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12 de julio 2025 - 5:00hs

En el cierre de una zafra de verano que ya trajo una producción inédita de arroz y soja, la cosecha de maíz entra en su fase final y puede marcar un tercer récord y -más importante que el dato estadístico- satisface la reivindicación del cultivo de maíz tardío o "de segunda", que se siembra tras las cosechas de invierno.

Estos cultivos que un año atrás fueron severamente dañados por la enfermedad causada por la chicharrita lograron una productividad igual o mejor que los sembrados temprano y vuelven a posicionarse como una opción clave para las rotaciones, por lo cual seguramente crecerá en la próxima siembra.

A diferencia de soja y arroz, es el mercado interno el que proporciona la demanda que llevará tal vez a que esta próxima siembra llegue por primera vez a 300 mil hectáreas con maíz, tras el buen resultado del cultivo que entra en la fase final de cosecha.

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Corrales, tambos y avícolas consumen la producción de grano seco y húmedo, con una demanda que ha venido creciendo en sintonía con los buenos valores de la carne y la leche, y sobre todo con la intensificación de los corrales que engordan vacunos con grano.

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Cultivos de verano: nunca hubo tanto maíz en Uruguay

El área de la última zafra ya sería la más alta de la historia según la estimación de 262.288 hectáreas formulada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Agricultura y Pesca (MGAP).

La producción puede superar el máximo histórico de la cosecha del año pasado, 1,58 millones de toneladas.

Un rendimiento promedio nacional de 6.500 kilos marcaría una producción de 1,7 millones de toneladas, lo que continuaría una tendencia gradualmente ascendente tanto de área como de productividad.

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Crecimiento constante en el área maicera

El incremento del área de siembra y cosecha ha sido constante en los últimos ocho años.

Desde las 66 mil hectáreas cosechadas para grano seco de la zafra 2017 ha incrementado gradual y sostenidamente su presencia en los campos para cruzar las 150 mil hectáreas en 2022 y, de cara a la siembra 2025-2026, situarse a las puertas de las 300 mil hectáreas.

Y ese crecimiento estuvo dado por el aumento de dos componentes cada vez más importantes: el maíz de siembra tardía y el maíz con riego.

Ajustes genéticos y tecnológicos permitieron en ambos casos ir generando producciones crecientes y también productividades.

Este año en particular las dos opciones tuvieron productividades muy destacadas, que en el caso de los maíces regados superaron largamente los 10 mil kilos cosechados y en algunos casos fueron más allá de las 15 toneladas por hectárea.

En el caso de los maíces de segunda lograron mantener la productividad de las siembras tempranas.

Los problemas sanitarios del año anterior no se registraron, un sistema de trampas instalado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) dio las señales apropiadas para la siembra y el monitoreo del cultivo que finaliza sin contratiempos.

El cultivo de segunda se situaba en 20 mil hectáreas en 2017 y supera las 130 mil en la zafra que está terminando, ha pasado a superar al cultivo de primera en superficie y tras la pausa que generaron los problemas sanitarios el buen resultado de este año y las heladas recientes volverá a ser una apuesta en el próximo ciclo.

De esa forma, la producción ha saltado desde menos de 500 mil toneladas hace 10 años a superar las 1,5 millones de toneladas ahora por dos años consecutivos en las últimas dos cosechas, lo que ha reducido fuertemente las importaciones en los últimos dos años.

Todo apunta a que el crecimiento siga en la próxima siembra (USDA) proyecta un aumento del área de 17%.

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En Copagran la estimación de incremento es un poco más conservadora, entre 5% y 10% según Marcelo Fraga, gerente de la regional Colonia: el aumento estaría concentrado en los cultivos de segunda, que se implantan en diciembre.

El titular de ADP, Marcos Guigou, va más allá y avizora que la tendencia de más maíz en verano y más oleaginosas en invierno (colza, carinata) “se va ratificando” e incluso que “en algunas rotaciones vamos a tener tres cultivos por año, con maíces más cortos y productividad altísima”.

Los maíces “súper cortos” se pueden picar y volver a sembrar a mediados de enero, afirmó, como una opción de intensificación.

Los rendimientos de las últimas dos zafras, con promedios que se acercan de los 7.000 kilos por hectárea, se han afirmado en base a la mejora del paquete tecnológico y el manejo.

Cuando falta cosechar buena parte de los maíces de segunda, operadores y técnicos asumen que es difícil estimar un rendimiento preciso, pero ya se da por descontado que el resultado es favorable y en lo económico incluso supera a la soja de rendimiento récord de este año.

Y eso con precios modestos que sirven tanto a productores como a compradores, algo por encima de US$ 200 por tonelada, por debajo del promedio de los últimos cinco años, pero aún con precios bajos el resultado es mejor que en soja, sostiene Fraga.

Algunas zonas incluso han tenido rendimientos muy destacados.

En esa zona de Colonia los maíces de primera estuvieron entre 9.000 y 12.000 kilos por hectárea y con riego 14.000 kilos.

“En los cultivos de segunda que estamos cosechando ahora, esperando que baje algún punto de humedad, los rindes están entre 6.000 y 6.500 kilos y los valores entre US$ 200 y US$ 205 por tonelada puesto en planta; al inicio de la campaña comprábamos a esos valores pero a levantar”, apuntó Fraga.

La oferta ejerce cierta presión, pero la productividad permite buenos resultados.

Con buenos rindes y aún con precios bajos, las cuentas van cerrando y el resultado es mejor que en soja con la tracción de un mercado demandado, afirmó.

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Área con maíz en chacra de Colonia.

Área con maíz en chacra de Colonia.

Avance lejos del área de cultivo tradicional

De a poco los cultivos de maíz también ganan terreno en el este: “En los maíces de segunda la gente que sacaba 5.000 kilos por hectárea este año sacó 8.000”, afirmó Gustavo Ferrari, director de Las Achiras.

“Estamos más interesados en hacer maíz, es el cultivo que con buenos rendimientos da mejor margen, y en el este más que el arroz”, sostuvo.

Después de un año y medio de precios excepcionales, el precio del arroz cayó entre 30% y 40% en los últimos meses en plena cosecha de la zafra más voluminosa de la historia, sobre 1,6 millones de toneladas.

El techo lo ponen los valores del maíz importado, fundamentalmente desde Paraguay, si bien el flujo de ingreso es el menor en los últimos años: menos de 40 mil toneladas en lo que va de 2025, a un promedio de US$ 210 a US$ 220 por tonelada.

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Como contrapartida, los stocks de maíz en junio fueron los más altos en al menos 15 años, por encima de las 250 mil toneladas, probablemente lo más altos de la historia para ese mes.

En otro momento eso podría haber sido una amenaza para los precios que reciben los agricultores.

Las cotizaciones del maíz en Chicago están en niveles históricamente bajos, presionado por las expectativas de cosechas récord en Estados Unidos y en Brasil con 400 y 130 millones de toneladas respectivamente.

Argentina también está terminando una buena cosecha, pero con altos precios del ganado y de la leche, así como un consumo creciente de carne de ave, la demanda interna a estos precios absorbe la producción.

“La perspectiva para adelante, viendo los márgenes, es mejor que para la soja”, afirmó Fraga de Copagran, por eso “lo que vemos es que va a crecer el área de maíz entre un 5% y un 10%”.

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Chicharrita más acotada

Pablo Engelhardt, director de Nuevo Surco, apuntó que en esta coyuntura de granos “relativamente baratos” no va a haber un excedente para exportar y eso “es positivo” porque “es una forma de industrializar el grano” y que salga convertido en carne o leche.

Es probable que crezca el área para la próxima siembra, estima, sobre todo porque el año pasado “a esta altura estábamos condicionados por la chicharrita, luego decayó la presencia y no fue un problema”.

Este año la presencia de la plaga que en 2024 llegó mucho más al sur de Uruguay y de Argentina, y que causo pérdidas de rendimiento, está mucho más acotada y las fuertes heladas de las últimas dos semanas “dan una tranquilidad de que la chicharrita deberá retroceder y permitir decisiones más tempranas de maíz” que estarán estimuladas por los resultados del último año.

Sin embargo, desde la Red Uruguaya de Monitoreo de la Chicharrita, encabezada por INIA, a fines de junio llamó a no descuidarse y subrayó la importancia estratégica del control de maíces “guachos” para reducir la población del vector dela enfermedad del achaparramiento del maíz y mitigar los riesgos.

“En las últimas semanas se ha detectado presencia de chicharrita en las trampas, lo que refuerza la necesidad de mantener una vigilancia activa”, indicaron desde la Red, “los análisis climáticos y pronósticos para los meses Julio-Agosto-Setiembre, muestran que esta zafra podría tener condiciones más favorables climáticamente (menos frío, mayor humedad) para la sobrevivencia de maíces guachos y de la chicharrita”.

Cuánto frío llegue en el resto del invierno es el factor central para evaluar este riesgo que tendencialmente debe persistir por el calentamiento global.

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Cosecha de maíz.

Cosecha de maíz.

Más maíz en Argentina

Si los márgenes del maíz en Uruguay son mejores que los de la soja, en Argentina esta relación es más favorable aun para el cereal.

"Va a haber una intención alta de siembra”, afirmó el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino: “Muchos productores se van a decidir por sembrar maíz, que tiene un número más amigable, tiene menor carga impositiva que la soja, tiene otro tipo de destinos", señaló a la agencia Reuters.

La soja volvió a pagar 33% en retenciones a partir de julio y el maíz 12%.

La cosecha de maíz 2025/26 podría superar los 49 millones de la campaña pasada afirmó Pino.

El área sembrada crecería 400.000 hectáreas en Argentina para la campaña 2025/26, con una producción de 53 millones de toneladas y una exportación de 37 millones de toneladas, estimó por su parte el analista Gustavo López de Agritrend.

Esteban Hoffman, director de la consultora Unicampo y coordinador de la Red Agrícola Uruguay, estima que en este siglo el rendimiento viene creciendo en 120 kilos por ha por año como tendencia y ahí el crecimiento se da especialmente en los maíces de segunda o “tardíos”.

El cambio a una siembra en diciembre, en lugar de sembrar en noviembre y el cambio genético materiales “flex” que con menos población agrandan la espiga y con ciclos más cortos, el mejor manejo de las poblaciones y la fertilización están haciendo la diferencia, explicó.

Los maíces de segunda este año impresionaban y los productores los tratan cada vez mejor, sintetizó.

Como en trigo, para los productores uruguayos la competencia con Argentina se mantendrá como un factor, pero en cualquier caso, la perspectiva es a una presencia de gramíneas más fuerte en la agricultura estival de Uruguay algo positivo para diversificar ingresos y para los suelos.

Como en la agricultura invernal, el crecimiento agrícola viene con diversificación y en un año histórico Uruguay puede completar récords productivos en soja, arroz y seguramente también en maíz.

Y si cruza las 300 mil hectáreas en el próximo ciclo, marcará otro récord más que destacable.

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Ensayo con nuevas variedades de maíces en el predio de la Expoactiva Nacional.

Ensayo con nuevas variedades de maíces en el predio de la Expoactiva Nacional.

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Maíz Cultivos de verano Uruguay Chicharrita

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