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Qué sugieren expertos para que el BCU sea más eficiente y creíble para bajar la inflación

Autoridades despegadas del ciclo electoral, explicitar metas con los precios y fundamentar por su cumplimiento o no ante el Parlamento son algunos de las propuestas
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28 de agosto de 2020 a las 05:03

El Banco Central del Uruguay (BCU) deberá dar un nuevo paso si pretende estar a la altura de sus pares de primer mundo e incluso de algunos países de la región (Chile o Colombia) que han impulsado cambios sustantivos en la institucionalidad y credibilidad de estos organismos en las últimas décadas. El presidente del BCU Diego Labat ya anunció públicamente que en breve se comenzará a trabajar en una propuesta de reforma de su Carta Orgánica, que apunte a una mayor independencia del poder político para que su credibilidad gane terreno.  

Precisamente, las XXXV Jornadas Anuales de Economía del (BCU) -que comenzaron este jueves y culminan hoy- tuvieron como apertura un panel con expertos denominado Institucionalidad para la política monetaria. El mismo estuvo integrado por Julio de Brun (economista y expresidente del BCU), Aldo Lema (Vixion Consultores), Juan Rubio-Ramírez (Emory University), y Carlos Végh (John Hopkins University).

Tras un repaso general donde se reconocieron los avances que lograron los distintos bancos centrales de América Latina en los últimos 30 años -que posibilitó una reducción sustantiva en la evolución de los precios en términos generales-, todavía quedan tareas pendientes para reforzar la institucionalidad y credibilidad de estos organismos. 

“La conquista de la inflación se ha logrado con bancos centrales cada vez más independientes”, aseguró Végh. El execonomista Jefe del Banco Mundial para América Latina y El Caribe dijo que durante el período 2018-2020 la inflación promedio de la región es del 7%, una caída apreciable respecto del 600% que llegó a registrase en la década de 1990.

“La independencia del BCU es aún comparativamente baja respecto a los países desarrollados. Son necesarios cambios institucionales para converger a una inflación baja y estable en torno a 3%. Hay literatura y evidencia que ese es el nivel (3%) que parece como más razonable”, comentó Lema. 

Autoridades por fuera del ciclo electoral

En Uruguay, uno de los cambios donde Lema, De Brun y Végh coincidieron fue en la necesidad de darle una mayor independencia a la designación de sus directores para desacoplarlo de los cambios de gobierno y el ciclo electoral. “Quizás la tercera sea la vencida”, dijo de Brun, quien recordó que esa iniciativa promovida por los Ejecutivos de turno naufragó en el Parlamento tanto en la reforma del BCU de 1995 como en la de 2008. 

Lema acotó que la designación de los directores del BCU debería tener como prioridad su reputación y sus convicciones técnicas, en oposición a fidelidad políticas de estos funcionarios. También indicó que debería revisarse la interacción de la autoridad monetaria con el Poder Ejecutivo, con un perfil más de coordinación que de subordinación, así como limitar las reuniones del Comité de Coordinación Macroeconómica que comparte actualmente junto al MEF. 

La comunicación y blanquear objetivos

“La institucionalidad también trae ciertas obligaciones para un banco central. Tiene que ser muy transparente para la toma de decisiones con reuniones de los consejos de política monetaria con cierta frecuencia y explicar por qué se toman las decisiones. Asumir los (posibles) desvíos ante el Parlamento en las metas y qué es lo que planea hacer al respecto”, planteó Végh. 

Precisamente, sobre ese punto, De Brun consideró que el BCU debería introducir ajustes en su manera de comunicar sus objetivos, incluso sugirió que la autoridad monetaria debería incorporar una meta intermedia de su propia expectativa de inflación y hacerla saber en los comunicados del Comité de Política Monetaria (Copom) o en sus informes de política monetaria trimestrales. 

“Los comunicados del Copom deberían apuntar a describir más lo que se intentó hacer y cómo le fue con su verdadero objetivo, más que darle vuelta a tratar de explicar por qué no se cumplió la meta de inflación o el agregado monetario”, afirmó De Brun. En la misma línea, Lema añadió que son necesarios cambios en “la gestión monetaria” para ir hacia un “régimen verdadero y creíble de metas de inflación” cuya prioridad debe ser el control de los precios y no desviarse en mantener un determinado tipo de cambio real, por ejemplo, algo que un banco central no puede sostener a largo plazo.  

“Hay una oportunidad estructural y coyuntural para que Uruguay mejore su gestión e institucional monetaria”, concluyó Lema. Y agregó que la “mejor contribución” que puede hacer el BCU a la competitividad, el crecimiento y el empleo, es una inflación baja y estable. Ello ayudaría entre otros objetivos, a una reconstrucción de mercados en pesos (desdolarización), expansión del crédito en moneda nacional y menor fragilidad financiera, explicó el analista. 

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