OSE, tan olvidada por años, volvió a ser protagonista esta semana. Por un lado, el agua recuperó los niveles normales de cloruros y sodio, para tranquilidad de todos, y principalmente de los más 500.000 uruguayos que dependían del Estado para comprar agua embotellada y arreglarse con esos dos litros por día para el consumo. Eso llevó a que el presidente firmara el decreto que levantó la emergencia hídrica. Además se asignó la obra de Arazatí –o proyecto Neptuno- a un grupo privado conformado por varias empresas. Esa obra permitirá contar con otra fuente que no sea el río Santa Lucía ya que potabilizará el agua del Río de la Plata a una altura en la que no es tan salobre.
Lo que nos dejó la crisis hídrica
"Vamos a terminar el gobierno con obras terminadas, con obras iniciadas, que van a hacer que tengamos cierta tranquilidad para los tiempos que vienen, sabiendo todos que el tema del agua en todos sus usos llegó para quedarse”, dijo el presidente Luis Lacalle Pou al referirse al fin de la emergencia hídrica. También dijo que el Estado gastó “cerca de US$ 70 millones” en esta crisis aunque aclaró que el Ministerio de Economía dará la cifra final.
Cuando el presidente hablaba de obras iniciadas se refería a la adjudicación de proyecto Neptuno al consorcio Aguas de Montevideo, integrado por las empresas Ciemsa, Fast, Saceem y Berkes.
Este miércoles 30 el ministro de Ambiente, Roberto Bouvier, deberá comparecer en la Cámara de Diputados para ser interpelado por la obra, junto al directorio de OSE.
Entre los cuestionamientos que viene recibiendo el proyecto, la intendenta de Montevideo y precandidata del FA, Carolina Cosse, afirmó que “nadie conoce" los estudios técnicos, cuestionó que sea "una potabilizadora que va a tomar agua del Río de la Plata sin desalinizarla” y además lo consideró “bastante caro”.
Se sumó en este punto al director del FA en OSE, Edgardo Ortuño, quien ha planteado que la empresa estatal quedará “desfinanciada” ya que esta obra “imposibilitará” la realización de otras obras necesarias.
El consorcio que ganó el llamado tendrá que pagar la inversión que es de unos US$ 300 millones, a partir de que esté pronta OSE le pagará por 17 años y medio, unos US$ 46 millones –se le llama pago por disponibilidad- lo que suma unos US$ 800 millones. A su vez, por tener la planta en funcionamiento, OSE va a tener que pagar anualmente unos US$ 5 millones de "costos operativos". De ahí sale la cifra de los US$ 890 millones que el FA cuestiona. Desde el organismo señalaron que el mecanismo financiero es éste porque así lo dispusieron la OPP y el Ministerio de Economía.
Más allá del uso político que se pueda hacer de un lado y otro para defender o cuestionar la obra es claro que la sequía histórica de este año confirmó algo que se sabía hace décadas: hay que tener fuentes alternativas para el abastecimiento de agua y esta obra va en ese camino. Después habrá que ver si la forma de financiamiento es la adecuada y también será bueno conocer los impactos ambientales que tendrá.
De hecho, la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida (CNDAV) y el colectivo Tucu Tucu de San José presentaron a la Justicia un pedido de no innovar como paso previo a un juicio que iniciarán contra el Ministerio de Ambiente, el Ministerio de Salud Pública y OSE. y si la Justicia hace lugar a esa medida cautelar, podría complicarse la obra.
Un caso judicial con humo
La bomba de humo que colocó el presidente del sindicato de OSE, Federico Kreimerman, junto a otros dirigentes adentro del edificio el 13 de junio, cuando se abrían los sobres para conocer los interesados en llevar adelante justamente el proyecto Arazati, es para la fiscal de Flagrancia Gabriela Fossati un delito de atentado.
Inés Guimaraens
Federico Kreimerman a la salida de la audiencia en Fiscalía
Sin duda no se trató de una movilización pacífica. Según contaron funcionaros de OSE el ruido había empezado una hora y media antes de la apertura de sobres y los manifestaciones tiraron bidones contra las ventanas del edificio, hubo empujones con la policía y terminaron tirando una bomba de humo dentro del edificio. Lo hicieron en la entrada por la calle Soriano en un pasillo que da al ascensor por el que se sube al directorio de OSE.
Al lado funciona un laboratorio y debieron ser atendidas por aspirar el humo una mujer embarazada y una persona con problemas de visión. De todos modos, el humo no causó daños a esas ni a otras personas, ni hubo roturas, ni se dejó de realizar el acto de la apertura de los sobres.
Kreimerman que primero había negado haber haber prendido la bomba de humo ante una pregunta concreta del periodista Leonardo Haberkorn en el programa Desayunos Informales, lo terminó admitiendo en Fiscalía.
Pero de ahí a que haya configurado ese delito, como sostiene Fossati hay un trecho y será la Justicia la que determine si fue así. El delito comprendido en el artículo 171 del Código Penal castiga a quién “usa la violencia o la amenaza contra un funcionario público, con alguno de los siguientes fines: el de impedirle al funcionario asumir la función o tomar posesión del cargo, el de estorbarle su libre ejercicio, el de obtener su renuncia o la prepotencia, el odio o el menosprecio”.
Para el grado 4 de Derecho Penal José Luis González, es clarísimo que no hay delito porque no se no se cumplen las finalidades que tiene el delito. “No hay ánimo de ofender, lo que hay es una conducta que puso en marcha un medio estridente como manifestación”, señaló. Además a su juicio al derecho penal se recurre como última medida, y acá existe la sanción administrativa como paso previo.
Escuché esta semana que se comparó la conducta de Kreimerman con la de los manifestantes que en la Suprema Corte en 2013 impidieron que la exjueza Mariana Mota fuera trasladada de la sede penal pero el caso es muy diferente. Aquella vez si se impidió realizar el acto con cánticos y empujones en medio del salón de acuerdos con los ministros de la Corte presentes. Ahora el directorio de OSE siguió con su tarea sin inconvenientes.
Algunas veces los fiscales buscan ser ejemplarizantes con sus fallos pero esa no es la tarea de la fiscalía que está para demostrar si hay pruebas de que se cometió un delito o no, no para tomar parte por el denunciante o el denunciado. Tampoco los sindicalistas deberían tener vía libre para hacer cualquier cosa bajo el paraguas de su libertad sindical.
Pero lo cierto es que en este caso, existe la vía administrativa, que está en proceso pendiente del fallo judicial, y más allá de lo que esta resuelva, es ahí donde se debería juzgar la conducta de Kreimerman. Y si se entiende que se excedió -como parece- suspenderlo de la función pública por el tiempo que haga falta. Lo de más es humo.