El Primer Comando de la Capital dinamitó hace meses las reglas del narcotráfico en
Brasil. Lo hizo a lo grande, al asesinar con fusiles antiaéreos al Rey de la frontera en el límite con Paraguay durante una espectacular emboscada que le dio las llaves del sur.
Ahora trata de imponerse en el norte, pero no hay sitio para todos los que quieren controlar el negocio de la droga en el segundo país con más consumidores de cocaína del mundo.
La ruptura entre el poderoso Primer Comando de la Capital (PCC) de San Pablo y el Comando Vermelho de Río de Janeiro, las dos mayores facciones del crimen organizado en Brasil, quedó clara la semana pasada con los cuerpos decapitados y desmembrados del centenar de presos asesinados en
cárceles de los estados de Amazonas y Roraima.
Según el diario O Estado de Sao Paulo, las otras 25 facciones que actúan en el gigante sudamericano tomaron partido por uno u otro grupo, mientras los grandes patrones nacionales reformulan el tablero en una guerra sangrienta.
Una de esas bandas es la local Familia do Norte (FDN), la tercera facción más poderosa del país, que se alió a los cariocas contra el PCC.
"El Comando Vermelho utilizaba las rutas del sur que ahora comanda el PCC y tuvo que buscar soluciones en el norte. Allí se unió con la FDN para hacer una ruta alternativa al PCC, que lo que quiere es dominar todo Brasil", explicó a la AFP el fiscal Marcio Sergio Christino, especializado en crimen organizado.
Además del dinero del narcotráfico, la facción que dirige Marcos Willians Herbas Camacho, Marcola –encarcelado desde 1999–, también posee compañías de autobús, modestos equipos de fútbol en San Pablo e incluso una refinería de petróleo clandestina.
"El PCC es una organización muy sólida, jerárquica, con reglas muy definidas y una división clara de tareas y funciones", explicó Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de San Pablo.
Río, el otro gran feudo
En tanto, en la llamada cidade maravilhosa, en las intrincadas calles de sus favelas se libra una batalla por el dominio del narcotráfico.
En las décadas de 1980 y de 1990 el negocio en Río estaba en manos del Comando Vermelho, la facción criminal organizada más antigua de Brasil, nacida a fines de los años de 1970. De los robos a bancos y secuestros derivó al narcotráfico, que controló durante años.
El Comando Vermelho creció al aprovechar el boom del consumo de cocaína en el país, reinvirtiendo sus ganancias y diversificándose a otros rubros como el tráfico de
armas.
Pero ya no es lo que era. A diferencia del PCC paulista, no es tan organizado ni tiene una vocación hegemónica, sostiene el procurador de Justicia de la fiscalía carioca, Alexander Araujo.
Más allá del asesinato del narcotraficante Jorge Rafaat, el Rey de la frontera, el fiscal considera que el origen de la actual guerra entre el PCC y el Comando Vermelho comenzó cuando grupos menores de Río se unieron a los paulistas facilitándoles el acceso a enclaves emblemáticos como la favela Rocinha.
Un punto clave
Como parte de las redes de narcotráfico, las facciones criminales no son un problema solo de Brasil, aunque el mayor país de América Latina es un punto clave en el comercio mundial de la droga.