medida que causó sorpresa: prohibir la importación de agroquímicos y fertilizantes y volverse orgánico por decreto de Estado. Lo que siguió fue una catástrofe que día a día se ahonda. 

Buena parte del mundo reconoce que este es tiempo de minimizar el impacto ambiental de la producción de alimentos y la producción orgánica y con diversas certificaciones genera justificadamente cada vez más atención. 

Pero esa trayectoria tiene un ritmo que no puede forzarse a riesgo de provocar una catástrofe. No se pasa de la producción convencional a una “orgánica” por decreto de Estado ni se lo hace de la noche a la mañana. Y cuando eso se intenta, el resultado es la devastación. Como dijo Charles Darwin, quien descubrió la gradualidad de la evolución biológica: “la naturaleza no da saltos fácilmente”. Sri Lanka saltó a un abismo.

Desde ese decreto, instaurado un año atrás todo se derrumba.  El país famoso por la calidad de su té está en el colapso más total, la rebelión social ha estallado los alimentos escasean, la inflación es récord, el default se aproxima y las protestas dejaron un muerto en las calles. El presidente, Gotabaya Rajapaksa, dio de baja a todo su gabinete la semana pasada, pero su continuidad está cada vez más en duda.

La prohibición a cualquier tipo de agroquímico y a la importación de fertilizantes sintéticos fue seguida por la importación de fertilizantes “orgánicos” desde China. Pero las autoridades sanitarias de Sri Lanka consideraron peligroso descargar esos barcos con lodos ya que contenían microorganismos que se consideraban peligrosos parala producción agrícola. Sin fertilizantes de ningún tipo y en conflicto con China que pretendía cobrar por el fertilizante vendido, la economía ingresó en un espiral de desconfianza e inquietud social. China, que había puesto dinero por ejemplo comprando los puertos de la isla, dejó de financiar a la economía que quedó así, propiamente aislada.

El precio de los alimentos se disparó, la gente en pánico comenzó a acopiar y el gobierno a nombrar burócratas encargados de detectar y castigar a los acopiadores. La actividad económica se frenó abruptamente, las reservas del Banco Central cayeron y la moneda se depreció sin pausa hasta ahora. El espiral de la crisis y la inflación llevó a protestas y que se decretara toque de queda, pero que aún así las protestas generalizadas continúan. El gobierno decretó situación de emergencia. Entre las medidas tomadas, el presidente (un militar), nombró a un ex general como “ comisionado general de servicios esenciales” básicamente con el objetivo de detectar acopios clandestinos de alimentos y decomisarlos. 

Los productores de té están consternados: el costo de producción aumentará en 10 veces, la producción caerá a la mitad. Pero el decreto siguió adelante con un resultado catastrófico. El té es la principal exportación de la ex Ceilán.

Los agricultores acusaron al gobierno de tomar la medida para evitar pagar el subsidio que otorgaba al fertilizante. Ahora el gobierno evalúa dar marcha atrás, pero el precio de los fertilizantes está en niveles muy altos y sin subsidios los agricultores no podrán acceder a comprarlos.

El caso de Sri Lanka podría llevar a la equivocada conclusión de que la producción orgánica no tiene sentido. Realza la importancia de diseñar transiciones que tengan una sólida base científica y que se ganen su lugar en coexistencia con el conjunto de estrategias productivas.

El camino a una producción orgánica puede ser posible desde la ciencia, con el gradualismo naturalmente necesario y con la plena libertad de los productores y consumidores para elegir sus mejores opciones.

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