Diego Martínez

Las materias primas en tiempos de guerra

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11 de marzo de 2022 a las 22:28

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La invasión de Rusia a Ucrania y la batería de sanciones económicas y financieras de las principales potencias de Occidente contra Moscú, están perturbando severamente los mercados de materias primas, provocando un shock negativo de la oferta, que puede favorecer a los commodities de países alejados del territorio de la guerra, como es el caso de Uruguay.  

Un reciente índice de materias primas básicas, de Thompson Reuters, citado por medios internacionales, reveló un aumento sin precedentes, desde 1973, en los precios de bienes primarios. 

La dinámica de la globalización en el comercio, explica que un país como Rusia, –la 11a economía mundial antes del conflicto, con un PIB algo menor al del estado de Texas– provoque una gran conmoción en términos económicos. 

Rusia es el principal exportador mundial de gas natural; el segundo de petróleo; y el tercero de carbón. También es el primer vendedor de trigo y de madera, y un influyente jugador del negocio de los fertilizantes.

Incluso provee aluminio, cobre, níquel y otros metales de uso en las industrias automotriz y electrónica.

También Ucrania, considerado un “granero” de Europa, es un gran exportador de trigo y maíz, además de aceite de girasol, afectados por la cruenta acción militar de Putin. 

A diferencia de las guerras mundiales del siglo XX, por el momento, el ataque de Rusia solo está perjudicando directamente a los más de 603 mil kilómetros cuadrados de Ucrania.

La guerra es un fenómeno disruptivo multidimensional, pero para los países productores de materias primas de América Latina, particularmente de alimentos,  puede significar un shock positivo, por la excepcional suba de precios en los mercados internacionales y la necesidad de atender los problemas en la oferta de bienes primarios. Es cierto, que el contexto inflacionario  y la evolución del petróleo pueden malograr los potenciales beneficios de los commodities latinoamericanos. 

Pero no todos los países de nuestra región están en condiciones de mejorar su posición comercial, que les ayudaría a atemperar la actual calamidad mundial, de la que tenemos certeza de su inicio, más no de su final. 

El caso más extremo es Venezuela, con una industria petrolera en ruinas, por malas políticas públicas y corrupción, en una etapa en que el mundo necesita urgentemente sustituir el crudo proveniente de Rusia. 

Argentina es otro prototipo de fracaso gubernamental que impide hoy aprovechar el hueco que deja Rusia en los mercados del gas natural y de fertilizantes. Falta de inversión, pobre infraestructura, marcos regulatorios que menosprecian la rentabilidad empresarial, la dejan fuera de carrera, dijo Carlos Pagni, un respetado analista del diario La Nación.

En Uruguay, podría beneficiarse más su reconocida oferta exportadora de carne vacuna y soja, incluso otros sectores alimenticios. Y habría que sumar la actividad forestal, que, desde hace un tiempo, está bendecida por un auge de los precios internacionales de la madera, que la guerra de Putin no hace otra cosa que consolidar.

Afortunadamente, nuestro país es una rara avis en el concierto regional. Una política económica responsable y de largo aliento, y la estabilidad institucional, le otorgan una situación ventajosa. 

Por lo menos, algo de luz en medio de tanta oscuridad.

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