Esta semana comenzó con un golpe, con el despertar del sueño “caso cero: fin de la emergencia”. El rebrote de Treinta y Tres nos bajó a tierra. Nada dramático pero un alerta: no podemos relajarnos. El barbijo (mejor palabra que “tapabocas”) llegó para quedarse por lo menos en los inviernos, como dijo el ministro Daniel Salinas, y el distanciamiento físico, que no es social, también será necesario por un cierto tiempo. Las cosas van bien pero no hay que confiarse. Hay que testear, hay que poner protocolos de regreso a la actividad y cumplirlos. Hay que modificar costumbres como la de compartir un mate. Hay que saludarse con distancia, con el codo o con el puño.
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