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La niña se portó bien con los cultivos de invierno

La producción de 2022 en cultivos de invierno duplicó a la que se obtuvo cinco años atrás y eso no es por el azar de las lluvias y las temperaturas

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04 de febrero de 2023 a las 19:45

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Los datos finales de la zafra de 2022 de cultivos de invierno tuvo resultados excepcionales en varios aspectos, con el destaque principal de la colza, pero es en su conjunto donde se aprecian los aspectos favorables en la producción de tres años teniendo como marco el evento climático La Niña, y las transformaciones que la agricultura uruguaya sigue consolidando.

Hubo un récord en el área y la producción de la oleaginosa de invierno, la colza, que parece cambiar para siempre la estructura agrícola uruguaya.

Con un aumento de área de 118%, desde una superficie que ya era récord, fue el año pasado el cultivo de invierno con más superficie, por encima del trigo y la cebada que también tuvieron en términos históricos una superficie elevada.

Agricultura en Uruguay.

Agricultura en Uruguay.

En producción la colza prácticamente duplicó a la del año anterior. Pasó de 294 a 587 mil toneladas, un récord absoluto para un rubro que era muy menor y centrado en el mercado interno hace 10 años y que hoy es protagonista de la exportación.

Eso deja planteada lo que tal vez sea la pregunta principal: hasta dónde va a seguir ese crecimiento. Fueron 348 mil hectáreas sembradas de colza frente a 160 mil del año anterior, 118% de crecimiento. Para un cultivo que 10 años antes no llegaba a las 10 mil hectáreas, su supremacía en área es un dato impactante que recuerda a lo sucedido con la soja al comienzo de este siglo.

Juan Samuelle
Granos de colza.

El crecimiento de la colza no fue a expensas de los otros dos componentes mayores de la siembra de invierno: fue importante el área de los cereales, trigo y cebada.

El área de trigo, con 302 mil hectáreas, fue la mayor desde 2015. Creció 27% la superficie, lo que permitió la 2ª mayor producción de la historia del cereal con 1,283 millones de toneladas. Triplica el consumo interno. Con un área muy alta el cultivo panadero tuvo además un récord de productividad. Logró por primera vez su superar las 4.200 kilos de promedio nacional por hectárea, 4.251 kg frente a 3.985 del año anterior.

Agricultura en Uruguay.

El trigo y la cebada van conquistando gradualmente un rendimiento ubicado en los 4.000 kilos como base del promedio, al menos hasta que llegue un Niño que traiga lluvias excesivas.

La combinación de nuevas genéticas, más fertilización y con más detalle, son algunos de los aspectos que consolidan a Uruguay en el podio mundial de mayor rendimiento en estos cultivos solo detrás de la Unión Europea.

Los altos precios que generó la guerra en sus comienzos fue tomada como señal y se apostó a producir en mucha superficie y con todos los cuidados a pesar del muy alto precio del fertilizante.

El de la cebada fue un resultado destacable, aunque no fue récord. Bajó levemente el área ante tanto entusiasmo por colza y trigo y en productividad tuvo casi el mismo rendimiento que el trigo (solo un kilo más) 4.252 kg/ha (un kilo más que el trigo).

Pero es una estabilidad de área y productividad en altos niveles. Hasta 2019 la cebada nunca había alcanzado los cuatro mil kilos de promedio, ahora supera las cuatro toneladas ya por tercer año consecutivo. Una nueva normalidad.

Agricultura en Uruguay.

El grano cervecero tuvo su rendimiento récord muy despegado en 2020, con 4.791 kg/ha desde ese entonces sostiene rendimientos superiores a 4.000 kg/ha otro aspecto que muestra una evolución muy fuerte de los cultivos en de invierno.

Juan Samuelle
Granos de cebada.

La colza tuvo un buen desempeño en productividad, aunque más desparejo y por debajo de la cosecha 2021, pero fue el segundo mejor registro de su historia y expandir tanto el área siempre lleva a una baja en el rendimiento por siembra en zonas que no son óptimas y productores que hacen el cultivo por primera vez y pagan el costo de aprendizaje. Se cosecharon 1.687 kg/ha, frente a 1.813 del año pasado.

Antes de la sequía, un año precioso

Los datos oficiales confirman que en conjunto fue una zafra récord en área y producción. Nunca en la historia se habían superado las 700 mil hectáreas, el año pasado se cosecharon 756 mil. La producción conjunta de invierno llegó a 2,77 millones de toneladas. Inédita, supera en 30% a la del año anterior que ya era alta.

Por otra parte la agricultura de invierno ha ido transicionando de ser casi exclusivamente trigo hasta mediados del siglo XX a sumar la cebada a la par (ahora además mucho más como grano forrajero y de exportación) y ahora suma un tercer componente que ha pasado a ser el principal.

Con el aumento de la productividad se potencia la mayor área y genera un volumen de producción que también optimiza la operativa portuaria, antes mucho más centrada en el otoño con la llegada de la soja.

El mundo cincha

En el mundo, el consumo de aceites crece muy aceleradamente por el crecimiento de la población urbana de clase media y por su uso como sustituto de combustibles fósiles, el caso de la carinata, una variante de la colza que es parte de este crecimiento.

Además el ciclo corto de estas crucíferas facilita la articulación con el cultivo de verano posterior y genera una diversidad botánica que favorece a la sustentabilidad de los sistemas.

Cosecha de colza.

¿Habrá otro año de los buenos?

Esa producción tan alta en cierta manera es el lado positivo de los tres años de La Niña, que genera inviernos fríos y secos, lo que los cultivos de invierno precisan. Si se cumplen las proyecciones de una transición veloz de calentamiento del Pacífico y la primavera es Niño, los cultivos de invierno se verán frente a su mayor amenaza, la llegada de El Niño.

Pero en tanto la guerra sigue, los precios firmes de trigo y cebada continúan y la colza también sostiene un precio cercano a US$ 500 por tonelada (una soja de invierno), parece muy probable que los agricultores mantengan la apuesta muy fuerte a estos cultivos y seguramente sea el 2023 un segundo año consecutivo con más de 700 mil hectáreas de cultivos de invierno sembrados.

Además, aunque los años Niña ayudan, sería injusto y equivocado adjudicar esta evolución del rendimiento de los cultivos de invierno exclusivamente al clima: la producción de 2022 en cultivos de invierno duplicó a la que se obtuvo cinco años atrás y eso no es por el azar de las lluvias y las temperaturas.

Queda estructuralmente una agricultura con tres componentes invernales, o cuatro si se consideran por separado la colza tradicional y la carinata. Y estructuralmente potentes: las 600 mil toneladas de colza parte de una producción invernal de casi 2,8 millones de toneladas marcan un antes y un después. El trigo tuvo su segunda mejor cosecha de la historia que triplica el consumo interno. La cebada sostiene una producción alta de 900 mil toneladas que permite el funcionamiento normal de las industrias malteras (que vienen ampliando su capacidad) así como la exportación de cebada grano y el abastecimiento de grano para raciones al mercado interno.

Queda establecida una estructura más pareja entre áreas de cultivos de invierno y verano en Uruguay que tenía en la década pasada, muy concentrada en cultivos de verano y particularmente en soja.

Abre nuevas perspectivas por ejemplo para la producción de miel, porque la irrupción de la colza con un área tan importante genera la posibilidad de una floración en una época del año muy oportuna para alimentar a los polinizadores.

Los agricultores deberán asumir este año el desafío del riesgo de lluvias excesivas en la próxima primavera, pero ese es un riesgo paradojal luego de un verano terrible de calor y sequía.

En el próximo otoño los agricultores irán de nuevo por una siembra importante, ¿tal vez un nuevo récord? Y si logran cuatro años consecutivos de altos rendimientos se tendrá la pauta de la magnitud de las transformaciones.

La agricultura seguirá teniendo años buenos y años malos climáticamente, pero hay cambios en la lógica del sector en Uruguay que generarán un dinamismo perdurable en todo el agro.

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