Sultan al Jaber se queda pasmado cuando escucha que los ecologistas lo acusan de mantener una doble postura en materia de cambio climático. En público, las palabras de este empresario petrolero y político de 50 años están redactadas, son prudentes y casi monótonas.
Pero en privado, el espigado hombre se relaja, sonríe, habla con más libertad y deja traslucir su frustración ante las acusaciones que la adjudican ser el caballo de Troya de la industria petrolera en la COP28 que empieza el próximo mes en Dubái.
La lista de sus funciones es larga y, para muchos, contradictoria: patrón de la petrolera emiratí ADNOC, ministro de Industria y Tecnologías Avanzadas, emisario para el clima y presidente de la 28ª Conferencia sobre el Cambio Climático de la Naciones Unidas (COP28).
"La gente que me acusa de conflicto de intereses no conoce mi trayectoria", dijo en una entrevista a la agencia AFP en julio pasado. "He dedicado la mayor parte de mi carrera al desarrollo sostenible, a la gestión de proyectos y a las energías renovables", se defendió en la ocasión.
Su experiencia es distinta a la de sus predecesores y a la de otros empresarios del petróleo. Representó a Emiratos Árabes Unidos en varias cumbres sobre el clima y fundó en 2006 la sociedad nacional de energías renovables Masdar, cuyo consejo de administración preside.
La compañía dispone ahora del doble de capacidad instalada en energías renovables que las que puede exhibir el gigante francés TotalEnergies. Recién en 2016 fue nombrado director general de la petrolera estatal con el encargo de "descarbonizar ADNOC y prepararla para el futuro", según el mismo expresa.
Sin embargo, cientos de oenegés lo critican por ser un hombre del sector de las combustibles y piden que dimita como CEO de ADNOC, o bien a la presidencia de la COP28. “Las reformas necesarias de la cumbre del clima están comprometidas por la presencia de un dirigente de una compañía petrolera al mando", añadieron en mayo pasado un centenar de parlamentarios americanos y europeos.
Las críticas, no obstante, son matizadas por otros, en especial por diplomáticos y negociadores que actúan en la COP28. Son los que destacan la necesidad de alcanzar un acuerdo que incluya el compromiso de los principales países productores de petróleo.
Consciente que su imagen y el resultado de la COP28 repercutirán en el prestigio de Emiratos Árabes Unidos, Al Jaber contrató un experimentado equipo de profesionales de la comunicación, en su mayoría anglosajones.
"Toda mi vida se organiza alrededor de indicadores claves de rendimiento, es así como gestiono mis empresas", insiste. "Soy pragmático y realista. Mi función es ofrecer resultados reales para mantener el objetivo de 1,5 grados centígrados al alcance", agrega Al Jaber.
Sus esfuerzos, al decir de los hechos, han conseguido seducir a parte de los escépticos. "Es muy directo, escucha", dice Harjeet Singh, veterano de estas cumbres y que habla en nombre de la Red Global de Acción Climática, red que engloba a unas 1.900 organizaciones. Ambos hombres se han reunido y sus equipos hablan permanentemente.
Según Singh, el discurso de Al Jaber ha evolucionado. Su lectura señala que el primer punto de inflexión se produjo en junio pasado, en la ciudad alemana de Bonn, cuando el emiratí dijo que la reducción de las energías fósiles era "inevitable". Fue un giro semántico que el microcosmos que rodea las COP28 no esperaba de parte de un responsable del Golfo Pérsico.
La segunda instancia fue una "carta a las partes", en julio último, en la que detalló su posición sobre los combustibles fósiles, las energías renovables y el fondo de compensación que reclaman los países pobres y en desarrollo para compensación y reparación de daños climáticos.
"Es muy firme, pero estamos de acuerdo en nuestros desacuerdos", dice Singh con un dejo ironía. Sin embargo, al igual que otros ambientalistas, Singh sigue preocupado por el lugar otorgado a los partidarios de las energías fósiles en la COP28 y lamenta el espaldarazo que se dará a las tecnologías de captación de petróleo, muy promovidas por esta industria.
El método Al Jaber
"Escucha a todas las partes, escucha también a la sociedad civil, y lo nuevo es el lugar de los jóvenes en el proceso de decisión", confía la senegalesa Madeleine Diouf Sarr, presidenta del grupo de países menos avanzados, conformado por 46 naciones.
Por lo pronto, desde que fue designado para presidir la COP28 hace nueve meses, Al Jaber ha viajado a más de 25 países, entre ellos China y Brasil, dice su equipo. Su nombramiento no es discutido por los gobiernos. "Está presente en todas las discusiones", dice Steven Guilbeault, ministro canadiense del Medioambiente que trabaja oficialmente con el responsable emiratí en la preparación de la COP28.
Su antecesor en la COP21, el exprimer ministro de Francia Laurent Fabius, habla de un "hombre que trabaja” y que “conoce muy bien los casos". Sin embargo, los elogios no borran las dudas. ¿Pero tendrá el “doctor Sultan”, como lo llama su equipo, la firmeza y la destreza para conseguir la adopción de un texto más ambicioso y aceptable para las 198 partes?
"Es mucho menos voluntarista que los británicos en la COP26", se lamenta un negociador europeo bajo estricto off the record, al considerar que la presidencia del emiratí está "un poco rezagada" en la negociación del texto final.
Al Jaber recuerda oportunamente que él no decidirá nada, pero la experiencia demuestra que los presidentes de estas cumbres pueden ser claves para catalizar acuerdos. Su plan pasa sobre todo por preparar grandes anuncios de compromisos de parte de alianzas empresariales al margen de la COP28, por ejemplo para reducir las emisiones de metano.
Sin embargo, los críticos apuntan que esto no tendrá la misma fuerza que un texto de la ONU. ¿Conseguirá desmentir Al Jaber a los pesimistas? La respuesta llegará el 12 de diciembre, teórica fecha del fin de la COP28; o antes, si su metódico liderazgo consigue cerrar los debates antes de la hora límite.
(Con información de AFP)