La democracia tiene el defecto de que no suele ganar el que tiene razón. Si hay alguien que tenga razón. La evidencia empírica del éxito o fracaso de las políticas aplicadas en otros países no suele ser aceptada localmente en ningún lado. Cada sociedad se considera diferente al resto del mundo, con particularidades que la separan totalmente del común de la humanidad. Por eso toda sociedad quiere ser protegida del mundo externo, al que siente un peligroso enemigo. O sea, quiere ser protegida de la competencia, o de la necesidad de competir.
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