AFP

Un idioma incomprensible

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12 de noviembre de 2021 a las 22:03

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Si hace casi dos décadas, Argentina se hubiera tomado en serio las opiniones del expresidente Jorge Batlle sobre los motivos que explican su persistente drama político y económico, pese a sus ventajas naturales, quizás nuestro país vecino pudiera haber evitado o amortiguado la situación terrible de su presente aciago.

Dos comentarios en particular del extinto mandatario colorado son hoy tan particularmente ciertos, que hacen olvidar el contexto de sus declaraciones a la agencia de noticias e información financiera Bloomberg, en junio de 2002,  o el rifirrafe diplomático que en su momento se generó con el gobierno del peronista Eduardo Duhalde.

Uno de ellos es que ningún gobierno está obligado a pedir asistencia financiera al Fondo Monetario Internacional (FMI) y si lo hace, pues, debe aceptar las condiciones que exige el organismo internacional, aprobadas por el conjunto de los países miembros. 

Otra opinión de Batlle y que se complementa con la anterior:  “Los argentinos se pasan diciendo a ver ‘quién es el culpable de no ayudarnos’. Y no se dan cuenta que tienen que ayudarse a sí mismos. Y no se dan cuenta de que el idioma que hablan no existe más en el mundo”.

Y de algún modo eso es lo que está en juego en las elecciones de medio tiempo de este domingo 14 en Argentina para renovar un tercio de las bancas del Senado y la mitad de los diputados.  Según las encuestas, el peronismo-kirchnerismo del presidente Alberto Fernández perdería la mayoría absoluta en la Cámara Alta y la holgura, aunque no mayoría, que también tiene en la Cámara Baja.  

El “idioma” en desuso en el mundo claramente lo representa el partido del presidente y de su vicepresidenta, Cristina Kirchner que, si mantiene la gobernabilidad a mitad del período, se continuará con las políticas intervencionistas, conjugadas con populismo, que han traído más miseria. Es lo que explica la disparada de la inflación (52,1% interanual a octubre pasado, un brutal salto del dólar (esta semana llegó a niveles récord) y un manejo fiscal irresponsable ante un endeudamiento disparatado  (deudas al FMI por unos US$ 19.341 millones en 2022, US$ 19.589 millones en 2023 y US$ 4.936 millones en 2024).

Y como muestra la evidencia internacional, la vocación estatista, particularmente en América Latina, golpea al Estado de derecho. 

De acuerdo a un ranking mundial elaborado por el World Justice Project, en 2021, el Estado de derecho de Argentina se redujo 3,7% en un año por el deterioro en las dimensiones de los límites del poder gubernamental, la corrupción, el cumplimiento efectivo de regulaciones y el acceso a la justicia civil. 

La jerga peronista incomprensible para generar riqueza también se expresa en las potentes barreras proteccionistas del Mercosur que no se mueven con una insignificante baja unilateral del arancel externo “común” por parte de un Brasil también en declive.

Afortunadamente, en Uruguay se habla otro idioma, algo que se refleja en el respeto a los derechos fundamentales, a la separación de poderes y a una legalidad afianzada. 

No obstante, hay sectores que también utilizan un idioma que no se habla más en el mundo, que influyen en el debate público y frenan el desarrollo. Son quienes reivindican un Estado omnipresente, que rehúsan de la cultura de la competencia y demonizan al sector privado. 

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