Tecnología > El hombre en el espacio

La llegada a la Luna y los avances tecnológicos: ¿aprovechamos o no estos 50 años?

El exitismo terrícola pide humanos en Marte, tal vez solo para probar nuestro potencial de conquistar nuevos mundos; una nueva llegada a la Luna también está en los planes de varios países
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19 de julio de 2019 a las 05:01

Por Daniela Hirschfeld

 

Empezaba el siglo XX y el ser humano aún no volaba, pero 50 años después, Neil Armstrong pisaba la Luna. Ocurrió en un parpadeo en la historia y la hazaña fue gigante. Ahora, 50 años después del pequeño gran paso, ¿dónde deberíamos estar? ¿No deberíamos tener ya una estación habitada en Marte? Eso tal vez era lo que se esperaba. Basta ver que incluso un año antes de la llegada a la Luna, Stanley Kubrick presentaba al mundo su imagen de un 2001 con esas características, como recordó hace pocos días Alejandro Galli, docente y aficionado a la astronomía, en sus charlas sobre aspectos históricos y técnicos de la misión Apolo 11.

Entonces, ¿aprovechamos o no estos 50 años? Repasemos lo sucedido.

A principios del siglo XX hacía un tiempo que algunos inventores coqueteaban con la idea de un aparato más pesado que el aire que se elevara y viajara sin tocar la tierra. Fue en 1903 cuando los hermanos Wright crearon su endeble máquina, que recién en 1910 voló realmente sin ayuda. Pero cinco años después, los aviones ya estaban en el campo de batalla, y la I y II Guerra Mundial los consolidaron como medio de transporte revolucionario.

En menos de 15 años, en 1947, el avance de la industria de la aeronáutica permitió que un ser humano se desplazara en avión a la velocidad del sonido, y 10 años más tarde, los rusos llevaban al primer satélite (Sputnik I) y al primer ser vivo (la perra Laika) al espacio.

Cuatro años pasaron, y en plena Guerra Fría, marcada por una competencia feroz entre Rusia y EEUU por la supremacía mundial, el avance de los rusos derivó en la ambiciosa promesa que hizo el presidente estadounidense John F. Kennedy en 1961: su país llegaría a la Luna antes de terminar la década.

La pulseada se inclinó primero hacia Rusia, cuando en 1962, el astronauta Yuri Gagarin marcó la historia como el primer humano en órbita. Pero finalmente en 1969, la joven NASA, de la mano del programa Apolo, llevó a tres astronautas al satélite terrestre. Solo habían pasado 60 años entre aquel primer avión de madera y tela, y la entonces sofisticada máquina que debió vencer la atmósfera, surcar el espacio y posarse en otro cuerpo celeste con personas adentro.

Miles de millones de dólares movidos por dos potencias en lucha llevaron al ser humano a la Luna, aunque la posibilidad de hacerlo ni siquiera era imaginable 25 años antes. Pero una vez que el cielo ya no fue el límite, sí era posible imaginar lo que depararían las siguientes décadas en la exploración espacial.

“Hemos sobrevivido a Apolo por 50 años, y muchos piensan que fallamos porque no volvimos a la Luna”, dijo Lori Garver, ex administradora adjunta de Nasa, invitada al Congreso Mundial de Periodistas Científicos realizado a fin de junio en Suiza. Tal vez es lo que muchos uruguayos pensaron de Maracaná. Después de aquella hazaña, ¿no era cuestión de tiempo para que saliéramos campeones del mundo de nuevo?

El paso del tiempo

Sin embargo, después del proyecto Apolo (que llevó a 12 astronautas a la Luna), EEUU ya le había ganado a los rusos, el interés político disminuyó y el dinero dejó de fluir. “La debilidad de Apolo fue su sustentabilidad”, agregó Thomas Zurbuchen, director de Misiones Científicas de Nasa, en el congreso en Suiza.

Lo cierto es que el impacto social del alunizaje no se repitió en otro episodio de la carrera espacial desde entonces, incluso aunque desde hace décadas tenemos los ojos en Marte. ¿Es un fracaso? ¿Evidencia que el avance en la era espacial se enlenteció? 

Los hechos pueden ser la respuesta: desde el alunizaje, el ser humano logró ir y venir al espacio con los transbordadores espaciales, y también logró habitarlo, primero con la estación espacial Skylab (EEUU), luego la rusa Mir, y después la Estación Espacial Internacional.

Las dos sondas Pioneer, en tanto, partieron en los años 70 y mostraron las primeras imágenes de los planetas exteriores del Sistema Solar. En esa década, la Nasa también impulsó los programas robóticos Mariner y Viking para estudiar Marte. Logró orbitar el planeta en 1971 (Mariner 9) y posarse en 1976, con las sondas Viking. Desde entonces más de 20 artefactos llegaron al planeta rojo, y crece el sueño de la nueva aventura.

Más allá de Marte, las dos sondas Voyager, lanzadas a fines de los 70, se convirtieron hace pocos años en los primeros artefactos humanos en abandonar el Sistema Solar. Y más recientemente, New Horizon mostró Plutón y la misión europea Rosetta con su sonda Philae fue la primera en posarse sobre un cometa.

Incluso en estas décadas empresarios privados apostaron a la comercialización de viajes al espacio.

Mientras todo eso sucedía con menos repercusión que los hombrecitos saltando en la Luna, la vida cotidiana recibió la llegada de las computadoras, el GPS, el velcro, los prácticos termómetros infrarrojos, las celdas solares, materiales a prueba de incendio, la luz LED, revolucionarios nanomateriales, detectores de humo, cámaras integradas a celulares, implantes auditivos y miembros artificiales, material viscoelástico para fabricar colchones y plantillas con memoria, comida para bebés, controles inalámbricos, y marcapasos capaces de monitorearse a distancia, entre muchas otras cosas. Estos son solo algunos de los objetos derivados de la exploración espacial que cambiaron para siempre la vida sobre la Tierra.

Para el astrónomo Tabaré Gallardo, profesor de la Facultad de Ciencias, en los 50 años que nos llevaron a la Luna descubrimos los principios fundamentales de la aeronáutica, y en el segundo período acercamos los descubrimientos derivados de la exploración espacial a la vida cotidiana.

¿Y en los próximo 50 años? El exitismo terrícola pide humanos en Marte, tal vez solo para probar nuestro potencial de conquistar nuevos mundos. La Luna, por su parte, no se queda atrás, pues el presidente Donald Trump promete volver en 2024 mientras China, Pakistán e India, entre otros, se suman al desafío. En tanto, nuestro pequeño punto azul pálido sigue girando en la inmensidad desconocida.

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