AFP

La extraña muerte de la democracia estadounidense

Se avecina una crisis constitucional en la medida en que Trump intensifica su control sobre los republicanos antes de 2024

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01 de octubre de 2021 a las 13:20

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Martin Wolf

"Ya se ha materializado un ‘cesarismo’ estadounidense". Escribí esto en marzo de 2016, incluso antes de que Donald Trump se hubiera convertido en el candidato republicano a la presidencia. En la actualidad, la transformación de la república democrática en una autocracia ha avanzado. Para 2024, pudiera ser irreversible. Si esto de hecho ocurre, cambiará casi todo en el mundo.

Nadie ha descrito el peligro de forma más convincente que Robert Kagan. Su argumento puede reducirse a dos elementos principales. Primero, el Partido Republicano no se define por su ideología, sino por su lealtad a Trump. En segundo lugar, el movimiento novato de "detener el robo" de las últimas elecciones se ha transformado en un proyecto bien avanzado. Una parte de este proyecto consiste en destituir a los funcionarios que frenaron el esfuerzo de Trump para revertir los resultados en 2020. Pero su objetivo principal es trasladar la responsabilidad de decidir los resultados electorales a las legislaturas controladas por los republicanos.

Por lo tanto, si la salud se lo permite, Trump será el próximo candidato republicano. Estará respaldado por un partido que ahora es su herramienta. Y, lo que es más importante, en palabras de David Frum, el exredactor de discursos de George W. Bush, "lo que EEUU no tenía antes de 2020 era un gran movimiento nacional dispuesto a justificar la violencia callejera para reclamar el poder político. Ahora lo tiene". Lo tiene porque sus miembros creen que sus oponentes no son "verdaderos" estadounidenses. Una democracia liberal no puede perdurar mucho tiempo si un partido importante cree que la derrota es ilegítima y debe convertirse en imposible.

He aquí un líder político que ha expulsado de los puestos de influencia de su partido a cualquiera que se le oponga. Él se cree injustamente perseguido, define la realidad para sus seguidores, e insiste en que una elección legítima es la que él gana. Se avecina una crisis constitucional. Las elecciones de 2024, ha advertido Kagan, pudieran traer “el caos. Imagínate semanas de protestas masivas rivales a través de múltiples estados mientras los legisladores de ambos partidos se adjudican la victoria y se acusan mutuamente de conducir esfuerzos inconstitucionales para tomar el poder".

Supongamos que Trump es reelegido, legítimamente o por manipulación. Hay que suponer que su ingenuo e incompetente enfoque en el ejercicio del poder durante su primer mandato no se repetirá. Ahora debe entender que necesitará leales devotos, de los cuales habrá muchos, para dirigir los departamentos responsables de la justicia, la seguridad nacional, los ingresos internos, el espionaje y la defensa. Trump seguramente colocará a oficiales personalmente leales a él a cargo de las fuerzas armadas. Y, no menos importante, conseguirá que su leal Partido Republicano, como lo será, confirme a las personas que él elija, si tiene la mayoría necesaria en el Senado, como es muy probable que ocurra.

Con la misma seguridad, Trump utilizará la presión que entonces pueda ejercer sobre los ricos e influyentes para que se alineen. El capitalismo amiguista está entre las probabilidades. Pregúntales a los húngaros que viven en una "democracia antiliberal" bajo un hombre admirado por los expertos de la derecha estadounidense.

"Los estadounidenses — y todos menos un puñado de políticos — se han negado a tomar esta posibilidad lo suficientemente en serio como para intentar prevenirla", ha señalado Kagan. "Como tan a menudo ha sido el caso en otros países donde surgen líderes fascistas, sus posibles oponentes están paralizados por la confusión y el asombro ante este carismático autoritario".

Sólo hay que tener en cuenta lo que ocurrió durante el intento de golpe de Trump en contra de las elecciones de 2020, y cómo los legisladores y partidarios republicanos se han solidarizado desde entonces para evitar que cualquier persona importante, sobre todo el propio Trump, tenga que rendir cuentas. Los únicos actores significativos que han sido castigados son los que se resistieron o que condenaron el golpe. Los republicanos ya han cruzado su Rubicón.

¿Por qué ha ocurrido esto? La respuesta es una mezcla de codicia, ambición y rabia en un país que se ha vuelto cada vez más diverso y una economía que no ha logrado brindar una prosperidad segura a una gran parte de la población. Esto ha creado una coalición familiar construida sobre la "exclusión" de los forasteros; la glorificación de la nación; la protección de los ricos; y el culto a un gran líder. El 57% de los republicanos considera que una mala reacción a la vacuna es más riesgosa que el propio covid-19. Ésta es una medida del tribalismo.

¿Puede aún evitarse el colapso de la democracia liberal en EEUU? Posiblemente. Pero no será tan fácil como muchos suponen por el fracaso del intento de Trump de anular el resultado de las elecciones de 2020. Él tiene el control total de su partido. Si el ciclo normal de la política les da a los republicanos el control de la Cámara de Representantes y del Senado, Trump estará protegido y servido por el Congreso a partir de 2022. Él tiene, en principio, una amplia mayoría en la Corte Suprema. Además, los republicanos controlan todos los poderes del gobierno en 23 estados, mientras que los demócratas sólo controlan 15. Kagan ha cifrado sus esperanzas en una decisión de un número suficientemente grande de senadores republicanos de aprobar una legislación que proteja el derecho al voto y en la negativa del poder judicial a revocar dicha legislación. Sin embargo, incluso los que detestan a Trump siguen siendo leales al partido. Y, como lo demuestra el debate sobre el techo de la deuda, están decididos a hacer fracasar a Biden.

Supongamos que Trump vuelva al poder en 2024, decidido a vengarse de sus enemigos, respaldado por el Congreso y por la Corte Suprema. Sí, incluso esto pudiera ser sólo un interludio. Trump está viejo: su fallecimiento pudiera ser el fin del momento autoritario. Pero ni el sistema electoral ni el Partido Republicano volverán a ser lo que eran. Este último ahora es un partido radical con una agenda reaccionaria.

EEUU es la única superpotencia democrática. Su actual transformación política tiene profundas implicaciones para las democracias liberales a nivel mundial, así como para la capacidad del mundo de cooperar en tareas vitales, como la gestión de los riesgos climáticos. En 2016, se podían ignorar estos peligros. Hoy en día hay que estar ciego para hacerlo.

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