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Un nuevo paradigma negociador

El Tlcan y un posible nuevo paradigma
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30 de agosto de 2018 a las 17:12

Los asuntos vinculados con el comercio internacional fueron una prioridad desde los primeros días de gobierno del presidente Trump. La importancia otorgada a dicho pilar de la política internacional quedó confirmada con el retiro del Acuerdo Transpacífico (TPP), la implementación de medidas tendientes a proteger la industria nacional (salvaguardias y los aranceles al acero y el aluminio), la guerra comercial desatada con China y el lanzamiento de la renegociación de los acuerdos vigentes como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan). 

La línea argumental de la nueva administración se repite en todos los casos y tiene que ver con la necesidad de bajar el déficit comercial y recuperar el nivel de empleo. Se parte del supuesto de que todos los acuerdos comerciales vigentes han sido nocivos para la economía norteamericana y que por eso deben ser renegociados. 

Si bien Trump ha cumplido progresivamente con muchas de sus promesas de gobierno, algunas de las cuales pretende efectivizar antes de las elecciones legislativas de noviembre, el impacto de las mismas es aún difuso. De hecho, salirse de un acuerdo que no estaba vigente como el TPP, no es una victoria fácil de cuantificar. Lo mismo ocurre con las múltiples medidas proteccionistas y suba de aranceles a cientos de productos provenientes de China, lo que ha generado reacciones dispares y niveles de incertidumbre en los diferentes agentes económicos nacionales.  

Además, en los últimos meses los históricos déficits comerciales que presenta la primera potencia mundial con gran parte de sus principales socios, no se han visto modificados y en algunos casos se ha profundizado. En el primer semestre de 2018 Estados Unidos registró un déficit comercial cercano a los US$ 440 mil millones, lo que implicó US$ 30 mil millones más que en el mismo semestre de 2017. Los saldos comerciales negativos aumentaron en el caso de China, México, Japón, Alemania y Malasia entre tantos otros.
Considerando dichos resultados, podría decirse que parte de las políticas implementadas por la administración Trump no están teniendo el efecto esperado, al menos en lo que tiene que ver con la reducción de los saldos comerciales negativos, lo que no será tarea fácil con una economía que muestra un buen desempeño económico en los últimos meses. 

Los éxitos en su política comercial tampoco fueron reconocidos con la rápida renegociación del TLC con Corea del Sur o el mismo camino seguido con otros tratados bilaterales como el de Colombia (aún en curso), ya que la atención sigue centrada en la posibilidad de avanzar en un acuerdo con Japón, principal aliado del país en Asia Pacífico. Tampoco su política contraria a la OMC ha sido clara, ya que si bien buscó afectar el Sistema de Solución de Diferencias de la organización, afortunadamente sigue sin romper definitivamente con las disposiciones que siguen regulando el comercio internacional. 

El pasado lunes se anunció lo que podría ser considerado como el primer logro tangible de la nueva administración estadounidense en política comercial. Con el estilo cinematográfico que lo caracteriza, el presidente de Estados Unidos conversó por teléfono con su par mexicano para anunciar el cierre de un acuerdo bilateral sin Canadá, país que recientemente se alejó de las negociaciones. Después de meses de intercambios, se puso fin al primer episodio de una dramática renegociación de uno de los mayores acuerdos comerciales vigentes hasta la fecha. 

El Tlcan fue el primer acuerdo conocido como de última generación firmado en la década del noventa, que tiene como antecedente un acuerdo bilateral suscrito en el año 1988 entre Estados Unidos y Canadá. Se trató de un tratado que sorprendió tanto por las temáticas incorporadas, como por plantear una modalidad de integración más flexible, menos profunda y burocrática que la seguida hasta la fecha por los países europeos, latinoamericanos y africanos. La renegociación del Tlcan atravesó por diferentes etapas, todas cargadas de una presión adicional marcada por el estilo Trump. Se trató de un proceso negociador que estuvo pautado por la constante amenaza estadounidense de abandonar el acuerdo de no aceptarse sus condiciones. Los aspectos más sensibles tenían que ver con la cláusula de revisión del acuerdo en períodos muy cortos de tiempo, la expiración automática de los compromisos asumidos, las propuestas de contenido regional en la producción de bienes (especialmente en la industria automotriz), las normas laborales y el sistema de solución de diferencias, entre otros.
Con sumo pragmatismo, México supo contener las sucesivas amenazas y agresiones de Estados Unidos, las que rebasaban por mucho los aspectos comerciales y abarcaban asuntos tan sensibles como las políticas migratorias y la seguridad fronteriza. Sin perder la calma, comprendió las progresivas necesidades de política interna que le fueron surgiendo al presidente Trump, ya sea por los efectos de la guerra comercial, las diferencias con Canadá o los escasos avances en su política de acercamiento con Corea del Norte. Calibrando correctamente dichas variables, a lo que se le suman los escándalos internos y, aprovechando un contexto de elecciones legislativas y de cambio de gobierno en México, se inició una rápida negociación bilateral que terminó con el cierre del acuerdo.

El mismo fue posible porque México aceptó una duración limitada de los compromisos asumidos (16 años con posibilidad de renovación) y Estados Unidos olvidó su propuesta de expiración automática. También se incorporaron ajustes en el porcentaje de productos nacionales que deben ser utilizados para la producción de bienes exportados entre las partes, especialmente en el sector automotor, al que también se le asignaron salarios mínimos y otras exigencias laborales.

Algunas de las cláusulas finalmente aceptadas por las partes, pero especialmente el pragmatismo mostrado por dos de los tres miembros del Tlcan en el proceso de renegociación, abre un posible nuevo paradigma en las negociaciones internacionales que deberá seguirse con atención. 

 

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