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13 de diciembre 2019 - 5:02hs

Por Bernardo Lapasta - Especial para Cromo

La Facultad de Ingeniería es un caos. En un enmarañado edificio de esa institución hay gente que entra y sale de las aulas. Detrás de ese estrés que se palpa en el ambiente, hay horas de trabajo cuyos resultados llenan de orgullo a sus creadores. Uno de ellos es un brazo robótico.

El aparato puede colocarse sobre una mesa. Cuenta con una cuchara en su extremo que decodifica que hay comida en el plato, la recoge y luego la direcciona hacia la boca de la persona. El dispositivo funciona gracias a un motor hecho con Arduino –plataforma de creación electrónica de código abierto– y sensores.

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El proyecto se denominó Fingbot, acrónimo que conjuga la sigla FING (Facultad de Ingeniería) y bot (programa informático para desarrollar tareas automatizadas). El objetivo es ayudar a comer a las personas con dificultades, con problemas de movilidad, como quienes padecen el mal de Parkinson, que no pueden hacerlo por sus propios medios.

El equipo está conformado por los estudiantes de Ingeniería Mecánica de la Universidad de la República Fernando Sellanes (22 años), Víctor Silveira (21), Agustín Freitas (20), Gonzalo Romay (20) y por el estudiante de Ingeniería Civil Juan Manuel Ferrés (22). El grupo de trabajo está articulado por los docentes Henry Figueredo y Gabriel Usera.

La génesis del proyecto

El robot se presentó como respuesta a uno de los ocho desafíos que la Teletón propuso con el fin de brindar soluciones a las dificultades de sus usuarios. El equipo de jóvenes estudiantes presentó su idea ante un jurado de 12 especialistas (entre ellos médicos e ingenieros) y un gran público. Su proyecto quedó seleccionado.

El trabajo fue apoyado por la Fundación Julio Ricaldoni –organización que busca estimular proyectos ingenieriles en Uruguay–  y financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), quienes les otorgaron $ 93 mil para trabajar en este proyecto.

Fingbot fue diseñado sobre la base de las necesidades de un niño de 9 años con dificultades motrices para comer. Desde entonces se planeó y se trabajó para mejorar el prototipo inicial. El robot conjuga varias ramas de la ingeniería, por lo que los integrantes del equipo debieron estudiar y prepararse continuamente.

Fingbot

Los ideólogos aseguran que quieren continuar trabajando en su proyecto para perfeccionarlo cuanto puedan. En esta línea, los estudiantes dijeron a Cromo que su objetivo es profundizar en la cantidad de “sensores que contenga el dispositivo”, con el fin de generar una marca personal en esta línea de robots, para que tenga más fluidez al funcionar. El objetivo es que los niños sientan comodidad y autonomía, señalaron.

Una visión más profunda

Fingbot pasó por un largo proceso de diseño y concreción. Los estudiantes debieron dedicarle su tiempo libre para sacarlo adelante, buscaban huecos en sus horarios de clases para reunirse y no perder el equilibrio entre sus cursos y el proyecto. La facultad no contempla este tipo de actividades para sumar créditos. “Lo hicimos por puro deporte, pero valió la pena porque nos abrió la cabeza”, señaló Juan Manuel.

“Nunca pensé que la ingeniería sirviera para algo ajeno a lo industrial o a lo mecánico”, dice Agustín en diálogo con Cromo.

Figueredo plantea que hay una distancia entre la realidad de la sociedad y cómo está planteada la educación (primordialmente desde lo teórico). Si bien esta distancia se viene acortando, “hay mucho por hacer”, recalcó el ingeniero. “Nuestro foco debe ser el estudiante, y no podemos dejar que las personas empiecen a elaborar proyectos recién cuando cursan su maestría”, agregó.

Asimismo, el docente cubano, que llegó a nuestro país a dar cátedra en 2018, señaló que desde “los primeros años de la carrera el estudiante debe sentirse parte de una comunidad, brindar soluciones para los problemas e intentar reducir la exclusión de ciertos habitantes”. Figueredo no pudo ocultar la emoción mientras los estudiantes hablaban sobre el trabajo cuyo objetivo es ayudar y facilitar la autonomía de personas con dificultades severas.

El proyecto se encuentra en desarrollo. En junio del año próximo comenzará a utilizarse en la Teletón y se refinará el aparato, dado que la fundación brindará un feedback permanente según las dificultades que tengan los niños al usar el robot.

El entusiasmo y dedicación del grupo es palpable. Su objetivo es llevar el producto final a la venta con el menor costo posible y lograr “mejorar la calidad de vida de aquellas personas que no puedan comer solas”.

Los estudiantes y su profesor pretenden “contagiar y entusiasmar” a sus compañeros. “Es fundamental continuar con este proceso de creaciones que busca concebir a la ingeniería como herramienta de mejora de la calidad de vida de las personas”, subrayó el docente encargado del proyecto.

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