Opinión > CARTA DEL DIRECTOR

Otra vez, la torre de PISA

El retroceso educativo de nuestro país –también con una alta tasa de deserción que no recoge las pruebas PISA– no se correlaciona con el presupuesto educativo, que ha crecido en lo que va del siglo
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21 de agosto de 2022 a las 05:00

Bastó que la ANEP intentara motivar a los alumnos que se van a presentar a las pruebas PISA usando la camiseta celeste junto con el eslogan “ponete la celeste” para que se desatara una violenta reacción. La Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) salió de punta con un duro eslogan “ANEP te PISA” y a continuación agregó: “Ahora te piden que te pongas la celeste pero te recortaron US$ 151 millones en dos años, te censuran murales y no te consultan cuando quieren reformar la educación”. Y Pablo Caggiani, que integra la comisión directiva del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) en representación del Frente Amplio, publicó en Twitter “El peor uso de la evaluación en educación”. Y luego agregó: “Gurises, hagan las pruebas tranquilos. No hay copa ni nada. [Esta instancia] Brinda información para saber por dónde hay que mejorar. El mundo adulto poniendo sus prioridades sobre los gurises”. 

No se sabe si con “el peor uso de evaluación en educación” el consejero se refería a las pruebas PISA en sí, que han sido muy criticadas por la izquierda en general como un instrumento ideado desde el capitalismo (las pruebas son una herramienta desarrollada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] para medir el desempeño de los estudiantes y comparar los resultados entre países), o si se refería a la campaña de ANEP para motivar a los estudiantes.

En todo caso, ya se ve que cualquier acción de las autoridades de la educación genera una reacción ríspida en los gremios docentes, en su lucha constante por incrementar el presupuesto educativo para mejorar los resultados de la educación aunque no se tomen el esfuerzo de explicitar bien en qué y dónde es necesario dedicar mayores recursos, ni rendir cuentas de lo que se hizo con los recursos recibidos. 

De hecho, baje o suba el presupuesto de la educación, siempre hay quejas, o porque supuestamente baja (aunque nunca se especifica bien en qué) o porque no sube lo suficiente. Y eso ha ocurrido tanto en gobiernos frenteamplistas, cuando se consideraban insuficientes los incrementos, como en el actual, al que se acusa de rebaja presupuestal aunque el crédito presupuestal de ANEP ha subido. Pero en fin, ya sabemos que todo depende de las fechas que se tomen como punto de partida y de llegada.

En todo caso, el deterioro educativo, notorio sin necesidad de realizar pruebas PISA y más notorio aún con las pruebas PISA (que nos muestran una decadencia relativa en el tiempo al compararnos con países vecinos), siempre se adjudica a un problema presupuestario y nunca se aceptan fallas de ejecución o de gestión o de diseño institucional. El problema siempre está fuera del sistema educativo y esa culpa es o de gobiernos demasiado austeros o de gobiernos otra vez directamente ensañados en su afán de hundir la educación.

Aún así hace bien la ANEP intentando motivar a los 7.500 alumnos de 230 liceos públicos y privados a rendir al máximo en estas pruebas que se tomarán del 15 de agosto al 24 de setiembre. El presidente del Codicen, Robert Silva, dijo que las pruebas PISA “nos caracterizan como país” y se mostró preocupado por la situación uruguaya en las últimas ediciones, más allá de que se ubicó entre los mejores países de la región, según señaló. En ese sentido, planteó que “tenemos que posicionarnos en esos aprendizajes” que den muestra de una mejora en la situación de la educación uruguaya.

Como dijo el experto Guillermo Fossati, también miembro del Ineed: “No es el nivel de esfuerzo que ponen los estudiantes en la realización de las pruebas lo que interesa medir y evaluar. Interesan mediciones válidas de los conocimientos y competencias que tienen los estudiantes en lo que se está evaluando. Se sabe que la ‘motivación de logro’ es una variable que explica una parte de las variaciones en los resultados (en el país y entre países). Estimular la motivación del alumnado y dar reconocimiento por la participación en las pruebas (en este caso las pruebas PISA) no es poner presión sobre el alumnado, es promover la implicación activa en la realización de las pruebas.

Es bueno estimular y motivar porque la tendencia que muestran las pruebas PISA para Uruguay desde 2003 a 2018 es un progreso muy lento en lectura, un retroceso en matemáticas y un estancamiento en ciencias. Y sobre todo un deterioro comparativo con países como Chile, Perú y Colombia. Chile está por encima de Uruguay, Perú y Colombia por debajo, aunque cerrando la brecha.

Lo que está claro es que el retroceso educativo de nuestro país –también con una alta tasa de deserción que no recoge las pruebas PISA que solo se hacen a quienes están en el sistema formal– no se correlaciona con el presupuesto educativo, que ha crecido en lo que va de este siglo. Y sobre todo ha crecido como porcentaje de un PIB que a su vez ha crecido por encima de promedios históricos. O sea, más presupuesto en pesos constantes, que importa más que los porcentajes del PIB. Ahora falta abocarse a la reforma de la gestión y del diseño institucional de la educación para que haya más autonomía en cada centro. Y mientras tanto, tratemos de reflejar mejora en las pruebas PISA, para dejar mejor a la celeste.

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