Política y burocracia: hacia un programa de becas

Carrera política y carrera académica no suelen ensamblarse. Tenemos que hacer un esfuerzo enfocado en esa élite “mixta” de policymakers, de cuya formación y desempeño depende la calidad de las políticas públicas

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24 de julio de 2021 a las 05:04

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“Políticos profesionales y funcionarios públicos de carrera comparten una responsabilidad muy especial en las democracias modernas. Sobre sus hombros recae la delicada tarea de liderar la gestión de las estructuras burocráticas y de gobernar las políticas públicas. Semejante desafío exige recursos, a la vez, comprometidos públicamente y calificados técnicamente”. Con este párrafo comienza el documento titulado “Un salto de calidad hacia el futuro: Becas en gobierno y políticas públicas en universidades de excelencia en el exterior”, elaborado en el marco del Programa Uruguay de la fundación Konrad Adenauer, que se presentará el miércoles de la semana que viene.1

Me tocó coordinar el equipo que elaboró este texto, integrado por Eliana Álvarez, Marcelo Dianessi, Esteban García, Camilo Martínez y Nicolás Pose. Proponemos la creación de un programa especial de becas para dar un fuerte impulso a la formación académica de la élite que tiene a su cargo la elaboración e implementación de políticas públicas. Se trata de una élite mixta, en parte compuesta por dirigentes políticos (que expresan, en cada momento, las preferencias mayoritarias de la ciudadanía), en parte integrada por jerarcas de la administración pública (que atesoran el conocimiento acumulado en años de servicio en la función pública). El equilibrio relativo entre ambos vectores, el político y el burocrático, depende de muchos factores. Hay diferencias nacionales: en algunos países, las estructuras burocráticas son más potentes que los partidos. No es lo mismo la burocracia francesa que la uruguaya. Hay también diferencias dentro de cada país entre diferentes estructuras del Estado.  No es lo mismo un ente autónomo que un ministerio (suele pesar mucho más el componente político-partidario en las cúpulas ministeriales).

Seleccionar bien a los funcionarios públicos, promoverlos en función de sus méritos concretos y potenciar su formación académica es un desafío muy importante. Existe consenso en que una experiencia especialmente exitosa en este sentido es la del Banco Central del Uruguay. El BCU se desgajó del BROU en 1967. Heredó la cultura meritocrática de su tronco original. Pero, con el correr del tiempo, le agregó a esa matriz inicial una política de formación de su personal muy efectiva. A comienzos de los años noventa, sobre la base de acciones impulsadas por presidentes anteriores (como José Gil Díaz y Ricardo Pascale), Ramón Díaz definió e implementó una política de becas ambiciosa que, con los años, permitió que cerca de tres decenas de funcionarios realizaran maestrías y doctorados en el exterior. Los economistas saben bien hasta qué punto estas becas contribuyeron al fortalecimiento de la capacidad técnica del banco y al desarrollo de la profesión económica en Uruguay. La política de becas del BCU ha sido una “buena práctica” como se dice en la jerga. Una política nacional de becas de maestría en gobiernos y políticas públicas debería favorecer prácticas similares en otras instituciones públicas.

Pero, en Uruguay, como corresponde a una democracia plena, la partidocracia es más fuerte que la burocracia. Los partidos reclaman y ejercen con toda firmeza el derecho de gobernar las estructuras burocráticas en nombre de la ciudadanía. Por eso mismo, en cada rincón del Estado, son los dirigentes políticos designados por los partidos los encargados de tomar las principales decisiones y de gobernar las políticas públicas. Por supuesto, lo hacen en interacción (más o menos virtuosa según los casos) con las jerarquías burocráticas. Pero, en esencia, el gobierno recae en los “leales”, es decir, en personas que cuentan con la confianza política de sus respectivos partidos. Por ende, la calidad de las decisiones y políticas públicas depende en medida sustancial de las características de los partidos políticos.

Esto conduce directamente a la otra dimensión de la política de becas que proponemos en el documento referido. Hay que encontrar la manera de compatibilizar mejor las carreras políticas con la formación académica. Cualquiera que siga de cerca la coyuntura sabe que la competencia política entre partidos es siempre muy intensa. Es menos visible que la lucha por los cargos es igualmente intensa dentro de cada partido. Abrirse camino, hacerse notar, conseguir un lugar en una lista, conservarlo y volver a avanzar, exige un gran esfuerzo. Por eso mismo, muchos militantes jóvenes ni siquiera terminan el primer escalón de estudios universitarios (las licenciaturas). La máquina de la militancia los devora. Los que más arriesgan perder su lugar en la carrera política son los militantes que deciden estudiar más, los que se van al exterior a hacer maestrías o doctorados. Carrera política y carrera académica no suelen ensamblarse. Desde luego, hay algunos casos exitosos en todos los partidos, pero son pocos.

Uruguay tiene muy buenas experiencias de becas, además de la del BCU. Hace un tiempo escribí sobre las llamadas “becas Gallinal”.2 Más tarde, OPP PEDECIBA, AUCI, ANII, entre otras instituciones, han generado y/o gestionado becas de enorme valor. Así como no es posible narrar el despegue de la Economía como profesión sin las becas del BCU, no hay forma de entender el brillante papel de médicos y biólogos en el control de la pandemia sin los diversos programas que hicieron posibles excelentes estándares de formación académica. Pero, si queremos acelerar en la resolución de los grandes desafíos pendientes, tenemos que hacer un esfuerzo adicional enfocado en esa élite “mixta” de policymakers, de cuya formación y desempeño depende la calidad de las políticas públicas.

 

1 El documento está disponible aquí. La presentación se podrá seguir en vivo: https://www.youtube.com/watch?v=PaVTqeYaz9I

2 Ver aquí.

Adolfo Garcé

Doctor en Ciencia Política, Docente e Investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR

adolfogarce@gmail.com

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