Remate judicial

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Un regalo chino a Tabaré Vázquez y autos comidos por el sol en otro remate judicial

Todo lo incautado por la aduana y lo retenido de compras online termina siendo vendido al mejor postor, a menos de la mitad de su precio original
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19 de noviembre de 2021 a las 05:00

Por Rocío González

IPhones a $3.000, cueros de yacaré y un homenaje a Tabaré Vázquez enviado por el ministro de China: en los remates judiciales se oferta todo.

Miles de productos se incautan todos los años en la aduana por contrabando y otros tantos son retenidos por compras en el exterior de ciudadanos que exceden el monto permitido por el Estado. Todo se envía a la Terminal de Cargas Uruguay para que sus dueños los recuperen; pero, por los altos impuestos y tasas que hay que pagar, es muy común que los uruguayos desistan de reclamar sus pertenencias. 

Cada pocos meses, la aduana agrupa todo lo que queda en lotes y lo deriva al Juzgado, que más tarde lo deja en manos de las casas de remates.

Es así como en un enorme edificio del Cerro, entre República Argentina y Chile, se alza la casa de remates Fattorini, que alberga toda clase de curiosidades.

Es sede de subastas mensuales, que duran al menos cinco horas y mueven unos $600 mil por sesión. Este viernes abrirán sus puertas una vez más, pero dan dos días de anticipo para que la gente pueda visitar desde antes el predio e inspeccionar los objetos que pueden llegar a ganar en una puja.

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Fattorini remata desde inmuebles hasta maquinarias, pero esta vez las paredes del local están repletas de todo tipo de celulares, repuestos de autos y prendas de ropa. En una esquina resalta un vestido blanco de novia sin usar mientras que a lo lejos se ve una tablet sin abrir

Pablo Fattorini, rematador y dueño del lugar, contó a El Observador que muchas veces cosas que usualmente son caras se venden a muy bajo precio porque son muy específicas, por lo que pierden su valor en el mercado. Ejemplos que abundan entre las ofertas son repuestos de auto, un flash para una cámara fotográfica y compuestos de computadora.

“Hay cosas que no sabemos ni qué son”, comentó el rematador mientras señalaba una diversidad de aparatos electrónicos indescifrables. 

Un soporte azul de pierna prostética llamaba la atención entre la mezcla de objetos. Fattorini la alzó en el aire y comentó que un hombre lo había llamado días después de publicar el anuncio del remate para preguntar si tenían su soporte. Las cosas incautadas o retenidas por la aduana suelen estar unos dos años en el sistema antes de ser subastados, como la mayoría de los productos ofrecidos para el viernes, que son de 2019.

Sin embargo, aunque el dueño original logre encontrar lo que compró hace meses, estará en igualdad de condiciones que el resto de los compradores una vez que comience el remate, lo que se puede derivar en algunos momentos de tensión o de un ambiente "más denso" si dos personas buscan comprar lo mismo.

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Una decena de posibles compradores recorría las estanterías y analizaba los productos, la mayoría con planes de regresar el viernes con sus mejores ofertas. Una mujer le sacaba fotos a unos frascos de shampoo, mientras que algunos sopesaban los cinco celulares recién sacados de la caja que reposaban tras una vidriera. Muchos de los que frecuentan estos remates son particulares interesados en las ofertas, pero, según Fattorini, en el sector abundan los revendedores.

Algunos compran los artículos que se subastan más baratos para luego vender en la feria, pero una práctica más reciente es la de "trabajar sin dinero y sin mercadería". "Vienen días antes y le sacan foto a este reloj", explicó el rematador, y añadió que "lo publican en Mercado Libre por $3 mil y después vienen al remate y lo compran por $1.500".

Sin embargo, los vehículos son casi siempre el producto estrella de los remates.

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Un Peugeot 307 de 2006 y un Mitsubishi Lance de 2008 están en el medio del salón, con las puertas abiertas y sin precio. El Peugeot fue detenido hace unos meses en Lagomar, ante un control policial que descubrió que en realidad era un vehículo brasileño, pero con una matrícula uruguaya clonada. Si bien el remate no tiene base, Fattorini espera venderlo por unos $150 mil este viernes. 

Por otra parte, estima que el Mitsubishi se irá por unos $130 mil, aunque, si no hay buenas ofertas, el rematador estaría dispuesto a bajar hasta unos $80 mil. El dueño original del auto no lo pudo seguir pagando y fue internado por problemas de salud mental. Así, el Mitsubishi quedó estacionado durante meses en el Puente de las Américas, con la pintura exterior chamuscándose bajo el sol.  

Con pesar, Pablo Fattorini señaló al otro extremo del salón hacia una carroza fúnebre y un enorme Jeep, que todavía no puede rematar por falta de autorización judicial. Casi que tapados en el fondo por miles de productos y cajas, hay al menos otros 50 autos, también a la espera de la luz verde del juzgado. 

Hay una enorme lancha, sin embargo, que será ofertada en el remate de diciembre, junto a un Renault y un Fiat 1. 

Los objetos más extraños 

Sepultado entre cajas, Pablo Fattorini guarda una plaqueta de reconocimiento que le envió el primer ministro chino a Tabaré Vázquez cuando era presidente. Al no ser levantada de la aduana, la reliquia será subastada al mejor postor, “seguramente” en el remate de diciembre. 

Pero noviembre no se queda sin piezas interesantes, puesto que entre las estanterías se encuentra una gran medalla azul, que casi parece una escultura, a nombre del nadador Martín Melconian. Fue el premio que le mandaron por su participación en el Mundial de Budapest del 2017. Si no gana la puja en la subasta, cualquier persona se la podrá llevar a su casa.  

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Luego están las piezas más insólitas. Durante cinco años, la casa remató unos cueros de yacaré, que se terminaron comprando por US$ 28 mil. 

A su vez, desde 1988, cuando debutó como rematador, Pablo Fattorini intenta vender una caja fuerte. De la altura de una persona y cientos de kilos de hierro, la caja de banco se regala desde hace años, pero nadie ha querido llevársela; incluso aún conserva en su interior pilas con cheques del Banco Pan de Azúcar.

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