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4 de julio 2025 - 5:00hs

Las plantas bajas de los desarrollos inmobiliarios, muchas veces relegadas a un rol secundario, comienzan a cobrar una nueva relevancia en algunos barrios de la capital uruguaya. Allí, donde se acostumbra ver recepciones o porteros eléctricos, empiezan a emerger locales gastronómicos que buscan funcionar como un espacio de transición entre lo público y privado, atendiendo a una tendencia ya consolidada en grandes ciudades como Barcelona o en Buenos Aires.

En diálogo con El Observador, la arquitecta e investigadora Gabriela Pallares explicó que este fenómeno responde a una nueva lógica en el modelo de ciudad. Mientras que en la segunda mitad del siglo pasado predominó un modelo de diseño urbanístico centrado en la movilidad vehicular, a comienzos del siglo XXI ese formato empezó a revertirse.

“Se comenzó a priorizar al usuario y cambiar esa lógica a una ciudad de peatón, de bicicleta, con más vida en las plantas bajas, generando más comunidad, intercambio social y revalorizando el espacio público como integrador de la sociedad”, agregó la arquitecta.

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Fue a partir de esta tendencia -que llegó a Uruguay con más fuerza hace menos de una década- que empezaron a surgir los basamentos de usos mixtos, también con el objetivo de generar una ciudad de cercanía en donde no sea necesario utilizar transporte para acceder a los servicios esenciales.

"El urbanismo bien usado es un manipulador de conductas, entonces usando buenas herramientas de planificación se puede dar valor al espacio urbano como integrador social. Y la gastronomía, en particular, está comprobado que es una herramienta de fusión social", sostuvo sobre el caso particular de las cafeterías integradas a edificios.

Los detalles del modelo de negocio

Este modelo funciona bajo la modalidad de alquiler o concesión, permite a los desarrolladores fortalecer la conexión del edificio con el entorno urbano y promover así la sinergia entre el inmueble y el barrio, algo que entienden es bien valorado por residentes y vecinos. En tanto, la integración le permite a los emprendimientos gastronómicos empezar un negocio con menos riesgos al contar desde cero con una base de clientes: los residentes de esos edificios y los trabajadores, en el caso de inmuebles corporativos.

“A nivel de diseño, este modelo de negocio nos parece que tiene muchos beneficios porque el nuevo local no implica una construcción, una reforma estructural, sino simplemente un diseño comercial y una puesta a punto”, explicaron desde Desmadre, una cafetería que tiene uno de sus locales en la planta baja de un edificio, ubicado en Requena y Rivera.

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En cuanto a las dinámicas de clientes y consumo en este tipo de esquema de negocio, Juan Antonio Ruy, cofundador de la cafetería Talcafé, ubicada en Maldonado y Emilio Frugoni, sostuvo que los clientes se dividen casi a partes iguales entre residentes y personas por fuera del edificio. En tanto, la modalidad más extendida de compra es el take away, comprar para llevar.

“Estamos en un espacio bisagra entre el barrio y el edificio y a la vez, seguimos en contacto con la calle. Nos gusta esa dinámica”, contaron desde el emprendimiento, que surgió con el objetivo de acercar el café de especialidad a los espacios públicos, a través de una cafetería móvil creada por su socio Agustín Falero.

A partir de este esquema de negocio, el emprendimiento abrió su primer local comercial en 2024 y proyecta dos nuevos locales bajo la misma modalidad en nuevos desarrollos inmobiliarios.

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Uno de ellos se inaugurará en 2025 y estará ubicado en la zona entre Tres Cruces y la Avenida 18 de julio. Será en formato 100% take away. El otro estará en la rambla a la altura del Parque Rodó y se inaugurará en 2026.

Además, tras la experiencia positiva con esta cafetería, la desarrolladora responsable del edificio en el que se encuentra Talcafé, proyecta replicar este modelo en sus futuros proyectos.

Desde Desmadre mencionaron que es un esquema interesante para llevarlo a otros barrios de la capital, por ejemplo a zonas como La Blanqueada.

En este sentido, la arquitecta sostuvo que este tipo de modelos tiene el potencial de salirse de los barrios céntricos y empezar a generar polos gastronómicos en otras zonas de la ciudad.

“Creo que es un modelo necesario y que contribuye a darle vida a la cuadra, no es lo mismo una planta baja llena de rejas a que haya servicios y una transición entre lo que es el barrio y el edificio”, sostuvo Ruy.

Con respecto al modelo de negocio, Pallares dijo que a nivel urbanístico lo importante es que sea sostenible, evitando así que el basamento quede vacío y la ciudad pierda un espacio de interacción.

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