Disciplina positiva para madres e hijos

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Maternidad con menos estrés

La disciplina positiva, una manera de disfrutar de la maternidad con menos estrés
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09 de abril de 2021 a las 05:01

Por Carolina Anastasiadis

Debuté como mamá el 13 de mayo de 2013 y empecé queriendo ser la madre perfecta, como muchas. Lo he dicho más de una vez. Una se esmera en el rol cuando es primeriza. En mi caso, siendo periodista, empecé a leer y a investigar de manera natural cuestiones sobre los niños, su desarrollo y distintas formas de crianza. Fue casi por defecto. Y, por supuesto, siempre la corrí de atrás, con culpa por no alcanzar nunca la perfección de manual. No me bancaba estar en falta, mucho menos mis errores.

Al poco tiempo caí en que tanta información estaba entorpeciendo lo más importante: la conexión con mi hija. Que para conectar con ella no tenía que pensar tanto sino tratar de entrar en su mundo interior, comprender de manera profunda sus emociones, sus motores, el porqué de sus conductas y desde ahí guiarla. Hasta el momento, no terminaba de disfrutar de ser mamá. Vivía estresada; cargándome con expectativas y culpas variopintas (y seguramente poco fundadas si consideramos que las madres somos humanas).

En ese camino me encontré con la Disciplina Positiva, un poco por la insistencia de Fede, mi amiga y socia en Mamás Reales. Juntas empezamos a estudiar y a formarnos en el tema; fue como afinar cuestiones que veníamos viendo en los referentes de educación y psicología infantil y además sintiendo en nuestras casas. Entrar en el mundo de la Disciplina Positiva me dio cierto alivio interior. Todos aprendemos a ensayo y error, incluso las madres. “Los errores son oportunidades para aprender” promueve esta Disciplina, para grandes y chicos. Y levanté mi bandera.

Mucho de lo que venimos investigando junto con Federica en estos años de Mamás Reales se sintetiza en esta Disciplina, una forma de criar que es a la vez FIRME y RESPETUOSA. E insisto en el “y” porque tienen que darse ambas cosas a la vez si no queremos caer en los extremos blandos o rígidos (permisividad-castigos) de crianza tan típicos de algunas generaciones. Esta forma de criar se basa en el conocimiento más profundo de cómo es el cerebro humano y su conducta, y todos sus pilares y herramientas son trasladables a los vínculos que tenemos, más allá de los hijos. Conocer cómo sintonizar con el otro cuando la macaneamos sirve para encarar temas de pareja o a nivel laboral. El respaldo de todo lo que propone y sintetiza esta Disciplina es científico, tiene décadas de comprobación empírica y, agrego, que creo es infalible si somos coherentes y persistentes en su aplicación.

La Disciplina Positiva tiene un montón de herramientas sencillas para lidiar con asuntos cotidianos de las familias y hacer de la convivencia algo disfrutable, con menos gritos y muchos más acuerdos. Con menos estrés. Vamos a hablar de esto en unos días, junto con El Observador, en dos charlas que daremos por zoom. No adelantaré mucho de ello, pero sí les daré la respuesta a por qué afirmo que me quitó el estrés: uno de los pilares de esta disciplina es educar a los niños en habilidades para la vida, en la COLABORACIÓN. Claro que es una palabra que suena divina, pero siendo honesta, antes de adentrarme a este tipo de crianza, no tenía tan claro cómo lograr eso en los asuntos de todos los días.

Pondré un ejemplo concreto de casa y de cuarentena, para pasar de la teoría a la práctica (aunque ampliaremos el 14 y el 21 si desean sumarse). Lograr la colaboración de los niños es clave si pretendemos educarlos en habilidades que les sirvan para la vida. Esta Disciplina trabaja en pos de ello y propone, por un lado, JUNTAS FAMILIARES con algunos pasos concretos que si se aplican tienen resultados increíbles, y por otro, contemplar a los hijos en las decisiones para lograr colaboración (¡y nosotras quitarnos un poco la mochila!).

En estas semanas, en casa con las nenas venimos diseñando en conjunto con mis hijas tanto el menú de comidas como el de actividades diarias (zoom de clases virtuales incluidas). Tenemos tareas que debemos hacer y otras que queremos hacer. Hemos armado listas y repartido ítems. La grande se copa siendo quien escribe cada una de las cosas, la chica –aplicada como es- se encarga de que se cumplan, o de botonear cuando eso no sucede. Entre todas decidimos y todas nos responsabilizamos en hacer las cosas. Tiempo atrás hubiera sido yo quien decidiera actividades, menú, horarios y hubiera recibido un montón de rebotes de las doncellas. Como ahora “deciden” (entre las opciones que yo propongo porque si hay algo claro en esta Disciplina es que los adultos llevamos el timón del barco), están más dispuestas a colaborar. Por supuesto que con reveses, pero se sienten empoderadas y activas en la toma de decisiones familiares. Eso influye directamente en su sentido de autovalor.

Le sigo errando a diario y muchas veces. Pero la culpa viene hablándome más bajito. Ahora soy de esas madres que pide disculpas a sus hijas (el respeto a los niños es otro pilar fundamental de la Disciplina) y que pregunto sobre soluciones a esos temas que me quitan tiempo, energía y me estresan. Sus respuestas han sido muy creativas y en muchísimos casos han dado soluciones mejores a las que hubiera diseñado yo sola. Ya no soy la única que responde a la pregunta ¿qué comemos hoy? Ahora la pregunta es distinta. Les cuento lo que hay (frutas y verduras incluidas y como “must”) y ellas terminan de diseñar el menú.

Si te interesa participar de las charlas sobre Disciplina Positiva que realizaremos el miércoles 14 y el miércoles 21 de abril por zoom contactanos por Instagram. Hay cupos gratis (limitados) para suscriptores de El Observador: [email protected]

Podés leer más sobre estos temas en el blog Mamás Reales.

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