Juan Samuelle

Un necesario plan verde

Eduardo Blasina analiza el vínculo entre la agroecología y el desarrollo en Uruguay

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23 de mayo de 2021 a las 11:33

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Este viernes fue presentado en Uruguay el libro Agroecología en Uruguay:  Un análisis de tres áreas estratégicas para su desarrollo. El trabajo analiza tres áreas estratégicas para el desarrollo de la agroecología: Compras públicas, certificación y sector agroexportador. Fue realizado por Federico Bizzozero – coordinador del Programa de Agroecología del Centro Uruguayo de Tecnologías Apropiadas (CEUTA) y continúa un trabajo anterior –ambos coordinados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrolllo (PNUD) que pone sobre la mesa  componentes necesarios de las políticas de cualquier país del mundo en este siglo. Quedan pocos países que no tengan su plan verde.

¿Qué es la agroecología? La ley de Agroecología de Uruguay indica que “se entenderá por Agroecología la aplicación de los conceptos y principios ecológicos al diseño, desarrollo y gestión de ecosistemas agrícolas sostenibles”. Una definición abierta, inclusiva, que remite al agro y la ecología. Es una definición laica. El legislador eligió la amplitud sobre la precisión en la definición y se remitió a lo agronómico y ecológico por sobre lo político- ideológico.

El especialista argentino Eduardo Requesens propone  que es una  “disciplina que utiliza los conocimientos de la Ecología para aplicarlos al estudio, diseño, manejo y gestión de los sistemas productivos, con miras a mejorar la sustentabilidad del sector agropecuario”.  Esta definición ubica el centro de acción de la Agroecología en el propio sistema de producción y su contexto ambiental. A partir de ello, es posible desarrollar modelos productivos alternativos a la agricultura convencional, capaces de compatibilizar los intereses económicos del sector agropecuario con los límites que impone el medio ambiente y producir alimentos sanos para satisfacer las necesidades de la población humana. Esta es una de varias aproximaciones al tema.

El trabajo, encargado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo parece compatible con esta definición, es un trabajo de rigurosidad técnica, laico y que ve a la agroecología como parte de una estrategia para el desarrollo rural. Plantea a un estado activo a través de incentivos inteligentes, riguroisdad en la certificación de productos y abierto  al mundo, que entiende la importancia de la exportación y no cae en falsos antagonismos. Más agroecología y más exportación, más bienestar para los productores y trabajadores involucrados pueden conforman un circuito muy  virtuoso.

El trabajo arriesga oportunidades concretas en la exportación y avanza en ejemplificarlas.  La ganadería, el arroz, la soja y el cannabis.  Es decir el rubro principal, con una abundante producción familiar, con ventajas evidentes para valorizar su carácter agroecológico y con amenazas también altísimas por la emergencia de carnes imitación y los mercados de carbono. El arroz, ya diferenciado por su calidad, con un núcleo compacto de productores e industrias altamente capacitadas y coordinados. Y luego el trabajo se anima a transgredir proponiendo el desarrollo de la soja y el cannabis agroecológicos u orgánicos.

Tanto este trabajo de PNUD como los de la FAO podrían ser parte de una base de construcción de acuerdos para pensar estos sectores en un desarrollo balanceados de innovación, emprendedurismo e impacto social positivo especialmente en la producción familiar y los sectores más vulnerables.

Debería poder acordarse en la ilusión alcanzable de una agroecología  uruguaya con productores familiares y empresariales que quieran clasificar a los mercados mundiales de la alimentación, mandar una jalea de Butiá a las góndolas de Europa y que tenga impacto social notorio y positivo en las zonas más humildes y ayude a sostener al palmar y los bañados.

Deberíamos acordar en que esa vocación exportadora debe ser complementaria  en una dieta accesible, nutritiva, más saludable de todos. Y que fuera parte lógica de un conjunto de transformaciones como el rediseño de la matriz energética, la trazabilidad y otras. Como un rasgo de modernidad y sensibilidad.  Algo que entra en los proyectos que Ricardo Pascale plantea en su nuevo libro, que  sea parte del pasaje del freno al impulso. Google rodeado de huertas con vecinos que conversan animadamente en un mundo post pandemia. Igual que en California, aquí.

Esa inclusividad de la agroecología es fundamental porque sin una dinámica exportadora que empuje, no hay ilusión posible. Si la producción satura al mercado interno y no puede salir, los productores se funden. Si la agroecología no da un sustento económico a los productores, solo cosechará escepticismo.  Las estrategias que ponen paredes en las fronteras y achican horizontes no son apropiadas, al menos para Uruguay.  La exportación es sinérgica con un buen abastecimiento del mercado interno. Exportamos citrus y seguimos disfrutando de las mandarinas criollas. Tenemos aceite de oliva uruguayo y vinos, pero también soñando con llegar con trabajo uruguayo lo más lejos posible.

Eso no la hace a la agroecología ascéptica, insensible o menos preocupada por los aspectos sociales de la producción. La agroecología tiene en su ADN que le interesa especialmente que no haya pobreza y que las familias que desean vivir en las zonas rurales puedan hacerlo con un alto nivel de vida. ¿Por qué no soñar con que un productor familiar del agro uruguayo puede tener un día un tractor eléctrico? O un robot que cuida a los cultivos de plantas competidoras o plagas, preservando niveles óptimos de biodiversidad? ¿O un dron que con rayos infrarrojos le avisa del riesgo de plagas en su celular? Y una nueva generación que no ve oposición alguna entre vivir en su predio rural, navegando las vanguardias tecnológicas, la programación, la digitalización, y la producción de alimentos limpios y sanos. Colocando esos productos tanto dentro como fuera de fronteras y mostrando la recuperación de ríos y arroyos, flora y fauna.

Y Uruguay siendo la plataforma que muestra como puede hacerse y que se lo irradia desde una agroecología vareliana, seria, científica, laica, y que, como la luz, debe llegar a todos.

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