Diego Battiste

Mirar hacia adelante

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28 de marzo de 2022 a las 19:01

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La tan discutida LUC fue ratificada este domingo por estrecho margen por la ciudadanía. Con el escrutinio primario de la Corte Electoral, casi cerrado a falta de los votos observados, hay prácticamente una reedición del balotaje de 2019. Un calco de los votos allí obtenidos por Lacalle Pou y Daniel Martínez. Ahora vendrán los análisis políticos acerca de quienes son los que ganaron políticamente y a quienes no les fue tan bien. Lo primero que puede decirse es que sorprende que los promotores del SI no aceptaron la derrota hasta bien entrada la noche.

Era obvio que la ventaja del NO más los votos en blanco tenían una ventaja indescontable para el SI. Ni siquiera existía la excusa -falsa excusa por cierto ya que todos sabemos como se comportan históricamente los votos observados- que esgrimió Daniel Martínez en 2019. Ni siquiera ese elemento puede usarse para dilatar el reconocimiento de la derrota o para querer transformar una derrota en victoria. es actitud quita fuerza al pedido de Fernando Pereira por un “diálogo” especial a partir de este lunes 28.

El diálogo político es preciso siempre. Sea el resultado de una elección 50.5/49.5 o 60/40. Las minorías tienen sus derechos y no pueden ignorarse sus opiniones. Luego corresponderá al gobierno gobernar pero, si es posible tejer acuerdos y construir puentes, las reformas que se implementen serán más sólidas y perdurables. El problema es que la oposición se acostumbró durante 15 años a gobernar con mayorías legislativas propias y no estuvo muy dispuesta a dialogar con nadie. Ni siquiera a cumplir con el mandato de la OIT respecto a las ocupaciones y piquetes.

Un segundo análisis es respecto al uso de mecanismo de referéndum. Puede discutirse si conviene poner en una Ley de Urgente Consideración tantos y tan variados temas como tuvo esta. Pero no fue el escaso tiempo de debate lo que impulsó el recurso de referéndum parcial. Si ese fuera el motivo, se tendría que haber procurado derogar toda la ley.

El motivo principal fue que la LUC tocaba aspectos de las empresas públicas como el precio de los combustibles y la portabilidad numérica. Y, ya se sabe, eso es tocar una de las vacas sagradas de la izquierda y de los sindicatos estatales que defienden sus privilegios antes que el interés general. Por lo demás, la LUC hacía cumplir lo establecido por la OIT sobre la ocupación y los piquetes. Aunque la LUC hubiera tenido tan solo tres artículos regulando esos temas, hubiera sido sometida a referéndum. Y no era cuestión de “diálogo”. El propio Mujica, dialogante como nadie, intentó convencer a los sindicatos de cumplir con la OIT y no tuvo suerte. Intentó una reforma del estado que afectaría privilegios de los funcionarios públicos y no se la llevaron. Intentó una reforma educativa en la cual los cuatro partidos con representación parlamentaria estuvieron de acuerdo en un 98% y fracasó en el intento.

Toda reforma que afecte a las empresas públicas en poco o en mucho y a una visión corporativa de la educación donde los sindicatos docentes son los garantes de no se sabe qué, excepto de la decadencia de nuestra otrora elogiada educación pública, genera inmediato rechazo en la izquierda más radical. De modo que no es tanto cuestión de diálogo, que lo hay, sino de ponerse de acuerdo en ciertos principios básicos. La reforma de la seguridad social será una buena prueba de ello. Por ahora, la oposición fue convocada a las deliberaciones pero ni siquiera hubo acuerdo en el diagnóstico. Difícil que lo haya en la solución. Ayer fue una buena jornada cívica. De esas de las que nos enorgullecemos con razón los uruguayos. Ahora necesitamos mirar hacia delante y enfrentar los desafíos que nos esperan: la urgente reforma de la seguridad social, la reforma educativa para capacitar a nuestros jóvenes y mejorar la inserción social, el afloje de la “cincha impositiva” en términos presidenciales y la inserción internacional. El gobierno tiene ahora tres años para impulsar estas reformas. Si hay algo que no retorna, es la oportunidad perdida. Y por esa vara será juzgado en las urnas y en el tribunal de la historia, que es más severo.

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