Malos, nabos y buenos, según el MLN

Un articulista anónimo de Mate Amargo dijo que la campaña de desprestigio contra Lacalle Pou la está haciendo él mismo

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03 de junio de 2019 a las 05:01

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Uno de los pocos temas de esta chata campaña electoral es el de la irrupción de las noticias falsas como armas de propaganda masiva. Ha habido todo tipo de mentiras en las redes sociales destinadas a perjudicar a integrantes de todos los partidos: desde que Talvi estaba ofreciendo dinero para ir a sus actos hasta que el intendente de Montevideo, Cristian di Candia, tenía en su escritorio un cuadro de Lenin donde debía ir uno de Artigas.

Está comprobado que hay cretinos en todas las tiendas políticas y que la falta de escrúpulos no es patrimonio exclusivo de ningún lema. Pero a pesar de que todos han sido golpeados en mayor o menor medida, es notorio que el más castigado por la nueva ola de propaganda falsa está siendo Luis Lacalle Pou.

Viñetas infamantes en su contra han sido divulgadas por mensajes de WhatsApp, por cuentas de Twitter falsas y por ignotos portales en Facebook. Nadie sabe exactamente quién está detrás de la jugada y por eso, si bien el tema ha sido muy comentado, hasta el momento nadie había acusado a nadie en concreto por la difusión de esos materiales.

Nadie hasta el jueves 30 de mayo.

Ese día, un articulista anónimo de Mate Amargo, que firmó como Mr. FakeNews, dijo que la campaña de desprestigio contra Lacalle Pou la está haciendo el propio Lacalle Pou para victimizarse y obtener un extraño y medio sadomasoquista rédito político. El artículo del órgano de prensa oficial del MLT-Tupamaros no presenta un solo dato concreto que permita afirmar que Lacalle está detrás de la difusión de ese material. Aun así afirma que “evidentemente es un ‘falso positivo’: una mentira de una mentira”. Y que “un niño o niña en Uruguay con una compu del Plan Ceibal se da cuenta de tal ‘operación’”.

Luego la arremetieron contra la prensa y en especial contra el colega Juan Miguel Carzolio por denunciar la ola de paparrucha contra Lacalle. Escribió Mr. FakeNews en Mate Amargo: “Llama la atención también, como el ‘Periodista’ Carzolio, denuncia esta ‘campaña sucia’”.

No queda claro por qué un periodista profesional y serio como Carzolio es llamado “periodista”, despectivamente, entre comillas. El artículo me hizo recordar la primera vez que Mate Amargo se ocupó de mí, hace ya muchos años.

Yo había publicado en 1996 en la revista Tres un artículo sobre la situación que se estaba viviendo en la Comunidad Jerusalén, un grupo de la Iglesia católica con perfiles de secta, donde su líder y orientador, el cura Adolfo Antelo, sometía a torturas a sus integrantes: a muchos de los hombres los golpeaba y castigaba con saña, y abusaba sexualmente de varias de las mujeres.

La nota incluía muchos testimonios de hombres y mujeres con nombre y apellido, que deban la cara y se hacían cargo de sus testimonios. Había estado meses y meses investigando el tema, luchando contra los lógicos temores y la vergüenza de la víctimas. Uno de los denunciantes que aparecía con su nombre era Álvaro Vázquez.

Pues bien, todo eso no significó nada para Mate Amargo, que hizo su propia lectura del asunto, ni más ni menos que con la pluma de Eleuterio Fernández Huidobro (que –dicho sea de paso– escribía mil veces mejor que Mr. FakeNews).

Fernández Huidobro se salteó todo mi trabajo y todos los testimonios tan trabajosamente conseguidos, para escribir lo siguiente: los servicios secretos del Ejército habían robado documentos sobre la Comunidad Jerusalén de una caja fuerte de la curia, se los habían dado al gobierno del momento (Sanguinetti, anticlerical) y este me los había dado a mí como una carambola para perjudicar a la Iglesia.

Mate Amargo defendía así a Antelo, contra todos los hechos y las evidencias. Poco tiempo después –y basado en lo denunciado– el cura fue procesado con prisión bajo un aluvión de testimonios en la Justicia.

Aquel viejo episodio, lo mismo que el actual de las fake news, están unidos por dos constantes del accionar tupamaro: 1) más allá de los datos de la realidad, todo lo que hacen los demás es siempre una conspiración; 2) ellos son los únicos esclarecidos que se dan cuenta.

Las comillas que le pusieron a Carzolio, además, muestran su desprecio por todo al que ven como distinto. ¿Acaso Carzolio no es periodista? ¿Por qué lo tratan de “periodista” entre comillas? ¿Cómo vendría a ser un periodista sin comillas para el MLN?

Según la nota de Mr. FakeNews, en el mundo habría tres tipos de personas: los pusilánimes (Lacalle Pou); los bobos, que no se dan cuenta de nada (Carzolio), y los honestos e iluminados que todo lo entienden y esclarecen a los demás (el propio Mr. FakeNews y los tupamaros en general).

A diferencia del resto que siempre estamos inmersos en algún complot (aunque no haya pruebas), los selectos integrantes de este último grupo siempre actúan de buena fe (aunque haya pruebas en sentido contrario).

Ellos pueden traer un testaferro con nombre falso y organizar un remate trucho para los aviones de Pluna, y es de buena fe. Pueden mandar en cana a los compañeros, y es de buena fe. Pueden enquistarse en el Ministerio del Interior para dominar la policía, y aferrarse a ese sillón a pesar de los peores resultados y los más tenebrosos índices de homicidios de la historia del país, y es de buena fe.

Este modo de leer la realidad los llevó a cometer errores gravísimos en el pasado. Pero siguen despuntando el vicio. Tienen la memoria selectiva, la autocrítica light y la autoestima muy alta.

No respetan a los demás, pero exigen respeto.

Van por la vida tropezando mil veces con la misma piedra. Y perdonándose todo. Siempre.

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