Una grieta que nos perjudica a todos

Conaprole es una cooperativa de más de 1.700 productores de leche, de aproximadamente 1.900 empleados, que hace más de una década es la primera empresa exportadora del país

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03 de junio de 2022 a las 22:32

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El conflicto sindical en Conaprole, por un disparatado reclamo de aumento salarial, deja al descubierto, una vez más, una mentalidad gremial ajena a la realidad, que se contrapone a principios básicos, hasta el sentido común, diríamos, sobre las condiciones mínimas de la inserción comercial. 

Autoridades de la cooperativa láctea concurrieron a la Comisión de Legislación del Trabajo y Seguridad Social de la Cámara de Representantes, el pasado 25 de mayo, para dar su punto de vista sobre el actual conflicto en la empresa, de lo que dio cuenta El Observador.

La versión taquigráfica no deja de provocar asombro y preocupación acerca de la grieta que existe entre los directivos de la cooperativa láctea, que buscan con afán modernizar la gestión con el horizonte puesto en diversificar mercados, vender más y mejor sus productos de exportación, y una dirigencia sindical a espaldas de la realidad.

Conaprole es una cooperativa de más de 1.700 productores de leche, de aproximadamente 1.900 empleados, que hace más de una década es la primera empresa exportadora del país.

Hace 10 años, sus principales clientes eran Brasil y Venezuela ; hoy le vende principalmente a Argelia y a China, y luego a Rusia, Vietnam, Malasia, Filipinas, Bangladés, Emiratos Árabes Unidos, México y Estados Unidos.

Pero dejar de vender en el “barrio” y comercializar con todos esos países, significó el enorme reto de salir a competir “con todo el mundo”. Y más aún, al ingresar a mercados cuyos proveedores naturales son Nueva Zelanda y  Australia, los dos principales productores y exportadores de lácteos.

Como explicó el presidente de Conaprole, Gabriel Fernández, la  inserción internacional supone elaborar productos de calidad, brindar un excelente servicio, no permitirse fallas en las entregas y ofrecer precios atractivos. 

Todo ello se resume en que la empresa no puede bajar los brazos en sus indicadores de competitividad, tanto del sector primario como en todo el proceso de industrialización.

Enormes desafíos, además, pagando los salarios más altos del sector: el sueldo más bajo equivale a tres o cuatro salarios mínimos nacional ($ 58.000 y $ 77.000).

Y en esa realidad, a la que debería incluirse el escenario mundial de incertidumbre que golpea a los exportadores, el sindicato de Conaprole reclama un aumento de salarios para el sector de oficio (especialistas en mecánica y electricidad) de 40%. El argumento es que la empresa realizó una inversión millonaria en nuevo equipamiento. 

Como dijo el presidente de la compañía, se exige “un ajuste salarial por incorporación de tecnología”, al tiempo que se rechazan mejoras por productividad y una “cláusula de paz”. 

¿Es tan absurdo que una firma exportadora invierta en tecnología para tener mejores condiciones de competitividad? ¿Es mucho pedir “paz para trabajar” cuando hay garantías de estabilidad laboral y se pagan salarios más que dignos? Nos parece que no. 

En todo caso, descabellada es la conducta sindical que atenta contra la competitividad, genera desconfianza entre los clientes de todo el mundo y frena las ventas. 

Una actitud de la sinrazón que no solo perjudica a Conaprole, sino también todos los esfuerzos que se hagan para aprovechar mejor las muchas o pocas oportunidades de hoy en los mercados globales.  

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