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Por qué las reuniones corporativas sobrevivirán la crisis del coronavirus

Es poco probable que las recientes cancelaciones de conferencias eliminen nuestro deseo de reunirnos en persona

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20 de febrero de 2020 a las 14:28

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Por Andrew Hill

El coronavirus está dividiendo el mundo en aquellos que denuncian el alarmismo en cuanto al impacto de la epidemia y en aquellos que prefieren prevenir que lamentar. La conferencia de telecomunicaciones más grande de Europa –el Congreso Mundial del Móvil (MWC, por sus siglas en inglés) que iba a celebrarse en Barcelona –se ha colocado firmemente en el segundo grupo.

La decisión de cancelar el congreso pone en riesgo ingresos estimados de €492 millones para la capital catalana y 14,000 empleos temporales. Ha llevado al coronavirus a la cima de la agenda de cualquier organismo comercial o junta directiva corporativa que ha estado planeando organizar o enviar una delegación a un evento prácticamente en cualquier parte del mundo.

Si bien la tasa de mortalidad del virus es menor que la de síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), el cual sacudió a las redes corporativas en 2002-03, los científicos del Colegio Imperial de Londres estiman que su impacto "puede ser comparable a las principales pandemias de gripe" del siglo pasado. Es natural, entonces, que las empresas cuestionen por qué enviarían a su equipo de ventas a estrechar muchas manos de contactos y potencialmente traer de vuelta algo más que el contrato y la mochila con el logotipo llena de tarjetas de presentación que lograron obtener.

Los organizadores de conferencias están siendo cautelosos. La compañía multinacional Informa ha pospuesto eventos en Tailandia, en Singapur y en China. Relx dijo que había pospuesto nueve de las 45 conferencias que planeaba organizar en China este año. Desde en el campo del arte hasta en el de la aviación, las reuniones han sido canceladas o han visto cómo los nerviosos participantes se retiran en lugar de verse obligados a cerrar tratos en salas llenas de gérmenes. El MWC no es el primer evento no asiático en sucumbir. "Para garantizar el bienestar de nuestros invitados, socios y colegas", Swatch canceló su feria de relojes de lujo, “Time to Move” (momento de moverse), programado para el próximo mes en Zúrich.

De hecho, para un gran número de ejecutivos, éste no es el ‘momento de moverse’. Sin embargo, el tiempo no se le ha agotado a los eventos de creación de redes en general.

El comercio ha sido un portador de enfermedades infecciosas desde al menos el siglo XIV. El historiador Walter Scheidel señala fríamente en su libro "El gran nivelador", que "las conexiones comerciales existentes eran suficiente para garantizar la transferencia de los roedores y pulgas siempre presentes", propagando devastadoras plagas a través de las rutas de caravanas desde Asia central hasta Europa.

Los pesimistas y los futurólogos también afirman que la tecnología y el cambio climático están conspirando para poner fin a las convencionales reuniones masivas de negocios. Los desarrolladores de conferencias han estado ofreciendo durante mucho tiempo la promesa de la realidad virtual como una alternativa a viajar alrededor del mundo para acudir a incómodas salas de exposiciones. Las compañías están reconsiderando o reduciendo los viajes de negocios conforme intentan cumplir con los objetivos más exigentes con el fin de reducir su huella de carbono.

Pero, aunque existen ferias virtuales, todavía se ven como el débil descendiente de la Segunda Vida (Second Life, en inglés), el mundo en línea que alguna vez fue considerado como el próximo gran éxito. Por cada ejecutivo que me dice que las videoconferencias han alcanzado nuevos niveles de éxito, también existe otro que advierte que no puede compararse con reunirse en persona con un colega. Es posible que los directores ejecutivos deseen reformularse como avatares más jóvenes y en mejor condición física, o transmitir sus hologramas durante el próximo evento profesional fuera de la oficina, pero es un asunto de ciencia ficción imaginar esto como el futuro permanente de establecer contactos. En la vida real, los viajeros de negocios tienen más probabilidades de ponerse unos auriculares de realidad virtual o de realidad aumentada en una feria comercial para experimentar un producto que los expositores no pueden mostrar.

En cuanto al cambio climático, desde Davos hasta Las Vegas, muchos utilizan los eventos populares como el lugar ideal en donde pueden reunirse con todos sus clientes y proveedores, ahorrando tiempo y emisiones.

FABRICE COFFRINI / AFP

La mayoría de las proyecciones para el futuro de las conferencias provienen de organizadores de conferencias, y optimistamente pronostican la existencia de ferias comerciales cada vez más vastas, o sugieren sólo triviales ajustes al modelo existente ("Menos estilo, pero más reflexivo", declara una de esas predicciones que sirven sus propios intereses). Sin embargo, la historia sugiere que, salvo otra guerra mundial, los comerciantes potenciales siempre acudirán en masa a tales reuniones. Por un tiempo, habrá más ‘choques de puño’ y reverencias y menos apretones de manos y besos (¡menos mal!). Pero los grandes congresos y conferencias se recuperarán.

En el pasado, las enfermedades en sí han demostrado ser una forma de unir a personas influyentes. En el siglo XIX, los spas donde se recuperaban los adinerados enfermos y adictos al trabajo se convirtieron en lugares populares para el contacto social de alto nivel.

Animado por emprendedores visitantes, Davos se convirtió en un reconocido lugar de reunión para líderes empresariales, para banqueros y para intelectuales mucho antes de que naciera el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), según Sally Shuttleworth, de la Universidad de Oxford, quien está estudiando el desarrollo del centro turístico.

Es difícil considerar la cuarentena como una oportunidad para establecer contactos, pero yo no dudaría de que el WEF introdujera un examen para detectar la fiebre al estilo de un hospital con el fin de salvaguardar su próxima conferencia alpina anual, de la misma manera que impuso controles de seguridad al estilo de un aeropuerto para frenar la amenaza del terrorismo. La exclusividad es, de repente, no sólo más inteligente, sino más segura.

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