"Denme un escenario en el que este toro pueda ser salvaje y aunque puedo pelear, preferiría recitar. Eso es el espectáculo". La frase pertenece al boxeador Jake La Motta en la brillante película de Martin Scorcece Toro Salvaje (1980) .
La Motta, campeón mundial de los pesos medianos en la década de 1940, fue un personaje bastante odioso y brillantemente interpretado por Robert De Niro.
Pero el Toro de
Peñarol, Gabriel Fernández, se va metiendo en el corazón de los hinchas.
A fuerza de sacrificio, goles y entrega. También de buen juego porque es muy inteligente para usar su corpulencia física cada vez que sale del área y juega de espaldas al arco.
Es evidente que Peñarol lo extrañó, y mucho, el pasado martes cuando quedó eliminado de la Copa Sudamericana, goleado en el Campeón del Siglo por Atlético Paranaense.
Fernández estuvo afuera por su expulsión en el partido de ida donde había sido de los mejores del equipo pero perdió por un segundo la cabeza y recibió la segunda amarilla cuando el rival ya jugaba con 10 por una falta de un zaguero que él mismo le había hecho cometer.
Había sido figura en el debut ante Racing con un gol al minuto tras gran centro del Lolo Estoyanoff.
Fue determinante jugando apenas ocho minutos contra Wanderers en la tercera fecha. Hizo un gol con notable y potente definición y le cometieron un claro penal.
No lo utilizó Diego López en la segunda fecha contra River Plate cuando retornó a la titularidad Lucas Viatri. Ante Liverpool sacó todo su arsenal goleador anotando el primer hat-trick de su carrera.
El boxeo se le da al cine mucho mejor que el fútbol donde, por poner un ejemplo, un gran director como John Huston fracasó en Escape a la Libertad metiendo a Sylvester Stallone de golero en un equipo liderado por Pelé.
Y la historia de Fernández tiene tintes cinematográficos. Criado por sus abuelos en Pajas Blancas donde supo alternar en el baby de zaguero y centrodelantero, formado en Bella Vista junto a Brian Lozano y en Defensor Sporting donde no encontró su lugar, la tuvo que ir a remar abajo a Cerro Largo, pero se hizo fuerte en Racing donde lo operaron dos veces de la rodilla con recuperaciones de seis meses cada una. Se le cayó un pase a Gremio y otro a Nacional. Pero por algo pasan las cosas. A los 24 años es figura y goleador de Peñarol y se gana un lugar en el corazón del hincha.