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4 de julio 2025 - 5:00hs

Supervisión no es lo mismo que control parental. Leonardo Perdomo, un capacitador uruguayo especializado en temas de ciudadanía digital, aboga por algo tan sencillo de decir, pero difícil de ejecutar: hablar con los adolescentes e involucrarse en lo que están haciendo en internet. En sus palabras, "guiarlos".

Leo trabaja contratado por NST, una empresa uruguaya que es partner de Google, que tiene como uno de sus cometidos implementar el programa de ciudadanía digital llamado "Sé Genial en Internet".

Perdomo tiene más de 16 años de experiencia acompañando a adolescentes, primero en Argentina (Ushuaia) y luego en Uruguay. Empezó vinculado a organizaciones sociales, iglesias y fundaciones, trabajando con jóvenes en situación de vulnerabilidad.

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El rol del adulto

En su enfoque, insiste en que los adolescentes necesitan adultos presentes que acompañen, no que solo controlen. Plantea que las familias deben ser coherentes, establecer normas y límites, y crear espacios de diálogo para que los jóvenes puedan compartir lo que ven y sienten en el entorno digital.

Él enfatiza que cuando un adolescente quiere hablar, es esencial que el adulto interrumpa lo que esté haciendo para escuchar. "Estés haciendo lo que estés haciendo, cortalo y escuchalo", señala, citando a Antonio Ríos. Esa disponibilidad demuestra al joven que su mundo interior importa.

Además, menciona que el tiempo compartido fortalece el vínculo y evita que el adolescente busque refugio únicamente en internet o en la inteligencia artificial. Si el hijo percibe que el padre o la madre no tiene tiempo, se vuelve más difícil que confíe y cuente lo que le pasa.

Perdomo también destaca que la tecnología, aunque necesaria, no debe reemplazar la interacción presencial. Cree que los padres deben involucrarse en las plataformas que usan sus hijos, aunque no las entiendan completamente. "No pasa nada si no sabés qué es Twitch o Discord; lo importante es que tu hijo sienta que puede contarte", afirma.

Perdomo sostiene que el cerebro adolescente no alcanza la madurez total hasta los 25 años. Por esta razón, "no pueden autorregularse ante los estímulos del mundo digital", explica. La falta de esta capacidad incrementa la vulnerabilidad frente a contenidos y dinámicas para las que no están preparados.

Para Perdomo, el acompañamiento no significa prohibir ni vigilar cada movimiento. La clave está en crear espacios de confianza donde los adolescentes puedan contar lo que viven en internet sin miedo a ser juzgados.

"El adulto debe ser un refugio, no un juez", señala. Si el adolescente percibe que será castigado por compartir una experiencia negativa, evitará hablar y enfrentará el problema en soledad.

¿Generación de cristal?

Perdomo plantea que muchas veces se acusa a la generación Z de ser frágil o "de cristal". A Leo le enoja eso. Para él, esto está relacionado directamente con el contexto tecnológico en el que crecieron.

Él explica que cuando aparecieron los primeros teléfonos con cámara frontal, como el iPhone 4 en 2010, junto con Instagram, se consolidó una nueva forma de vincularse. A partir de ese momento, las relaciones comenzaron a ser cada vez más virtuales y menos corporales.

"Las relaciones empezaron a pasar por la virtualidad, donde se podía abandonar un grupo de chat con un clic, o irse de una charla online sin pedir permiso", describe. Esta dinámica debilitó el compromiso y la tolerancia al conflicto en los vínculos.

Perdomo señala que esos jóvenes que recibieron un celular a los 10 años hoy tienen unos 25. Son la generación que ahora sale al mercado laboral y es catalogada como "blandita" o sin resistencia a la frustración.

Pero, lejos de criticarlos, Perdomo apunta a la responsabilidad adulta: "¿Quién les dio el teléfono a los 10 años? Nosotros, los padres", explica. La falta de acompañamiento en ese momento fue clave para que desarrollaran vínculos más débiles y menos tolerancia al error o al límite.

Él insiste en que no se puede responsabilizar exclusivamente a los adolescentes. "Son chicos que crecieron en un entorno donde la conexión virtual era prioritaria y donde los adultos no supieron sostener normas y límites claros", detalla.

Los adolescentes se sienten culpables

Un riesgo que preocupa especialmente a Perdomo es la exposición a la pornografía. Los adolescentes acceden a contenidos sexuales no por búsqueda intencional, sino porque la pornografía "los encuentra", explica.

El acceso precoz distorsiona la construcción de la sexualidad y afecta las relaciones futuras. Según Perdomo, la respuesta adulta no debe ser punitiva: "No se trata de retar al gurí, sino de acompañarlo y explicarle", afirma.

La estrategia de Perdomo busca desarmar la lógica de la culpa para construir confianza. Si un adolescente siente que va a ser juzgado, opta por el silencio y oculta situaciones de riesgo. Si percibe que el adulto está dispuesto a escuchar, sin culpabilizar, se animará a hablar.

Para Perdomo, la culpa es un arma silenciosa que debilita la relación con el adolescente. La única forma de contrarrestarla es generar un ambiente de palabra, presencia y coherencia. "El gurí necesita saber que el adulto no lo va a abandonar cuando se rompa digitalmente", sostiene.

La aplicación de un modelo islandés en Uruguay

Perdomo conoció el modelo islandés a partir de una nota publicada en la BBC en 2017 titulada "Islandia sabe cómo acabar con las drogas, pero el resto del mundo no escucha". A partir de esa lectura, comenzó a investigar el enfoque de Planet Youth y quedó impactado.

El modelo propone trabajar en prevención universal, no intervenir solo cuando ya hay un problema (adicción a sustancias o a pantallas), sino antes de que ocurra. En lugar de enfocarse en el joven que ya consume o tiene un problema, se trabaja con la población general para reducir factores de riesgo.

Perdomo explica que Planet Youth se basa en cuatro determinantes sociales: la familia, el grupo de pares (amigos), la escuela, el ocio y actividades recreativas.

Se realiza una encuesta a adolescentes de 15 años, con unas 70 preguntas, para entender sus hábitos: cómo duermen, con quién pasan tiempo, cuánto tiempo están con la familia, si practican actividades extracurriculares, entre otros aspectos.

Con esa información, se identifican factores de riesgo y de protección en cada área. Después, se diseñan acciones específicas en la comunidad para fortalecer lo positivo y reducir lo negativo.

Por ejemplo, si en una localidad se detecta que los adolescentes duermen menos de ocho horas, se trabaja con talleres para padres y campañas que expliquen por qué el descanso es un factor clave. Si se observa que salen mucho a la noche antes de los 14 años, se promueven actividades alternativas y se refuerza el tiempo en familia.

Perdomo destaca que "la idea es retrasar el inicio de conductas de riesgo", como el consumo de alcohol o el uso sin supervisión de pantallas. El modelo plantea que cuanto más tarde empiece el consumo, menores son las probabilidades de que se convierta en un problema serio.

En Uruguay, explica que Planet Youth ya se empezó a aplicar en forma de prueba piloto en Pan de Azúcar, Colonia del Sacramento, Tranqueras, y San Jacinto (Canelones). La primera encuesta en Pan de Azúcar se hizo en noviembre.

El especialista sostiene que su enfoque en ciudadanía digital comparte la misma lógica: prevenir desde antes, no solo reaccionar cuando ya existe un daño.

El desafío de la IA en adolescentes uruguayos

Leo Perdomo reconoce que la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un recurso cada vez más presente en la vida de los adolescentes. Según explica, muchos jóvenes recurren a la IA para buscar consejo o contención emocional, especialmente cuando sienten que no pueden hablar con sus padres.

Perdomo cuenta que en sus capacitaciones realiza una demostración en vivo: le habla a una IA y le pide ayuda para encarar una conversación difícil con un hijo adolescente. De esa forma, muestra a los padres que la tecnología puede ser una herramienta útil si se sabe usar.

"Hoy sin saber nada, uno tranquilamente puede apoyarse con la inteligencia artificial para poder decirle 'necesito encarar una conversación con mi hijo' o 'orientame porque estoy preocupado'", detalla. Explica que incluso padres sin conocimientos técnicos pueden servirse de la IA para acercarse a sus hijos.

Sin embargo, Perdomo aclara que aunque valora la IA como un aliado, no reemplaza la función emocional ni el vínculo humano. La IA "te puede dar respuestas", pero no ofrece contención real ni comprensión afectiva.

Durante sus charlas, observa que algunos adolescentes mencionan que prefieren hablar con un chatbot antes que con un adulto. Esto, dice Perdomo, refleja la falta de espacios seguros en casa. Los jóvenes perciben que la IA "los conoce" porque recuerda sus problemas, mientras que sienten que los adultos no prestan atención o no registran lo que cuentan.

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