Ministerio del Interior

Los datos de la realidad y el debate en las redes

El debate político refleja una imagen de pelea irracional en una escalada de agravios por redes, que devalúa la calidad de la discusión pública

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22 de enero de 2022 a las 05:01

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Hay tres asuntos que concentran las preocupaciones de los uruguayos, la covid-19 y sus consecuencias, la economía (empleo, precios) y la seguridad pública.

Justamente esta semana se conocieron datos sobre la evolución de denuncias por delitos (hurtos, rapiñas, homicidios y otros), y también sobre la percepción popular sobre la economía, respecto a la situación actual y a lo que espera para dentro de un año. 

La reacción política fue con una virulencia que no se corresponde con el trato personal que hay entre dirigentes políticos de todos los partidos: expresiones generadas por emociones y no argumentos desarrollados por racionalidad.

Lo peor no es el grito o el reflejo de barra-brava, tanto para gritar un gol (de algo vinculado a logro de gobierno), como para rechazar datos y acusar de manipulación de números. Inquieta si ese tono del debate político que transmiten las redes y que también se cuela en declaraciones públicas a los medios de prensa, es una forma de quebrar la tradición de cultura política uruguaya, que distingue al país en la región.

No es que el Uruguay cayó al lodo de sus vecinos regionales; ni abrió una grieta entre unos y otros, como los argentinos, ni incurrió en la protesta incendiaria de otros varios países de la zona, ni voltea presidente e interrumpe mandatos por aprovechamiento de situaciones. Sino que el debate de ideas deja paso al cruce de agravios, que el diálogo muta a griterío.

Se ha priorizado el ring, al ateneo. Podría pensarse que esta calentura transmitida en la red del pajarito se debe a la cercanía de un referéndum cuya definición supera la importancia de vigencia o derogación de una norma, sino que marca con crudeza la suerte de gobierno y oposición hacia el próximo ciclo electoral: no define el resultado futuro, pero sí marca la cancha para ese camino a las urnas de 2024-25.

¿Qué dicen los números conocidos esta semana?

Primero, sobre las denuncias de delitos, muestra que en el total del año hubo una segunda baja consecutiva de los casos, tanto en homicidios (-11%), como en Rapiñas (-13,5%), en Hurtos (-5,5%) y en Abigeato (-39%), mientras las de Violencia Doméstica dieron leve aumento (+0,6%).

Los datos los hacen los mismos que estaban en el gobierno anterior y en Uruguay nadie serio ha desconfiado de las estadísticas del BCU, del INE o del Ministerio del Interior, entre otros. El dato es contundente, pero sin la apertura por semestre o trimestre, no se podía saber si hay una tendencia que persiste o si la mejora se produjo en los primeros meses y luego se revirtió, o se estancó. El gobierno debió informar del resultado anual pero también de esa apertura, porque importa ver la tendencia, y aunque lo hizo ayer viernes, debió hacerlo el mismo martes 18 cuando dio el dato anual (si está el anual, obvio está el segundo semestre y abierto por trimestre).

Aunque eso alimentó dudas en la oposición, las reacciones fueron de marcar que se trataban de “denuncias” y no de delitos propiamente dichos, como si no hubiera sido así siempre. ¿Un senador o senadora puede creer que se contabilizan los delitos no denunciados?

Al publicar los datos mensuales se comprobó que la tendencia ha sido a la baja, también en la segunda mitad del año. Segundo, la encuesta regular de Equipos Consultores indica que los juicios de los uruguayos sobre la economía actual (a diciembre), estaban divididos casi en tercios: 33% la evalúa en términos negativos, 28% la califica en términos positivos, y 35% tiene visiones intermedias. Y sobre qué esperan de la situación económica del país para dentro de un año, 41% cree mejorará y 21% opina que será peor, lo que da un balance positivo de las expectativas futuras. Al igual que en seguridad, los datos son de misma producción que antes; la encuesta es de Equipos Consultores que fue contratada por los tres gobiernos del Frente Amplio. Tercero, sobre el virus, pese al aumento de contagios, los uruguayos muestran confianza en la vacunación. La población ha visto bien el combate que hizo el gobierno a la pandemia, lo que no significa que le de carta blanca siempre.

En cada caso, datos sobre delitos, percepción sobre economía y evaluación de plan sanitario, los resultados son los que se conocen, pero también ya son pasado y el gobierno se prueba cada día. 

¿Cuál es la conclusión?

Los delitos bajaron en el año, pero la seguridad sigue siendo un grave problema y la mayor cantidad de procesamientos acumula gente en cárceles, sin chances de rehabilitación. Y la generación de violencia sigue dura. 

La economía no está bien, y eso es lo que recoge la encuesta, porque el nivel de actividad no vuelve al nivel pre-pandemia y porque venía estancada desde 2014, con aumento de la desocupación desde mitad de 2012 y porque la inflación sigue alta. La pobreza ha bajado, pero venía en aumento en 2018 y 2019 y trepó mucho en 2020. Hay más optimistas que pesimistas, y eso es bueno.

Ni la seguridad, ni la economía, son una maravilla ni mucho menos; pero si hay datos buenos o tendencia positiva, lo lógico sería que eso fuera del agrado de todos. Las reacciones fueron en corte de caricatura que no le hace bien a nadie, y la duda es si se trata de una reacción por pasión de un referéndum en el que no hay empate, o si el país asiste a un deterioro del debate político. Mientras, la economía levanta, pero sin la fuerza necesaria para retomar el crecimiento que hubo hasta 2014. Mientras, la pobreza se reduce, pero sigue muy alta y con dificultades de salida para los adolescentes y jóvenes de hogares con carencias.

Mientras, el narcotráfico penetra la sociedad y los riesgos a delitos son muy altos.

Mientras, los niños y adolescentes reciben una educación de baja calidad, con resultados pobres. Los datos positivos deberían alegrar a todos; los negativos, deben inquietar a todos; y el debate seria más sano si fuera sobre cómo hacerlo mejor. Sin gritos, sin insultos.

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