"Vive la différence" entre el trabajo y la diversión

Francia fue el primer país que les concedió a los empleados el derecho a desconectarse digitalmente del trabajo. Ahora la idea se está extendiendo por toda Europa

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26 de mayo de 2022 a las 17:14

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Sarah White

En la más reciente temporada de "Emily en París", la exitosa serie de Netflix, su joven heroína estadounidense es reprendida por su propensión a trabajar todo el día y por su incapacidad para desconectarse.

"Tú sabes, no se nos permite atender llamadas de trabajo los fines de semana", le dice uno de sus colegas franceses cuando ella interrumpe su partida de ajedrez para hablar de su última estrategia de mercadotecnia.

Pero, en realidad, no existe tal prohibición en Francia. El intento pionero del país en 2017 de consagrar el "derecho a la desconexión" ha tenido hasta ahora un limitado impacto, con la pandemia incluso aumentando las expectativas de que los empleados deberían estar "siempre conectados".

No existen normas estrictas sobre cómo los empleadores debieran aplicar las directrices, y el trabajo fuera de horario sigue siendo habitual en diversas compañías, particularmente en aquellas que carecen de una fuerte presencia sindical, o en algunos sectores de alta presión como el financiero. A las compañías con menos de 50 empleados se les libra de cualquier requisito.

Según una encuesta de la consultora Empreinte Humaine, los niveles de estrés de los trabajadores franceses se han disparado desde la aparición de la pandemia, con cerca de un tercio del personal asalariado desarrollando signos de agotamiento, tres veces más que antes de la crisis. Las reglas tampoco abordan el posible estigma asociado con los empleados que invocan su derecho a desconectarse, ni el efecto negativo que esto pudiera tener en su carrera.

Sin embargo, el liderazgo de Francia en el intento de consagrar estos principios se está viendo reflejado en otros países que han implementado derechos de desconexión similares. Italia y España lo siguieron, en 2017 y 2018 respectivamente, con sus propias regulaciones en torno al derecho a la desconexión y al trabajo flexible. El año pasado, Portugal introdujo una ley que les prohíbe a las compañías contactar a los empleados fuera del horario laboral, y este año Bélgica extendió este derecho a sus funcionarios. Mientras tanto, la Unión Europea (UE) está elaborando una directiva destinada a proteger a las personas de la sobrecarga digital relacionada con el trabajo.

"En aquel momento había muchos chistes sobre la idea de que sólo los franceses podían imaginar esto", comentó Bruno Mettling, el exjefe de recursos humanos del grupo de telecomunicaciones Orange, quien ayudó a dar forma a la ley de 2017.

Francia es conocida, por ejemplo, por su semana laboral de 35 horas, protegida por la ley, aunque en la práctica un sinnúmero de empleados, incluyendo los trabajadores del conocimiento, trabajan más horas y acumulan horas extra.

En Francia, el derecho a la desconexión significa que un empleado no puede ser declarado culpable por no haber estado conectado fuera del horario de trabajo, lo cual le brinda cierta protección legal. Y los trabajadores han presentado algunas demandas judiciales para que se les reconozca su trabajo fuera de las horas de trabajo, ya sea con pago adicional o con tiempo libre.

"Al menos ha reforzado la posición de un empleado que se negaba a responder", indicó Mettling, quien actualmente dirige Topics, una consultoría que asesora a las compañías en asuntos relacionados con el lugar de trabajo, como la gestión de talento y el cambio cultural.

Según la ley, las compañías no pueden negarse a implementar directrices en torno a la desconexión si así lo solicitan el personal y los sindicatos, y se han alcanzado cientos de acuerdos de este tipo desde 2017.

Pero la mayoría incluyen suficiente flexibilidad para permitir casos en los que los empleados necesitan estar conectados para proyectos específicos o asuntos urgentes, y hacen recaer en los empleados la responsabilidad de recordar que deben desconectarse. No existen sanciones para las compañías que no lleven a cabo este tipo de iniciativas.

Sin embargo, la aceptación entre los altos directivos y ejecutivos en cuanto al derecho a desconectarse ha aumentado.

"Los directivos no entendían la cuestión", dijo Jean-Luc Molins, el secretario nacional de la sección de ingenieros y altos directivos del sindicato CGT, quien también participó en darle forma a la ley francesa. "Cuando decíamos ´derecho a la desconexión´, no entendían exactamente de qué se estaba hablando", él señaló.

Molins ha destacado que el número de directivos que piensa que el derecho a la desconexión es una buena idea ha aumentado al 69 por ciento, del 60 por ciento antes de la pandemia, según las encuestas encargadas por el sindicato.

A pesar de la ley, Molins ha afirmado que la situación desde la pandemia en realidad ha empeorado, añadiendo que tres de cada cuatro trabajadores de nivel gerencial en Francia "están conectados por motivos profesionales en su tiempo de descanso", según su sondeo.

Algunas compañías estaban conscientes, antes de la pandemia, de que sus empleados se sentían incapaces de desconectarse, y trataron de idear soluciones imaginativas para ayudarlos a manejar la tiranía de la tecnología, particularmente los correos electrónicos.

Daimler, el fabricante alemán de camiones y coches, en 2014 introdujo un sistema que les permitía a los trabajadores de su mercado nacional configurar sus correos electrónicos para que se "autoborraran" cuando estuvieran de vacaciones, generando un aviso automático para los remitentes y proporcionándoles una dirección de reenvío.

En Francia, la rama local de la aseguradora alemana Allianz había intentado promover una carta formal de "buen comportamiento" mucho antes de que entrara en vigor la ley de derecho a la desconexión. La pandemia — con el trabajo desde la casa y los confinamientos — ha llevado al grupo a replantearse las normas nuevamente. Ahora alienta a los empleados a programar las reuniones en horarios aceptables dentro de la jornada laboral, por ejemplo, no durante la hora del almuerzo.

La pandemia aceleró el número de personas que trabajan de forma más flexible desde la casa y puso de manifiesto el limitado impacto de la legislación para resolver el problema de la intromisión del trabajo en el tiempo personal. Ahora, según Mettling, más allá del derecho a la desconexión, los empresarios deben trabajar para promover el deber de desconectarse. Esto significa ayudar a los trabajadores a aprender a establecer límites a través de capacitación y de campañas de concienciación.

"Es cuando tienes la tentación de enviar un correo electrónico porque por fin tienes cinco minutos durante el fin de semana para responder a algo que recibiste el viernes", explicó él. "Necesitas que suene una campana de alarma en tu cabeza diciendo: ´simplemente vas a molestar a tu colega. Esto puede esperar´".

De vuelta en Netflix, Emily al final aprende esa lección, a su manera, en un momento dado posponiendo su siguiente entrada de Instagram para disfrutar del momento en un yate de lujo en el sur de Francia.

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