AFP

Victoria de Orbán envía advertencia a Occidente

El líder húngaro lleva mucho tiempo caminando por la cuerda floja entre la UE y otros autócratas, pero cada vez es más difícil mantener su equilibrio

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07 de abril de 2022 a las 15:38

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Gideon Rachman

La victoria electoral de Viktor Orbán en Hungría será recibida con alegría en Moscú, Beijing y Mar-a-Lago y con consternación en Bruselas y Kiev.

Antes de las elecciones parlamentarias húngaras del domingo, Volodymyr Zelensky, el asediado presidente ucraniano, calificó a Orbán de "prácticamente el único líder en Europa que apoya abiertamente a [Vladimir] Putin". El primer ministro húngaro se vengó inmediatamente después de alcanzar la victoria, señalando a Zelensky como uno de los "oponentes" a los que había derrotado, junto con los burócratas de Bruselas y los medios de comunicación internacionales.

Incluso teniendo en cuenta la euforia de la noche electoral, la mofa de Orbán a Zelensky — el día en que se descubrieron aparentes y brutales crímenes de guerra cometidos contra civiles ucranianos — fue grotesca. Pero no debería haber sido sorprendente. En el pasado, Orbán ha elogiado a Putin por "volver a hacer grande a Rusia". Mantuvo una reunión jovial con el presidente ruso en Moscú, poco antes de la invasión a Ucrania.

Donald Trump es otro de los fanáticos de Orbán. A principios de este año, el expresidente estadounidense apoyó la candidatura de reelección del líder húngaro, calificándolo de "líder fuerte" que ha hecho un "trabajo poderoso y maravilloso".

Orbán también ha cultivado una relación especial con la China de Xi Jinping. Hungría fue el primer Estado de la Unión Europea (UE) en comprar la vacuna china Sinopharm contra covid-19. El gobierno de Orbán bloqueó una declaración de la UE en la que se criticaba a China por el tema de Hong Kong.

Este tipo de acciones, cuya intención es llamar la atención, explican por qué unas elecciones en Hungría — un país de poco menos de 10 millones de habitantes, es decir, aproximadamente el 2 por ciento de la población de la UE — han adquirido una importancia mundial. Con sus palabras y hechos, Orbán se ha posicionado como portavoz internacional de una ideología que él llama "democracia antiliberal".

Lo que esto significa en Hungría es un sistema político que conserva las apariencias de la democracia mientras que vacía gran parte de la sustancia. La votación en las elecciones de este fin de semana pareció justa. Pero Orbán ha amañado el sistema político a su favor durante más de una década. Las cortes están repletas de aliados, la administración pública se ha depurado y se ha manipulado el sistema electoral.

Sobre todo, ha habido un asalto a la libertad de los medios de comunicación. Peter Marki-Zay, líder de la oposición húngara, sólo tuvo cinco minutos de tiempo de emisión en la televisión estatal durante toda la campaña electoral. Todos los periódicos de Hungría son afines a Orbán. Este entorno político explica por qué Hungría es el único país de la UE calificado como "parcialmente libre" por el grupo de expertos Freedom House.

A pesar de este historial — o quizás debido a él — Orbán es uno de los favoritos de la derecha pro-Trump en EEUU. Steve Bannon, exestratega principal de Trump, calificó al líder húngaro de "héroe". Tucker Carlson, de Fox News, trasladó todo su programa a Budapest durante una semana el año pasado para mostrar la Hungría de Orbán como un posible modelo para EEUU.

La extrema derecha en EEUU y Europa ve a Orbán como un modelo por su nacionalismo asertivo, su postura dura con los refugiados y su adopción de temas populistas en cuestiones culturales. Durante la reciente campaña electoral, Orbán describió sus problemas con Bruselas como derivados del deseo de la UE de imponerle la "locura del género" a Hungría.

En realidad, el quid de la discusión entre Bruselas y Budapest radica en las acusaciones de que el gobierno de Orbán ha socavado sistemáticamente el estado de derecho y ha canalizado los fondos de la UE hacia sus compinches. Un compañero de escuela de Orbán es ahora el hombre más rico de Hungría.

El triunfo electoral de Orbán seguramente impulsará el temor en Bruselas de que la UE no ha actuado a tiempo contra él. La democracia iliberal se ha consolidado en Hungría. Orbán, de 58 años, es el dirigente nacional más longevo de la UE y puede permanecer en el poder durante muchos años. Pero aunque Orbán y sus admiradores internacionales se sientan reivindicados y eufóricos, su vida puede complicarse pronto.

Durante más de una década, Orbán ha caminado por la cuerda floja. Ha permanecido en el club de la UE, disfrutando de todos los beneficios que ello conlleva en términos de inversión, subvenciones, mayor seguridad y poder diplomático. Al mismo tiempo, ha cortejado a figuras fuertes contrarias a la UE, como Putin, Trump y Xi.

La invasión de Ucrania por parte de Putin le dificultará más a Orbán mantener este acto de equilibrio. Impulsada por una mezcla de indignación moral y miedo, el resto de la UE se está movilizando contra Putin. Es probable que la disposición a tolerar el doble juego de Orbán con respecto a Rusia disminuya drásticamente. Como dijo Zelensky, el líder húngaro podría tener que tomar pronto una decisión.

Hasta hace poco, Orbán se ha salvado del aislamiento, dentro de la UE, por el apoyo del gobierno polaco, que también ha chocado con Bruselas en cuestiones de estado de derecho. Pero los polacos encabezan el clamor por medidas más duras contra Rusia. Han dejado claro su descontento con Orbán, y podrían estar contemplando un compromiso con Bruselas en aras de la unidad de la UE contra Rusia.

Tras su victoria electoral, Orbán afirmó, como ha hecho a menudo previamente, que su tipo de conservadurismo antiliberal representa el futuro de Europa. Es un reto para el resto de la UE. Debería tomarse muy en serio, en un momento en que otro nacionalista autoritario está cometiendo crímenes de guerra en la frontera oriental de Hungría.

Pero el creciente aislamiento de Hungría en la UE crea una oportunidad para presionar a Orbán, algo que debió haberse hecho desde hace tiempo. Debe aprovecharse.

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