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El Observador | Leonardo Pereyra

Por  Leonardo Pereyra

Columnista político
28 de julio 2024 - 5:05hs

La pieza ya fue movida y la jugada no tiene marcha atrás. Para bien o para mal, los blancos tendrán que ir aceptando que Valeria Ripoll se convertirá en una de las grandes protagonistas de la avanzada campaña electoral y que, finalmente, el grueso de los votantes será el que decidirá en octubre, y eventualmente en noviembre, si avala la sorpresiva decisión de Álvaro Delgado de nominarla como su candidata a la vicepresidencia. Pero, más allá de la decisión del soberano, los dirigentes nacionalistas -con el escándalo en Artigas como telón de fondo- ya comenzaron a analizar cuál será su actitud ante la aparición de esta mujer excomunista y exsindicalista en un lugar de privilegio de la oferta electoral.

Poco a poco, los blancos van aceptando que de nada les servirá cuestionar públicamente a Ripoll si no quieren pegarse un tiro en la pierna que les impedirá caminar con comodidad hacia el último domingo de octubre.

Por ahora, su presencia como compañera de fórmula de Delgado produjo la ínfima deserción de la exfiscal Gabriela Fossati quien se fue con el candidato colorado Andrés Ojeda tras aseverar que conoce muy bien las estrategias de los comunistas y gremialistas” quienes “se infiltran, destruyen y conquistan con facilidad".

Más allá de la imposible conspiración imaginada por Fossati, los sectores blancos buscan paliar las pérdidas que puede ocasionar la figura de Ripoll o aprovechar las posibles ganancias de su inesperado ascenso. Es una mirada a corto plazo, pensada para recoger votos en octubre, mientras que la jugada de Delgado apunta a un balotaje donde cree que la presencia de la exdirigente de Adeom puede aportarle apoyos en sectores generalmente ajenos al Partido Nacional. Por lo pronto, el Herrerismo, golpeado por la baja votación en la interna de su candidata Laura Raffo, intentará convertir el fracaso en oportunidad ofreciéndose como el grupo más afín al basamento ideológico blanco,

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En tanto, el grupo DCentro, que integra la exsindicalista casi desde su fundación, tiene la oportunidad de correr los mismos riesgos y apuntar a las mismas ganancias a las que apostó Delgado cuando eligió a su compañera de ruta. En tanto, el grupo DCentro, que integra la exsindicalista casi desde su fundación, tiene la oportunidad de correr los mismos riesgos y apuntar a las mismas ganancias a las que apostó Delgado cuando eligió a su compañera de ruta.

“Todo el mundo se corre a la centroizquierda; nosotros siempre fuimos el espacio liberal”, dijo el líder herrerista Luis Alberto Heber en el programa Primera Mañana de radio El Espectador.

“Alvaro (Delgado) tiene un perfil más centrista, de centroizquierda. Y lo abona en su elección por Ripoll. Nosotros nos sentimos representados por Álvaro, porque ganó y fue la preferencia de los blancos. Ahora, yo voy a cumplir mi rol; antes yo estaba representado en una figura enorme como es Luis Lacalle Pou, pero ahora tenemos que cubrir el espacio liberal que siempre tuvo el herrerismo en el Partido Nacional”, abundó Heber.

Así como el Herrerismo pivoteará a la derecha de Ripoll, la lista 404 –la “oficial” de Lacalle Pou y Delgado- y el Espacio 40 encabezado por Javier García apelarán a resaltar la figura del actual presidente ofreciéndose como “el corazón del gobierno”, dijeron a El Observador representantes de esos grupos.

En tanto, el grupo DCentro, que integra la exsindicalista casi desde su fundación, tiene la oportunidad de correr los mismos riesgos y apuntar a las mismas ganancias a las que apostó Delgado cuando eligió a su compañera de ruta.

Este grupo, que surgió al influjo del exsecretario de la presidencia, tiene entre sus integrantes a la vicepresidenta Beatríz Argimón, a los intendentes Carlos Moreira y Wilson Ezquerra y a dirigentes larrañaguistas como el exdirector general de Secretaría del Ministerio del Interior, Luis Calabria.

Fuentes blancas dijeron a El Observador que si se tiene en cuenta que el grupo nació para reforzar el centro –o el “centroizquierda”, según arriesga Heber- del Partido Nacional, y que allí eligió recalar Ripoll, entonces la decisión de Delgado es menos un golpe de timón de último momento y más una “construcción” –comunicada, en apariencia, con escaso esmero- que ya lleva su tiempo de diseño. El “cambio de paradigma”, dicen, comenzó a gestarse mucho antes de la noche de las internas en la que Delgado le propuso a los blancos un “acto de fe” con el objetivo de arrimar al partido a sectores populares de la sociedad uruguaya.

Como se ve, a diestra y siniestra, la dirigencia blanca se organiza para conseguir recoger la mayor cantidad de votos en octubre y así engrosar su fuerza parlamentaria, e impedir, junto a sus socios de la coalición, el triunfo en primera vuelta del Frente Amplio.

Mientras tanto, a Delgado no le importa sacrificar votos a manos del Partido Colorado si ese es el precio a pagar para que su arriesgada estrategia dé frutos al final del camino

Delgado piensa en noviembre. Ese noviembre en el que, si el balotaje se lo permite, quiere demostrarle a todos que la construcción del fenómeno Ripoll bien valió la pena.

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Álvaro Delgado Partido Nacional Valeria Ripoll

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