El caos es total en las salas incendiadas.
Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Zikitipiú > Seguridad

La escuela parió idiotas y lo pagó caro

Lo del incendio es un ejemplo de este nuevo tipo de delincuente, un idiota funcional que no entiende de leyes ni de nada
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23 de junio de 2014 a las 00:00

El delito es una construcción social. Hasta hace unas décadas consumir drogas no era delito. Luego lo fue. Y ahora, una cosa que era delito será proporcionada por el propio Estado. Las sociedades determinan qué es delito y qué no.

La cuestión es desde qué perspectiva y qué estado espiritual tienen las sociedades para establecer sanciones cuando alguien viola el orden establecido.

Lo que ocurrió en una escuela de Maroñas donde mil niños no tienen clases hoy porque alguien la incendió luego de robarla, es un ejemplo de cómo encajan determinadas conductas criminales en el staff de penas que hemos establecido.

Si alguien arranca con violencia el bolso a una persona y lo atrapan, le cae una pena de cuatro años de prisión a 16 años de penitenciaría.
Si caen presos los incendiarios, le darían 3 meses de prisión a 6 años de penitenciaría, y eso sólo porque es un edificio público, sino lo arreglaban con una multa económica.

La mayoría de los delincuentes suelen ser, sino inteligentes para sobrevivir en su ambiente, vivos, avispados, sino duran poco. Y en general saben que su familia no tiene más remedio que seguir en contacto con el otro mundo al que ellos renunciaron. Y en ese contexto sabe que sus hijos van a la escuela.

Aún quienes tienen una posición de mano dura, y sobre todo ellos, afirman que los delincuentes conocen casi como un abogado el Código Penal. Y saben como zafar y caminar por sus pretiles.
Ahora parece que estamos ante un tipo de delincuente que es un idiota absoluto, sin ningún tipo de vínculo con el otro mundo, porque solo un idiota luego de robar llama la atención sobre sí haciendo esto. Parece que se trata de dos exalumnos, un mayor y un menor.

Quizás es en este tipo de actos que no cuestan la vida a nadie que tenemos que establecer un régimen más afinado de sanciones, que apuesten a una rehabilitación porque el que hoy quemó una escuela mañana te quema a vos.

Pero quizás el hecho no le despierte a nadie una reflexión, esta u otra, quizás porque la gente no está para reflexionar y a la que está para reaccionar parece que no le importa mucho una escuela de un barrio pobre. Qué bueno hubiera sido ver allí una concentración de gente de otros barrios en el que hable alguien conocido y transmita la idea de que en Uruguay aún somos mayoría los que pensamos que una escuela no se toca.

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