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Triunfo del tango uruguayo en Beijing

El Año de Intercambio Cultural entre Latinoamérica y China demostró que el talento de Uruguay destaca, no importa a dónde vaya
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27 de mayo de 2016 a las 20:03
A la cita habían sido invitados por obra y gracia del Presidente chino Xi Jinping grandes artistas de los 12 países participantes. Se trataba no sólo de representar a su patria mostrando su arte, sino también de participar en un evento de dimensiones espectaculares, que dio inicio en el pasado mes de marzo al Año de Intercambio Cultural entre Latinoamérica y China, espacio temporal en el cual se van a desarrollar diferentes actividades culturales, para trabar lazos de amistad y profundizar el conocimiento entre estas dos regiones del mundo.

La magnitud de la propuesta hacía necesaria una gran Ceremonia Inaugural y el lugar elegido para tal propósito no pudo ser otro que el recientemente estrenado Tianqiao Arts and Performance Centre de Beijing, un edificio ultramoderno, diseñado para atraer y dar a conocer los mejores espectáculos del mundo, cuyas dimensiones y características hacen honor a la pujanza del gigante asiático.

Todos los países latinoamericanos convocados acudieron con artistas de altísimo nivel, que a pesar de su comprobada profesionalidad, tuvieron que rendir cuentas y ensayar la totalidad del evento varias veces, en maratónicas sesiones durante los días previos a la Ceremonia Inaugural.

Estaban en China. Nada que sea oficial allí, y menos aún si será retransmitido a mil millones de televidentes, se deja al azar. Nada. Es por esto que el espectáculo fue sometido a lo que ellos mismos traducen como "censura", que consistió en la realización de un pase completo del evento, para ser observado por los Ministros chinos. Qué Ministros exactamente participaron en esta crítica artística, no se sabe, pero sí que unas 30 personas formaron esa especie de jurado. Y créanme, los "censuradores" tomaban apuntes y no perdían detalle, fueron estrictos con los minutos, con el orden de las actuaciones y con la sensación global que dejaba en el espectador cada una de las intervenciones. Tras la evaluación, los Ministros solicitaron cambios y recortes en varias de las actuaciones. La propuesta tanguera de Uruguay no fue modificada en lo más mínimo.

Tampoco los ensayos ordinarios fueron sencillos. El director artístico del evento, el Sr. Han, tenía muy claro que el factor clave del éxito de esta ceremonia no sólo residía en la calidad artística de los participantes, sino en una correcta puesta en escena global, y eso era responsabilidad del gobierno chino, que los congregaba a todos en un único evento.

En un espectáculo que aunaba por definición variopintas representaciones de todos los rincones de Latinoamérica, al que los chinos sumaron una interpretación del considerado mejor pianista del mundo, Lang Lang, se tuvo que planificar un orden coherente y, sobre todo, exigir una energía y vitalidad homogéneas en las actuaciones. Se trataba de representar a un país, pero también de dejar un legado que para los chinos fuera de orden superior, individualmente y en su conjunto. Y así, se hiló a la perfección una gala inaugural que mezcló danzas y músicas tan diversas como la salsa, los mariachis, el rock and roll, el flamenco, la danza de las tijeras, el canto lírico y el ballet.

Y en esa cumbre del arte chino-latinoamericano, el tango también tuvo su merecida presencia por partida doble.

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Por un lado, Argentina llevó al conjunto Tango Desire, que realizó una apreciable coreografía de tango escenario, con cuatro parejas de baile y música grabada, como la que acostumbran a exportar estas compañías al resto del mundo, desde que el tango bailado cobró fuerza nuevamente a mediados de los 90.

Por el lado uruguayo, la puesta en escena fue más amplia y generosa con el tango mismo. En primer lugar, los espectadores presenciaron un tango cantado con enorme garra y voz por Giovanna Facchinelli, acompañada al piano por el maestro Álvaro Hagopian, cuyas manos hacen del piano toda una orquesta.

En segunda instancia, emergió una única pareja de bailarines conformada por Sofía Jaunsolo Ferrand y Chenkuo Che Sierra. Con una elegancia desbordante, la pareja hizo suyo todo el escenario, adornando su actuación con varios toques novedosos y gran musicalidad, rindiendo homenaje así no sólo a sus raíces y a nuestra forma de entender y sentir el tango, sino también a la propia Cumparsita en su 99 aniversario, que el maestro Hagopián se encargó de hacer tronar al mundo entero.

Tan acertada fue esta intervención que, al concluir el evento, el embajador argentino, recientemente destinado en Beijing, tuvo a bien subir al escenario para felicitar personalmente a Chenkuo y a Sofía por su elegante baile, con el que dijo sentirse identificado, palabras que ambos bailarines agradecieron con la misma sinceridad y el mismo afecto con que habían sido manifestadas.

No fue por casualidad que, al día siguiente, alguna portada de periódicos latinoamericanos digitales se hicieran eco de la representación uruguaya, con fotos de los bailarines uruguayos, y alusiones a la paternidad del tango, reubicándola para el mundo donde debe estar, en ambos países rioplatenses, verdad que tantas veces queda difuminada.

Pero la cosa no terminó ahí. Después de los aplausos, la clausura y las fotos finales de rigor con los grandes artistas que esa noche se dieron cita en el Tianqiao, los bailarines uruguayos hicieron llegar su legado más allá del escenario y lo llevaron a donde realmente se cuece el tango, a la milonga.

En China el tango se practica desde hace años y no hay noche que no se pueda bailar en una milonga, al más puro estilo del tango de salón. Nada que envidiar tienen las milongas chinas a las rioplatenses. Y fue allí, a la milonga, a donde los bailarines uruguayos acudieron para festejar, ya como milongueros y no como artistas, su merecido éxito en las tablas. Pero los locales tenían otros planes para ellos.

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Una vez descubiertos por el público presente, ambos fueron puestos en el cordial aprieto de presentarse en inglés y de realizar una demostración. Cuál fue la sorpresa de los asistentes cuando Sofía y Chenkuo, en vez de en inglés, se presentaron con total simpatía en el idioma local, el chino (que ambos estudian), arrancando así un sonoro aplauso, perfecto pistoletazo para una nueva exhibición de la pareja. Esta vez improvisada y al pie del público, pero igualmente comprometida con la elegancia y la musicalidad, la muestra de los bailarines puso, por segunda vez en la misma noche, al tango uruguayo en el lugar que le corresponde.

No pudo haber mejores embajadores culturales que los bailarines uruguayos, que dejaron el pabellón por todo lo alto en el escenario y también entre los locales, a quienes conquistaron con su humildad y su marcado interés por conocer la cultura china y compartir la suya; a fin de cuentas, objetivo último de este Año de Intercambio.

Y cabe por ello reconocer la eficacia de la ONG Lirio y del Ministerio de Educación y Cultura, que coordinaron y apoyaron la participación de los bailarines de tango uruguayos en Beijing.

Ojalá que esta victoria sirva de estímulo para seguir apoyando a nuestros artistas. Donde van, destacan.


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