Highgrove House, la finca que supo ser el refugio secreto del monarca británico y Camila Parker Bowles, es custodiada al detalle por el rey Carlos III desde hace más de 40 años. Desde hace unos días, se ha convertido en el centro de un escándalo laboral que ha sacudido la estabilidad del lugar.
Famosa por su enfoque bioclimático y su armonía entre naturaleza y humanidad, esta propiedad situada en Gloucestershire ahora es escenario de una serie de denuncias por parte de sus jardineros, quienes acusan jornadas laborales excesivas, salarios bajos y un trato abusivo.
La investigación de The Times ha desvelado que, desde 2022, 11 de los 12 jardineros a tiempo completo han dejado sus puestos en Highgrove. Muchos de ellos mencionan las severas exigencias y la falta de un trato justo como razones de su salida. Este éxodo ha puesto de manifiesto problemas profundos de gestión y organización dentro de la Fundación del Rey, que desde 2021 se encarga de la administración de la finca.
Gritos y exigencias en tinta roja
Carlos III es conocido por su meticulosa atención al detalle, y sus jardines no son la excepción. El monarca, obsesionado con cada aspecto de sus espacios verdes, envía instrucciones escritas a mano con tinta roja, corrigiendo incluso pequeños errores en los informes del personal. Desde correcciones sobre el estado de los delphiniums hasta demandas para retirar una hierba “inaceptable”, su vigilancia se extiende incluso a los informes que los jardineros deben redactar, exigiendo que se dirijan a él como “Su Majestad” o “Su Alteza Real”.
Este estilo de liderazgo, según testimonios, ha generado un ambiente de tensión y estrés entre los empleados. En su libro Rebel Prince, el escritor Tom Bower relataba que el entonces príncipe Carlos supervisaba a los jardineros de manera exhaustiva, a tal punto que se sentaba a revisar listas diarias de quejas e instrucciones. Según algunos testimonios, si algo no le gustaba, no dudaba en salir al porche de Highgrove y gritar órdenes al personal, lo que generaba un ambiente de hostilidad.
Salarios mínimos y malos tratos
El salario de los jardineros de Highgrove, lejos de compensar las duras condiciones de trabajo, ha sido uno de los factores clave en el éxodo masivo de empleados. En 2022, varios trabajadores percibían el salario mínimo de 8,90 libras por hora, un sueldo inferior al que se paga en otros jardines y lejos de lo que podría esperarse para un trabajo en la finca de la familia real.
“Es como si te dijeran: deberías estar agradecido de que trabajas para el Rey, la persona de mayor rango del país”, contó una fuente anónima a The Times. Sin embargo, las dificultades diarias no se compensan con el prestigio de trabajar en Highgrove. El mal genio y la meticulosidad extrema del monarca hacen que las tareas de los jardineros sean aún más arduas. En uno de los casos más polémicos, un jefe de jardines no pasó su periodo de prueba por no saber el nombre de una flor, lo que enfureció a Carlos III.
La investigación y las promesas de cambio
Ante las crecientes quejas, la Fundación del Rey encargó una investigación externa en 2023. El informe reveló una escasez crítica de personal, malas prácticas de gestión y salarios no competitivos, y recomendó brindar apoyo en salud mental a los empleados y revisar los salarios. Sin embargo, según las fuentes de The Times, los problemas persisten, y los jardineros continúan enfrentando las mismas dificultades.
Highgrove sigue siendo un éxito comercial, generando millones de libras al año a través de visitas guiadas, cenas privadas y la venta de productos de marca. Pero, para quienes han trabajado tras bambalinas, el desgaste parece haber superado el atractivo de la fama real. “La armonía con la naturaleza era real. Pero entre personas, había más tensión que paz”, afirma uno de los exempleados.
Este nuevo escándalo es otra prueba de las dificultades que enfrenta Carlos III para equilibrar su faceta de monarca con su exigente liderazgo personal. Un contraste que, de acuerdo con algunos de sus ex empleados, sigue sin encontrar solución.