comenzó a repartir este lunes, 15.000 silbatos para evitar el acoso sexual en las mujeres. Desde el anuncio de esta medida emergieron cientas de críticas, en especial desde organizaciones feministas. En las
fue incluso tomado como un chiste.
Según El País de España, la mayoría de las mujeres que lo solicitaron provienen de barrios inseguros, oscuros de noche, solitarios y humildes. Declararon sentirse más seguras al obtener el objeto que desconocen si realmente funcionará.
El silbido se puede escuchar desde unos 700 metros de distancia y el objetivo principal es que la persona amenazada reciba ayuda casi inmediata. Sin embargo, el asunto presenta mayores complejidades ya que en México, según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, un 63% de las mujeres mexicanas señala haber sufrido algún tipo de violencia sexual y aumenta a un 72% en Ciudad de México, dejando sin resolver el problema de raíz.
Catalina Ruiz Navarro, una de las fundadoras de la asociación feminista más influyente de la capital, en diálogo con El País de España dijo: "El silbato presenta varios problemas. El primero es práctico: es más fácil gritar que sacar un pito. Y si estamos en una sociedad donde si pides auxilio nadie hace nada, de poco va a servir que hagas sonar un silbato".
Igualmente, la medida es disuasoria y no pretende terminar con el problema de los acosos en el país centroamericano según la representante del Instiuto de las Mujeres del Gobierno, sino que ante la presencia del silbato, el agresor "lo pensará dos veces" antes de acosar a una mujer.