España se convirtió en la “niña mimada” de Europa.
Los medios internacionales destacan su crecimiento descollante que tracciona a un bloque en el que los otros grandes socios ven languidecer sus economías.
España desacelería de 2,9% a 2,3% y 2% en los próximos años, según el escenario optimista de la UE. La demanda interna es el nuevo motor. Se agotó la tracción del sector externo. Los fondos europeos serán claves en 2026.
Los medios internacionales destacan su crecimiento descollante que tracciona a un bloque en el que los otros grandes socios ven languidecer sus economías.
Y es efectivamente así. A pesar de Pedro Sánchez.
En una España atravesada por el incendio de los escándalos políticos incesantes que envuelven al presidente, la economía logró un desempeño extraordinario. Todo coronado por la locura arancelaria que recorrió este año ligada a las volubles negociaciones con el presidente de EE.UU., Donald Trump.
Así y todo, España crecerá este año un 2,9%. Sólo cinco países en la Unión Europea la superan. Irlanda, con un 10,7%, Polonia, con un 3,2%, también Croacia, con un 3,2% y Bulgaria, con un 3%.
Pero de las grandes economías del bloque, ninguna se le acerca. Todas llegan a fin de año exhaustas, con economías anémicas. Alemania crecerá apenas un 0,2%, Francia lo hará un 0,7% e Italia, un 0,4%.
Ahora, ¿será posible mantener este nivel de expansión?
España viene de incrementar su PBI un 5,8% en 2022, un 2,7% en 2003 y un 3,5% en 2024. Quizás sea hora de acostumbrarse a salir del foco de los reflectores.
Con el envión que trae, España logrará un crecimiento que duplicará en los próximo años el de sus vapuleados vecinos europeos.
Pero la tendencia muestra que el ritmo de expansión se irá pinchando en los próximos años, a contramano de sus socios, que mejorarán su desempeño. Aunque es cierto que están en el fondo del pozo y el rebote apenas les permite salir un poco a flote.
Al menos según las proyecciones de la Comisión Europea, España pasará del 2,9% de 2025 a 2,3% en 2026 y 2% en 2027.
Hay que aclarar, de todos modos, que la UE está en el extremo optimista del espectro de proyecciones. El propio sanchismo pronostica un 2,2% para 2026 y un 2,1% para el año siguiente, por ejemplo.
El menos auspicioso es hasta ahora el FMI, que anticipan un 2% para el 2026. La OCDE compartía su escenario pero acaba de elevar su previsión a 2,2%.
En cualquier caso, es un oasis en comparación con los vecinos pero todos repuntan en los próximos años.
En el caso de Alemania logrará una recuperación notable al aumentar su PBI un 1,2% en 2026 desde el cuasi estancamiento de este año (0,2%). Y logrará mantener ese crecimiento en 2027 (1,2%).
En el caso de Francia, el rebote es más modesto pero la tendencia es clara: pasará del 0,7% al 0,9% y al 1,1%.
Italia, por su parte, duplicará el crecimiento desde el 0,4% al 0,8% (una base muy baja) y apenas podrá mantenerlo en 2027.
En relación a la UE en su conjunto, seis países tendrán una mejor “performance” que la española y uno la igualará en 2026.
Encabeza la lista Polonia, con un 3,5% y la siguen Lituania (3%), Croacia (2,9%), Bulgaria (2,7%), Suecia (2,6%), Eslovenia (2,4%), Hungría (2,3%), Grecia (2,2%) y Portugal (2,2%).
¿Qué es lo que aún sostiene el crecimiento de España? ¿Y qué lo está lastrando?
El modelo de expansión de la post-pandemia ya quedó agotado.
En los primeros años después de la crisis, fueron el gasto público y las exportaciones las que levantaron a la economía española. En los dos primeros años, el sector externo fue clave. Las exportaciones crecieron a un ritmo de casi el 20%.
Hoy se produjo un giro: lo que alimenta el crecimiento es la demanda interna, impulsada por el consumo de los hogares y la inversión.
Y de hecho, el sector externo se convirtió en un componente que hoy resta.
Las exportaciones se incrementaron respecto a 2024 (4,2%), sobre todo las de servicios. Pero el problema son las importaciones.
“Las exportaciones, por sí solas, aportarán 1,5 puntos porcentuales (p.p). al crecimiento del PIB en 2025 pero se verán más que compensadas por la fortaleza del aumento de las importaciones, que han tenido que alimentar el fuerte tirón de la demanda interna”, explican desde Caixabank.
El año que viene este escenario se acentuará. Las exportaciones crecerán por debajo de su media histórica, al punto de que el sector externo será el principal freno para la economía en 2026. Podría llegar a restar 0,4 p.p. al PBI.
Consumo privado e inversión explican casi la totalidad del avance del PBI este año, según el equipo de research de Caixabank, y lo mismo ocurrirá en 2026.
Desde el BBVA explican: “El menor crecimiento de los precios, junto con el avance de los salarios, impulsará la progresiva recuperación del poder de compra de las rentas de los hogares y, por lo tanto, del consumo privado”.
Y apuntan que las políticas públicas, tanto la monetaria como la fiscal, contribuirán también a una mayor inversión.
Aunque descartan que las tasas continúen bajando, estiman que un euríbor a 12 meses en 2,2% en diciembre de 2025 y en 2,3% en el mismo mes de 2026, resultará atractivo para estimular la demanda de crédito tanto de familias como de empresas.
El surgimiento del consumo privado como componente central del crecimiento es indisociable del fenómeno de la inmigración, el verdadero pilar del mayor gasto de las familias.
En Caixabank destacan que en 2026, una vez más, ese flujo inmigratorio puede llegar a sumar hasta 0,5 puntos porcentuales (p.p) al PBI. Impulsará el aumento poblacional (0,8%) y será el sostén de la fortaleza del mercado laboral en España (incremento del 2% de la ocupación).
Es esa fortaleza del mercado de trabajo -que paradójicamente convive con una tasa récord de paro- lo que posibilita el aumento de la renta bruta disponible en los hogares.
Con una tasa de ahorro récord de 13%, los españoles -tradicionales “gastadores”- empiezan a percibir que pueden darse algunos gustos.