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7 de marzo 2016 - 0:00hs

Esta semana se dio algo así como la tormenta perfecta de WhatsApp y me puse a pensar en las bondades y maldades del servicio. O mejor dicho, de los grupos de este sistema de chat que ha cambiado la forma en que nos comunicamos, o sea, la forma en que convivimos.

En primer lugar empezaron las clases (¡Ay!), lo que indefectiblemente deriva en la creación de una serie de grupos dentro de este servicio tan necesarios como nefastos: el del liceo de tu hijo (que empieza primero, hay que estar en contacto), el de la cadena de fútbol y el de la de básquet, el de la generación pasada que se extraña, etc, etc, etc. Y qué bien usada acá la tan denostada –sobre todo por mí- expresión etcétera, que según el diccionario “se usa para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad”. La enumeración de listas de WhatsApp que invaden nuestro celular es extensa y usted y yo somos los culpables y aquí el etcétera lo describe como nada, no nos hagamos los distraídos (pero espéreme que ya vuelvo al tema).

En segundo lugar, cuando ya tenía pensado escribir este post, fui a ver el stand up de Pichot y cia, “Persona”. De las primeras cosas que dijo Vanesa Strauch en su monólogo es que estaba en pleno cuestionamiento de si alguna vez sería madre o no, “porque hay que bancar esos grupos de chat, ¡la puta!”.

Hay una tercera razón para concentrarme en esta guía práctica y es que los grupos de WhatsApp se han convertido en nuestra obsesión favorita en reuniones y charlas, casi como hablar del clima (la humedad es lo que mata) o criticar al gobernante de turno con o sin licenciatura.

Hagamos un ejercicio juntos: ¿cuántos grupos de WhatsApp alberga con cariño u odio en su celular? Y ahora, sea honesto: ¿en cuántos realmente quiere estar? Le dejo las matemáticas a usted, pero si logró sincerarse al menos por un minuto seguramente los segundos le ganan a los primeros.

Por todo lo anterior es que puede ser útil contar con algo así como un código de ética para navegar mejor -humana y técnicamente en los famosos e insoportables grupos de WhatsApp. Yo también intento sincerarme y por eso le diré cada vez que aconsejo una medida que no suelo cumplir. Mis pecados en una herramienta de mensajería que convoca a más de 1000 millones de humanos son tantos o más que los suyos. Acá van; siéntase libre de agregar sus sugerencias al final de este post:

1) Sea amarrete. Es decir, ahorrativo con las palabras. En grupos de padres de muchos integrantes uno debe escribir solo cuando es estrictamente necesario. Es decir, si se cambió la hora del partido de fútbol, avíselo en forma concisa y neutra porque es un servicio a la comunidad (bien por usted). El resto de los papás se lo agradecerán pero deberán hacerlo desde lo más hondo de sus corazones: en silencio. Se que nuestra amabilidad instintiva (ojala se usara siempre…) nos impulsa a responder: “Gracias!” (multiplicado por 40) y agregar “Si no me avisabas mirá si me iba hasta la canchita de Calamuchita!!”. Es difícil resistir esta tentación pero piense que cada mensaje de agradecimiento ocupa espacio en el celular, a veces incluso hace sonar una campanita molesta y crea un globito de notificaciones que en pocos minutos le indica que tienen 2000 mensajes sin leer. Para los obsesivos –como yo- es difícil dejar mensajes sin leer. Así que al final, si usted evita ser tan amable, terminará ayudando a la humanidad.

De igual modo, si una mamá o papá amable agradece los regalos que recibió su hija o hijo para el cumpleaños, evite ser parte de la catarata de “No es nada!!”, “Se lo merece!” “Tan divina Cata, eso y más”. La mamá quiso ser amable, no disparar 1000 kb de mensajes. Ya sé que no se usan más las tarjetitas de papel –físico, constante y sonante- para agradecer los regalos, pero ojalá vuelva la moda para así descongestionar los grupos de Whapp.

2) Sonidos y silencio. La regla de oro en esta materia es que TODOS los grupos, pero todos en serio, deben estar silenciados. Es la mejor arma ante estilos de vida diversos a los que todo el mundo tiene derecho pero que no hay por qué sufrir en carne propia. Imagine que el señor con insomnio –o con el reloj biológico cambiado, producto de su trabajo- se le da por leer todo lo que no vio en el día y comienza a responder con los consiguientes ping, ping, ping, ping a las 5 de la mañana. Incluso si tomó el loable recaudo de poner en silencio su celular, la mayoría de las veces sentirá igualmente la vibración (brrrr, brrrr, brrrr). Suficiente para arruinarle la noche a cualquiera.

¿Cómo se hace?: Vaya a la pantalla de Configuración del grupo y presione sobre Silencio; WhatsApp trae tres opciones por defecto (8 horas, una semana y 1 año) pero creo que pronto primará el sentido común entre sus desarrolladores y pasarán a ofrecer 1 año, 10 años y Toda la vida. Hay otro truquito técnico que le permite diferenciar el sonido con que suenan las notificaciones de cada grupo (o de cada persona). Yo no lo uso pero ahora me doy cuenta que puede ser útil para que suene diferente cuando hay un nuevo mensaje de un grupo VITAL (¿los hay?). Vaya a Configuración/Notificaciones/Sonido del mensaje y elija el ringtone que más le guste. Le sugiero que pruebe “Paso del Tiempo” (en iOS); le da un toque de suspenso.

3) Intente que no lo pongan como administrador. Esta función permite que usted agregue o borre participantes. Aunque en principio puede servir para masajear su ego (yo tengo el poder), al final terminará algo desquiciado. Evítelo, si es posible. Y si no puede, sugiera que ese grupo necesita más administradores. De hecho, todos los integrantes pueden ser administradores.

¿Cómo se hace? Toque el nombre del grupo para ir a Configuración. Allí presione sobre cada integrante que desea transformar en Administrador y le aparecerá la opción.

4) Limpie, pero no solo en primavera. Aunque no lo parezca, cada letra, foto, video, documento o mensaje de audio que le mandan por Whapp ocupa un lugar en la memoria siempre limitada de su celular. Me he encontrado con amigos que tenían casi trancado el smartphone porque nunca habían “limpiado” sus grupos. No se trata de borrar a los grupos y salir de ellos, sino de eliminar sus contenidos. Borre al barrer: todo. Y confíe en mí: esta es una de las tareas más agradables que nos permite WhatsApp y se convierte casi en una catarsis.

¿Cómo se hace? Para borrar todo ingrese a Configuración y presione “Vaciar chat”; todavía más fácil, arrastre el dedo sobre el grupo hacia la izquierda. Se le abrirán dos opciones: Más y Archivo (si usa iOS). En Más presione sobre Vaciar Chat.

Si todo lo que se escribió y mandó en ese chat le resulta digno de ser conservado también puede elegir “Exportar chat”, con o sin archivos adjuntos (que son las fotos, gifs, memes y demás “bellezas” que solemos mandar en los grupos). Luego de exportado el contenido puede mandarlo por mail o por mensaje. Nunca exporté el contenido de ningún grupo de WhatsApp y no se me ocurre una razón para hacerlo, pero en la diversidad está el gusto.

5) No guarde las imágenes y videos por defecto. WhatsApp viene programado para que todas las imágenes y videos que le envían queden guardados en su carrete. Está bueno atesorar la foto del primer día de escuela del nene, pero no tanto el chiste soez ese que le mandaron que ni siquiera le hizo gracia. Por eso para mí lo mejor es desactivar esta función de manera que usted pueda guardar manualmente los archivos que realmente le interesan y borrar (cuando hace la “limpieza apocalíptica” de grupos, que al menos debería ser una vez por semana) todo el resto que jamás volverá a ver y que sólo colabora para que su teléfono colapse

¿Cómo se hace? Vaya a Ajustes/Chats y desactive Auto-guardar archivos. Ya que está por esa zona y para evitar cargos adicionales en su cuenta, ingrese en el apartado Uso de Datos y defina que la autodescarga de elementos multimedia se haga sobre todo con Wifi y no con datos móviles. Si su cuenta tiene un límite de datos móviles, es una buena movida.

6) Aprenda a dejar ir. Este punto sería más adecuado que lo explique un experto en psiquis humana, pero mientras que lo ubico le sugiero algunas puntas. A muchos humanos nos cuesta “dejar ir”: al amor que no fue, al nene que se independiza, a la rutina de tomar café todas las noches aunque después de los 40 te conduzca hacia una irremediable noche en vela. Los ejemplos podrían ser infinitos, pero en este caso focalicémonos en WhatsApp. Deje ir los grupos que ya no le sirven para nada (desde un punto de vista práctico) y apreté el tan temido “Salir del grupo” apenas pueda. No tema: no es una falta de educación. Es una reacción lógica ante el fin de un grupo virtual cuyo objetivo primigenio caducó.

7) Ojo a qué grupo manda. Esto se lo digo desde la experiencia y la vergüenza. No he metido la pata a fondo, pero si he enviado o reenviado mensajes a un grupo al que no pretendía mandar. Ahora, luego de que ayer mismo reincidiera en esta tontera, me pegué un post it en la computadora que dice: “Ojo con mandar mensajes errados”. Si no es suficiente recurriré a la estrategia de mi maestra de cuarto: escribiré 100 veces “no debo mandar mensaje a un grupo equivocado”.

Al respecto también le recomiendo que no se haga el listo. Si forma parte de un grupo “intenso”, por decirlo con diplomacia, y junto a un grupo de tres o cuatro amigos que también están en ese grupo crea otro con el único objetivo de ironizar sobre lo que se dice en el “intenso”, habrá lío. Es la receta perfecta para meter la pata. Salga de ese grupo inmediatamente, no importa cuántas ganas tenga de descargarse, ironizar o reírse.

8) Aprenda a usar las listas de difusión. No todo son grupos en WhatsApp y existe la opción de crear Listas de distribución, que son mucho mejores para determinados objetivos. Por ejemplo, si lo que quiere es invitar a su cumple, puede crear una de éstas, agregar participantes, pero la gran ventaja es que lo que usted escribe lo verán todos (“Te invito a mi fiestita lluvia, el domingo a las 18 hs”) pero lo que le contestan los 100 invitados solo lo verá usted. Es decir, usted sufrirá pero el resto no. Sea solidario.

¿Cómo se hace? Presione sobre Listas de difusión, arriba a la izquierda, elija Nueva lista y agregue los nombres de los contactos con los que desea comunicarse. Es como el “copia oculta” del mail. Usted sabe a quién le manda pero quienes reciben no saben quiénes son los demás copiados.

Si a pesar de todo lo anterior usted es todavía y a plena conciencia un adicto a estos grupos, entonces vaya con todo y pruebe la función de crear un ícono para un grupo o conversación en particular. Esto solo se puede hacer en la versión para Android. Vaya a la pestaña de Chats, presione sobre la conversación o grupo para el que quiere crear un ícono en la home de su celular y elija la opción “Crear acceso directo”.

Bonus track (con dedicatoria a mi amiga Mariana): los mensajes de audio deberíans ser siempre breves. Como la brevedad depende sobre todo de estados menales, acordemos un estándar de 30 segundos. Si está muy hablador ese día, hasta 40 segundos. De otra manera, llame a su amigo/a y hable largo y tendido.

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