Los liderazgos de 2021 (con un ojo puesto en 2024)

Empecemos por el Partido Nacional. Si voy por la pista correcta, dos dirigentes están un paso adelante en esa competencia: de un lado Álvaro Delgado, del otro Beatriz Argimón. En una segunda fila, pero con mucha influencia por prestigio y trayectoria, aparecen ministros como Javier García y Martín Lema, subsecretarios como Gerardo Amarilla, senadores como Jorge Gandini y Carlos Camy, e intendentes como Enrique Antía. 

No es imposible: pero me parece difícil que algunos de los de la segunda fila puedan pasar a la primera. En todo caso, en la medida en que las precandidaturas presidenciales son siempre verdaderas obras de ingeniería política, son actores decisivos en cualquier eventual postulación. En ese sentido, resulta especialmente interesante en términos analíticos el tejido de alianzas en el mundo wilsonista.

En los colorados hay más signos de interrogación todavía. Uno, especialmente relevante, es si se concretará el regreso de Pedro Bordaberry. Vuelvo a citar a nuestro recordado “Sordo”: “Si tuviera que apostar una hamburguesa” diría que, tarde o temprano, Pedro vuelve.

Julio María Sanguinetti sigue siendo un actor clave en el tablero político. Pero no lo imagino compitiendo por la nominación presidencial. Sí, desde luego, intentando potenciar a algunos de sus legítimos herederos, como el ministro Tabaré Viera, y articulando opciones electorales con batllistas del linaje quincista, como Isaac Alfie y José Amorín Batlle. Además de “pedristas” y “batllistas”, en el PC hay “ciudadanos”.

Los convocados en su momento por Talvi juegan un papel muy importante en el gobierno y tienen una excelente cantera de dirigentes jóvenes. Adrián Peña, Robert Silva, Carmen Sanguinetti y Ope Pasquet, cada uno en su lugar, han tenido un protagonismo especial. Insisto en un argumento que ya manejé en otras oportunidades. Además de problemas obvios, los colorados tienen oportunidades. Son el partido de gobierno por antonomasia. Se derrumbaron gobernando, pueden renacer gobernando.

Permítanme agrupar en un único párrafo el análisis de los liderazgos en los otros tres partidos de la coalición. El Partido de la Gente se debilitó tanto durante estos dos años que su destino es muy incierto. El Partido Independiente, en cambio, aportó algunos cuadros de gobierno destacados como Pablo Mieres en el delicadísimo Ministerio de Trabajo o Mónica Bottero en InMujeres (MIDES).

De los socios del PN en la coalición de gobierno, Cabildo Abierto ha sido el que ha generado más hechos políticos y discusiones. Desde el Senado, Guido Manini Ríos ha logrado levantar olas. Pero, al menos hasta ahora, los aplausos no se los llevó ni él ni Irene Moreira, Ministra de Vivienda. La figura más popular de Cabildo Abierto es Daniel Salinas, Ministro de Salud Pública. Los cabildantes tienen una joya en la cantera. Habrá que ver si logran convertir aprobación de gestión en votos. 

En el Frente Amplio se sigue procesando la renovación de liderazgos. Daniel Martínez salió muy malherido de la campaña. Demasiados frenteamplistas lo siguen responsabilizando de la derrota. Los otros tres precandidatos presidenciales de la primaria de 2019, en cambio, siguen en carrera. Carolina Cosse desde la Intendencia de Montevideo. Oscar Andrade y Mario Bergara desde el Senado. Apareció un cuarto contendiente. Yamandú Orsi, que integró el equipo de campaña en el balotaje y fue reelecto Intendente de Canelones el año pasado, pasó a formar parte del pequeño grupo de aspirantes a la nominación presidencial en 2024. A los cuatro mencionados, en la lista de nuevos liderazgos, hay que sumar el nombre de Fernando Pereira, que acaba de arrasar en la elección interna del FA.

No lo cuento, por ahora, en la lista de quienes disputarán la candidatura a la presidencia en la primaria de 2024. Pero todo puede cambiar si el FA y sus aliados logran vencer al gobierno en marzo, en el referéndum de la LUC.

Los líderes proponen, pero son los electores los que disponen. Dejo para el final una cuestión de orden institucional. Tarde o temprano tendremos que discutir en Uruguay sobre la conveniencia de la reelección inmediata. Para el FA hubiera sido mejor que Tabaré Vázquez hubiera podido ser reelecto en 2009. Cuando pudo volver, en 2015, ya no era el mismo que diez años antes. Para el PN todo sería más simple si Lacalle Pou pudiera ser reelecto en 2024. Prefiero la regla de la reelección inmediata a la vigente.

La posibilidad de la reelección mediata genera problemas de corto plazo para la sucesión cuando el presidente es exitoso y termina conspirando contra la renovación del partido en el mediano plazo. Lo pongo en la lista de asuntos a discutir serenamente, algún día, en la “Máquina de Aprender”.

*Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR
adolfogarce@gmail.com