CARLOS PAZOS

Uno de cada diez electores no sabe a quién votar: ¿quiénes son los indecisos?

A siete meses de la elección nacional, empieza a definirse el perfil de los electores cuya preferencia de voto es más débil. Así lo demuestra un desglose de las características de esta población indecisa en base a las últimas encuestas de opinión pública

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17 de marzo de 2024 a las 05:00

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Los candidatos y los partidos políticos encendieron la maquinaria del arte de convencer: promesas (de las cumplibles y de las otras), jingles que suenan hasta el hartazgo, recorridas por pueblos a los que se asiste (por lo general) cada cinco años, y discursos apasionados sobre por qué los míos son mejores que los otros. Pero si las elecciones nacionales fueran hoy, uno de cada diez electores —con leves corrimientos según la encuesta que se mire— no sabría a quién votar.

En el último sondeo de la consultora Cifra —cuyos resultados elevaron la discusión partidaria dado que el Frente Amplio consiguió una preferencia cercana a la mayoría parlamentaria—, un 11% de los encuestados admitió estar indeciso. En la encuesta de Equipos lo hizo un 13%. En el estudio de Factum, un 5%. Y en el de Opción —la única empresa que prefirió no responder a la consulta de El Observador—, un 10%. Pero, ¿quiénes son esos dudosos?

Los datos muestran que grosso modo: son más mujeres que varones; más del interior que de Montevideo; más de centro que de izquierda o derecha; más desinteresados en la política; y que en la última elección se inclinaron más bien por el voto en blanco y anulado (aunque en el comparativo entre bloques son más de la coalición que del Frente Amplio). 

Cifra dice que entre las mujeres el 12% está indecisa, mientras entre los varones cae al 9%. Factum habla de 6% de ellas versus 4% de varones. Y a priori esta diferencia —no tajante en un universo tan pequeño de encuestados— no está vinculada a una razón de fondo. Tampoco lo está el hecho de que los niveles de indecisión sean más elevados en el interior (aunque allí puede entrar en juego el concepto de cercanía a la oferta de candidatos y a las propuestas que ellos realizan).

Distinto es cuando se pregunta por el interés en la política: a mayor interés, mayor es la seguridad del voto. Por ejemplo, en el último relevamiento de Factum solo el 2% de los interesados en la política estaban en duda sobre a quién votar, mientras que entre los desinteresados trepaba al 10%.

Entonces, ¿cómo es posible que en tiempos en que creció el desinterés por la política no haya habido un aumento de los indecisos? De hecho, la cifra de indecisos en Uruguay está en guarismos similares a los observados en la misma fecha (febrero o marzo del año electoral) en las últimas cinco elecciones.

Y para la cientista política Rosario Queirolo existe una posible explicación: influyen otras variables más allá del interés por la política. ¿Cómo cuáles? La creciente polarización afectiva.

“Polarización afectiva” es el término que usan los técnicos para referirse al incremento de sentimientos negativos hacia los partidarios de otra colectividad política. No es una discusión sobre qué políticas implementar ni una polarización de las elites políticas, sino el sentimiento de odio al otro… como en las tribus.

Es la lógica de 'nosotros versus los otros'. De 'fraudeamplistas versus blancos pillos'. Que foca, que facho, que rosadito, que FAPIT, que malla oro, que…

Y cuando la cancha queda “embarrada” de ese modo, los electores tienen menos espacio para la duda, la presión los lleva a tener que inclinarse por un bando, a decidirse por una tribu, explicó Queirolo.

Eso no significa que en términos ideológicos los indecisos vayan a polarizarse. De hecho, otra característica del indeciso actual en Uruguay es que, en la escala de izquierda a derecha, esta población dubitativa se posiciona más bien en el centro.

El peso de los indecisos de centro en la encuesta de Cifra duplica a los de izquierda y triplica a los de derecha. En la de Factum, los indecisos de centro duplican a los que se autoidentifican como izquierdistas o derechistas.

El desafío para los partidos políticos, en ese sentido, es que el discurso “de centro” no necesariamente persuade al votante indeciso. ¿Por qué? Las consultoras resumen en que hay dos tipos de indecisos “de centro”: el socialdemócrata formado e informado que no termina por inclinarse por uno de los bloques políticos, o el desinformado y de menores recursos que todavía no definió y suele verse influenciado por la cercanía de la campaña electoral.

No cuajan en “las familias ideológicas” a las que refería Julio María Sanguinetti, o al “nuevo bipartidismo” que mencionaba Líber Seregni, o la puja entre “partidos tradicionales versus desafiantes” que clasificaba Luis Eduardo González. Son los menos interesados en la política —lo que no significa que carezcan de ideología—, suelen situarse en el medio en la escala de izquierda a derecha, y, entre quienes sufragaron alguna vez, tiene un historial que suele estar marcado por la anulación del voto o la preferencia por el voto en blanco (la quinta parte de quienes dicen haber votado en blanco o anulado en 2019, hoy están en duda).

Eso sí: hay más indecisos entre quienes en la elección anterior votaron a los partidos de la coalición multicolor que al Frente Amplio (el 7% de quienes votaron al Partido Nacional, el 12% de quienes votaron a otro socio de la coalición y el 4% de los que lo hicieron por el Frente Amplio están indecisos, según Cifra. En el caso de Factum es 3% entre los de la coalición versus 1% en el FA).

A la misma altura del proceso electoral pasado, era al revés: los indecisos se encontraban mayormente entre exvotantes del Frente Amplio. Queirolo explicó que es lógico que así sea pues es parte del desgaste en el poder y del desencanto que pueda despertar el gobierno de turno en algunos de sus votantes. Aunque matiza el impacto de ese “espiral de silencio” dado los buenos guarismos del gobierno actual en la evaluación de la gestión que hacen los votantes de la coalición.

Ignacio Zuasnabar de la consultora Equipos, quien todavía no terminó de examinar al detalle la conformación de los indecisos de su último relevamiento, dijo a El Observador que, además del indeciso puro, hay otro grupo de votantes que están en duda: aquellos que tienen una preferencia por un partido, pero no están del todo convencidos. Según Equipos son un 15% del electorado.

Es una cifra similar al voto muy débil que había registrado Factum en marzo de 2019 (18% del electorado decía que votaría por un partido específico, pero con bajo convencimiento.

La demoscopia sugiere que recién en las últimas dos o tres semanas previas a los comicios —durante el sprint final como se dice en la jerga deportiva— es cuando los indecisos suelen inclinarse por una opción y, por tanto, recién entonces tiene mayor sentido la cruzada por el voto más débil. Pero en un escenario de bloques con cierta equidistancia de fuerza, la “batalla” puede adelantarse.

De hecho, Zuasnabar admitió que el desglose de indecisos suele ser una petición que le hacen los políticos que contratan sus encuestas, porque sienten que esa es parte de la pecera en la que tienen más chances de ir a capturar votos. La máquina de convencer está encendida.

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