Qué es el vino garage y por qué vale la pena darle una chance

La tendencia nacida en Francia llegó a Uruguay de la mano de algunos jóvenes enólogos dispuestos a experimentar nuevos caminos

Tiempo de lectura: -'

19 de junio de 2019 a las 05:02

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Esta historia comenzó en 1989 en Saint-Emilion, una pequeña ciudad ubicada cerca de Burdeos, en Francia. Jean-Luc Thunevin, un discjockey devenido en enólogo, compró un poco más de media hectárea de viñedo y comenzó a producir vino de alta calidad a pequeñísima escala. Sin recetas, olvidando por completo las reglas que imponía la centenaria tradición francesa en la elaboración de vinos, este veterano utilizó el garage de un amigo como bodega. Además de recoger muchos elogios, el estilo de Jean-Luc Thunevin inspiró a enólogos de varias partes del mundo.

Esa influencia nacida en Europa llegó al Río de la Plata. Algunos bodegueros uruguayos comenzaron a experimentar un método de producción artesanal, que cuida de manera obsesiva hasta el mínimo detalle. Se trata de partidas muy limitadas, lo cual permite realizar de forma manual algunos procesos, algo imposible en las bodegas de gran escala.

El enólogo Martín Viggiano es uno de los abanderados del vino garage uruguayo. Mientras era apenas un niño, Viggiano ayudaba a su abuelo italiano a elaborar vino casero en su casa de Barros Blancos. Años más tarde, luego de recorrer las redacciones de varios diarios trabajando como periodista, el vino volvió a reclamar protagonismo en su vida y lo puso en una encrucijada. En aquel entonces, Viggiano navegó en un mar de dudas entre seguir creciendo como periodista -en ese entonces era editor del área política de El Observador- o empezar de cero en el mundo de la enología. Decidió apostar.

Abandonó su cargo y comenzó a estudiar en la escuela de enología, ubicada en Las Piedras. Antes ya había elaborado un vino de su autoría. Junto a su amigo Valentín Trujillo -también periodista-, embotellaron un muy buen tannat merlot 2015 en el galpón de la casa de Viggiano, en Médanos de Solymar.

Ahora, ya dedicado por completo a la enología, busca mantener aquella esencia artesanal y salió al mercado a vender su etiqueta Viggiano. “El vino garage es un concepto. Lo más importante es no tener recetas. Cuanto menos intervención de máquinas, mejor. Lo ideal es partir de buena uva y tomar buenas decisiones enológicas”, dijo a El Observador.

“Con esta forma de elaboración busco no responder a una lógica comercial o empresarial, sino hacer lo que me gusta, explorar y encontrar un camino. Mi norte es que quienes prueben el vino garage tengan una experiencia diferente, que sea un vino que no pase desapercibido, independientemente de si gusta o no”, agregó. Cada año, produce 2.000 botellas como máximo.

Además de elaborar los vinos Viggiano, también trabaja como enólogo de la bodega Cerro del Toro. Se trata de un proyecto de inversores japoneses ubicado en Maldonado, cuyas primeras etiquetas comenzarán a salir al mercado dentro de poco.

Un viaje a California

Otro joven enólogo que busca explorar la magia de los vinos garage es Nicolás Monforte. Su bodega Colorado Chico -ubicada en Canelones- elaboraba a granel, pero luego sumó una línea de vinos finos gracias al aprendizaje que Nicolás adquirió en una de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo.

“Quisimos hacer un experimento que surgió como parte de la experiencia que yo obtuve en California. Allí observé cómo ellos trabajaban para lograr los mejores vinos a partir de pequeñas partidas de uva de calidad, con un toque artesanal. Entonces destinamos un pequeño rincón de la bodega detrás de esta búsqueda”, contó a El Observador. Aquel primer intento a pequeña escala ocurrió en 2015 y los resultados permitieron continuar la etiqueta llamada Osado.

Monforte subrayó que la esencia para lograr buenos vinos garage es el trabajo en el viñedo. Por eso, mientras prepara cada vendimia, Monforte recorre las viñas y selecciona las mejores filas, cuyo destino serán aquellas barricas ubicadas su rincón preferido de la bodega. “El tiempo en barrica también lo hacemos sin receta. Degustamos hasta que entendemos que es el vino que estábamos buscando”, contó.

Gabriel Pisano es otro de los jóvenes que están elaborando vinos garage. Al mismo tiempo que trabaja junto a su familia en la bodega Pisano, quiso explorar un camino propio, con una bodega experimental llamada Viña Progreso. “Quise empezar a elaborar vinos diferentes, que no calzaban con el portafolio de Pisano. Es una apuesta que intenta traducir la tierra a la botella, sin tanta intervención. De algún modo, son vinos más puros”, dijo.

Por otras zonas

En otras zonas de Uruguay también hay bodegas apostando a elaborar vinos artesanales. El Legado, en Carmelo, es una de ellas. Con apenas una hectárea y media de viñedo, ese emprendimiento familiar tiene sus puertas abiertas para recibir a los turistas que realizan la muy disfrutable ruta del vino de Carmelo.

Bernardo Marzuca, responsable de El Legado, dijo que la apuesta es ofrecer productos innovadores. Por eso, la cepa Syrah –no muy común en Uruguay– adquiere un gran protagonismo en aquel emprendimiento del oeste. 

“El concepto de bodega garage se basa en elaboraciones muy limitadas, con un trabajo muy detallista que realizamos en familia, junto a mis hijos. Buscamos la excelencia en el vino. La bodega nuestra resume todas esas condiciones”, dijo a El Observador. “Los mejores resultados siempre se logran a pequeña escala”, agregó.

Otra experiencia de vinos garage es Viñas del 636, en Rivera. Thiago Gutiérrez dijo que su bodega responde a un estilo artesanal, con la mínima manipulación posible. “Somos conscientes que nunca podremos competir con volumen, pero sí en calidad y concentración”, dijo el enólogo a El Observador. Viñas del 636 elabora menos de 6.000 botellas anuales. “No elaboramos las mismas etiquetas todos los años. Nunca vamos a estandarizar un vino para que salga igual todos los años”, contó.

Lejos de los flashes y de las vidrieras de las grandes superficies, algunos enólogos buscan impregnar su sello a partir de vinos de autor, donde lo experimental cobra sentido y las reglas son desechadas con convicción.


 

Cinco vinos garage para probar
 
  • Viggiano tannat tinaja. Se consigue en Iberpark y venta directa por redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram). $ 590
  • El Legado: Blend tannat syrah gran reserva. Se consigue en Iberpark, algunos restaurantes y en la bodega. $ 1.200.  
  • Colorado Chico. Osado tannat roble. Venta exclusiva en bodega y próximamente en bares de vinos. $ 390
  • Viñas del 636. Synergía tannat merlot cabernet sauvignon. Venta en la bodega y en Iberpark $ 1100.
  • Viña Progreso. Tannat Sueños de Elisa. Se consigue en bares de vino de Montevideo. $ 900





 

El sueño del vino propio
 
Varias familias uruguayas elaboran vino casero para consumo propio, sin fines comerciales. La ley vitivinícola lo permite. Los particulares deben inscribirse en el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) y obtienen un permiso para vinificar hasta 500 litros de vino. Los permisos se otorgan por año y en zafra (vendimia). En 2019 se registraron 120 particulares bajo este régimen, según informó a El Observador la responsable de comunicación de INAVI, Karina Spremolla.  






 

 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.