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4 de octubre 2025 - 5:00hs

Roxana Fabius camina sobre el entramado de maderas lustradas que recubre el suelo del Museo Nacional de Artes Visuales, el mismo sobre el que alguna vez apuró los pies cuando era niña. Hoy recorre el museo días antes del descubrimiento de la primera inauguración de su gestión.

Fabius es, desde el pasado 28 de agosto, la flamante directora del principal museo del país. Después de 15 años ininterrumpidos en los que Enrique Aguerre estuvo a cargo de la institución, la curadora, gestora e historiadora del arte tomó el relevo de la institución que la hizo "enamorarse de los museos". Y espera transformarla en un lugar más accesible y dinámico.

Este viernes el MNAV inauguró tres exposiciones en simultáneo que demuestran el espíritu de la nueva dirección del museo. Con ellas se abre una nueva etapa de gestión de su acervo y el interés de expandir los límites del museo en relación a su entorno. "Hace siete semanas que empecé y desde la llegada llevamos un ritmo imponente, estoy sumamente agradecida de que me estén acompañando para generar este cambio", destaca la nueva directora.

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Quien visite ahora el museo será recibido por Barradas: Acuarelas en vibración, una exposición de obras de Rafael Barradas curada por María Eugenia Grau en las que se expone una serie de acuarelas vibracionistas del pintor de vanguardias.

“Todas estas obras son obras de la colección”, dice la directora del museo mientras recorre el espacio con El Observador días antes de la inauguración. “Eso demuestra la riqueza imponente que tenemos en el acervo. Específicamente de Barradas, tenemos el 80% de la obra que produjo”.

Fabius ya conocía el acervo del museo, desde el día en que pidió prestadas ocho obras de Leonilda González para exponerlas en la Ford Foundation Gallery de Nueva York y recorrió la reserva de la institución. “El patrimonio que tenemos en el museo es increíble. Hay mucho para trabajar, mucho para investigar y mostrar”.

Las combinaciones, dice, son infinitas y esta es una de las tantas que se podrán ver en los próximos tiempos. Recambio es una palabra que enfatizará durante la conversación y el recorrido por los espacios del museo.

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Esta mañana todo está en movimiento. El montaje y el desmontaje de exposiciones pasadas conviven bajo el sonido constante, casi como un ruido blanco, de los funcionarios que trasladan pinturas, montan obras en las paredes y hacen pruebas antes de la inauguración.

Paisajes - Evocación y realidad, se está montando en tres paredes diagonales en el centro de la sala. Un diálogo entre artistas de distintos momentos del arte uruguayo, con diferentes técnicas y miradas sobre el imaginario territorial nacional. Desde lo más conceptual y subjetivo hasta lo más figurativo y realista poniendo en diálogo obras de tiempos y autores diversos como Luis Camnitzer con Nicanor Blanes o Blanes Viale y Hugo Longa con Petrona Viera.

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Finalmente, la curadora recorre la nueva exposición de la colección permanente, que si bien tradicionalmente ocupaba sólo el perímetro de la sala principal, a partir de ahora se extiende también al anillo del piso superior que abarca las salas 2 y 4. Se trata de más de ciento cincuenta obras de dibujantes, pintores, grabadores, escultores, tapicistas y ceramistas.

La colección se expande, no solo desde su acepción espacial sino en su perspectiva del arte uruguayo.

Al descubierto: Colección MNAV –curada por Fabius, María Eugenia Grau y María Eugenia Méndez– vuelve a poner bajo las luces del museo piezas y prácticas de la colección que no se ven con frecuencia y propone un recorrido por diversas expresiones del arte nacional.

Esta nueva configuración de la exposición del acervo del museo expone tres veces más artistas mujeres que en el pasado y está compuesta por un tercio de artistas vivos.

“En este piso nos abocamos mucho a redescubrir obras y reformular los espacios y al mismo tiempo a generar nuevas narrativas”, dice la directora mientras camina por la planta baja del museo, donde se movieron obras y se introdujeron nuevas piezas que transitan desde el arte histórico academicista y las corrientes del novecientos al planismo y las expresiones sociales.

La fiebre amarilla (Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires) de Juan Manuel Blanes, por ejemplo, está ahora en el medio de una trilogía del artista frente a un amplio espacio vacío que durante las visitas escolares se llenará de niños mirando los rincones de aquella habitación donde ha pasado la muerte. Un espacio para la contemplación, la interacción y el acercamiento.

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A su lado una serie de retratos de las mujeres de la alta sociedad desde La Carlota (Retrato de Doña Carlota Ferreira de Regunaga) hasta el Retrato de María Castro de Figari de Pedro Blanes Viale, dialoga con las representaciones de las luchas por la justicia social y los derechos de los trabajadores en el otro extremo de la sala. “Nos parecía importante dar lugar a estas distintas visiones y presentaciones de la sociedad. Los artistas no se dedican solo a una cosa sino que viven atravesados por su momento”, dice la curadora.

El museo recibe ahora también las palabras de los artistas.

En las paredes se leerán citas de los artistas en relación a sus obras, una posibilidad de acceder a la forma de pensar de cada creador o creadora. Además, en cada una de las salas habrá información sobre las diferentes corrientes del arte así como traducciones a diferentes idiomas para los visitantes extranjeros que encuentran en el museo del Parque Rodó una entrada al arte uruguayo.

Cuando te planteás esta primera inauguración de tu gestión, ¿qué querés que digan estas exposiciones de este cambio? ¿Qué reflejan sobre el futuro del museo?

Primero, que es un trabajo en equipo. Esta selección nace del trabajo con María Eugenia Grau y María Eugenia Méndez con un diálogo constante. Y también entendiendo que esta es la primera, pero no es la definitiva. La movilidad de la colección es algo que va a ser muy importante en mi gestión. Hay tesoros increíbles y esos tesoros hay que mostrarlos. Esta es la combinación que funciona mejor ahora y después va a haber otras versiones. Otra cosa que es para mí muy importante, y en la que estamos trabajando mucho, es la idea del acceso: que cada persona que entre al museo pueda aprender algo, llevarse algo, tener una experiencia sensible que sea transformadora. Te puede pasar con la pared de la Escuela del Sur, te puede pasar con la pintura de Linda Cohen, te puede pasar leyendo una frase de alguno de los artistas o de las artistas. A cada uno le va a pasar en un lugar distinto, pero nosotros abrimos todas las cartas. O lo que más podemos ahora, en esta primera etapa, para que la navegación sea accesible, sea didáctica y estética. Ese es el principal cambio.

La accesibilidad también tiene que ver con tratar de llegar a la mayor diversidad de público posible.

Totalmente. Yo estoy impresionada todavía de la cantidad de gente que me dice que no sabía que el museo es gratis. Este museo es de todos. Todo lo que hay acá nos pertenece a todos y todas las uruguayas y hay que disfrutarlo, hay que venir a verlo. Es un espacio sumamente privilegiado, en la mitad de un parque, al lado del mar. Esto no existe en otros lados.

En ese sentido, ¿cómo se plantean el desafío de atraer al público que no está viniendo, por algún motivo, al museo?

Es un trabajo de comunicación que hay que hacerlo. Tiene mucho que ver con la parte educativa, que vamos a reformular a partir del año que viene con un gran proyecto de pasantías para poder tener más educadores, que abarquen más a las escuelas, y monitores de sala que te puedan contar cosas de la obra. Y ese es el principio.

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El recorrido continúa sobre la planta alta de la exposición. Mientras en la sala 5 se desmonta la última exposición de Carmelo Arden Quin, En la trama del arte constructivo, la nueva configuración del museo ya se puede ver en las paredes, aunque aún quedan obras por montar.

Una pared dedicada a las obras de Joaquín Torres García y la Escuela del Sur marca el inicio de la transformación del espacio.

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Del taller de Torres se desprende el arte geométrico de artistas como José Pedro Costigliolo, María Freire o Amalia Nieto.

Pero los cambios no se limitan al planteo de las obras ni a la expansión. En el segundo piso, donde funcionaba la sala 3, habrá además un taller infantil abierto a niños y niñas en el museo donde, explica Fabius, habrá talleres todos los fines de semana para que las familias puedan participar y agregar una actividad gratuita para infancias.

La exposición luego transita entre el movimiento Madí, el Club de Grabado de Montevideo, las tendencias expresionistas y surrealistas, que se suceden junto a producciones contemporáneas.

Al final del recorrido, la directora y curadora vuelve a la idea del recambio: “Este es el principio. Es la primera acción de muchas que van a venir”.

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El Museo Nacional de Artes Visuales está en flor. Ese jardín que fue diseñado por el paisajista Leandro Silva Delgado y el arquitecto Fernando Fabiano en 1990 propone ahora una primavera de flores blancas entre obras del escultor Rubens Fernández.

En ese entorno es que Fabius habla con El Observador sobre su nuevo rol en el MNAV, las nuevas perspectivas de la institución, el acceso a la cultura como agente democratizante y la importancia del desarrollo del pensamiento creativo, la educación estética y la alfabetización visual. En otras palabras, aprender a mirar.

¿Cómo recibiste esta invitación para ser la nueva directora del Museo Nacional de Artes Visuales? ¿Algo así estaba en tu horizonte?

Fue totalmente inesperado. Es un privilegio gigante para mí poder tomar las riendas de una institución que es tan emblemática y que está tan llena de posibilidades. Yo me defino como curadora y gestora, y la parte de hacer institución es lo que más me interesa: qué impacto puede tener una institución en el público. Pensar en esa estrategia a través de la curaduría teniendo en cuenta el entramado en el cual se mueve una institución. La institución está viva, tiene muchos participantes y hay que considerarlos a todos todo el tiempo para estar siempre creciendo, proyectándose al futuro y al presente también. Entendiendo la historia de lo que pasó antes y cómo eso fue transformador y nos llevó a este momento, pero pensando en qué es lo que falta. No es ningún secreto que el acervo está muy tirado hacia artistas hombres. Cuando en los años 70 se empieza a cambiar esta movida en el mundo la proporción era de 30–70 más o menos. Nuestro acervo está en 80–20, estamos complicados. No porque no hayan existido artistas mujeres que se merezcan un lugar en el acervo sino porque así se armaron las narrativas. Eso es clave para mí, no sólo las narrativas femeninas sino las narrativas de disidencias respetando a todas las partes de la población que no están representadas. Hay mucho para hacer.

Cuando asumiste dijiste que este lugar es “el museo que te hizo enamorarte de los museos”. ¿Cómo es ese recuerdo?

Absolutamente. El recuerdo que tengo es de venir al museo con mi abuela desde muy chica, más o menos desde que tengo memoria. Hay una exposición que me marcó a mí, pero marcó a muchos, que es la de las cometas a principios de los 90. Desde los 17 años dije que quería ser curadora de arte y una figura que ahora es una colega-amiga, Patricia Bentancur, fue la primera persona que hacía exposiciones que conocí. El museo para mí, y creo que para muchos uruguayos, es el espacio en el que conectás por primera vez con el arte, con la experiencia estética, con cómo eso te puede transformar, afectar, generar emoción, hacer entender algo que no conocías. Depende de cómo te lo expliquen y cómo te hagan el acercamiento. Muchas veces como público pensamos '¿pero esto cómo se relaciona conmigo?'. Una exposición que acaba de bajar, la del diseñador y artista Carlos Palleiro por ejemplo, es la vida gráfica de todos los uruguayos. A veces eso se transforma en nuestro ambiente visual y es importante también pensar en todos los vectores que esto tiene. No es solo la venida al museo sino también entender cómo el lenguaje visual está rodeándonos todo el tiempo y esa alfabetización visual es muy importante hoy para la creatividad: entender lenguajes distintos, tener paciencia, contemplar y dedicarle tiempo.

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Estamos en un mundo en el que las narrativas visuales están en todos lados, pero es interesante poder venir y mirar qué plantean los artistas de nuestro país.

La parte patrimonial de nuestra nación es súper fuerte, tenemos artistas que transformaron la historia del arte globalmente y que son todavía relevantes; hay que prestarles atención. Pero también creo que todos y todas estamos gobernados por las experiencias estéticas, estamos tomando decisiones a partir de eso todo el tiempo y darte un momento a pensar netamente en cómo mirás algo es súper importante. Se está transformando la educación y la creatividad va a ser muy importante. El pensar de forma creativa, buscar alternativas para solucionar un problema, va a ser el arma más importante y diferenciadora que vamos a tener como humanos. En ese sentido el lugar de lo educativo, para grandes y chicos, el tiempo y la contemplación, es fundamental.

En una entrevista con El Observador, María Eugenia Vidal, directora de Cultura, decía que la renovación de las direcciones de los museos implicaba también “abrir paso a perspectivas frescas y sensibles hacia las necesidades actuales”. ¿Cuáles son esas perspectivas que se plantean?

Te dije tres cuartos de las perspectivas pero una cosa que no conversamos, siguiendo con esta idea del entramado, es la parte internacional. De traer y de llevar. Traer prácticas contemporáneas, o no contemporáneas, que sean relevantes a los temas de hoy al museo y mostrar también a nuestros artistas afuera. Eso se construye con diálogos con instituciones internacionales. Es algo que se viene haciendo, creo que hay que seguir fortaleciéndolo. Una forma en la que vamos a trabajar, que va a ser un poco distinta, va a ser a través de la investigación transversal. Esta idea de pasado, presente y futuro. Si yo veo al Barradas vibracionista hoy es absolutamente contemporáneo. Esta idea de los estímulos que nos afectan por todos lados todo el tiempo, ¿quién no lo está sintiendo? Y es parte de nuestros problemas, es parte de las cosas que tenemos que atender. Pensar en nuevas formulaciones de nuestra historia del arte y poner en diálogo artistas del presente con artistas del pasado es algo que es muy característico de mi práctica y que quiero que quede como una impronta en el museo. Y el recambio, yo creo que el recambio también es importante.

Este es un edificio que fue adaptado para contener al MNAV. ¿Es un edificio que sigue estando alineado con las necesidades de la propuesta del museo?

Tenemos repensar el espacio. Hay algunas cosas que vamos a cambiar a corto plazo, otras que necesitan más largo plazo. Ya lo estamos haciendo con ese espacio de infancias, con tratar esas paredes diagonales como una sala independiente. Yo soy muy amante de pensar siempre cuál es el uso adecuado del espacio y qué nos puede ofrecer. Del programa arquitectónico del museo hay algunas cosas que ya no funcionan, que tenemos que reestrategizarlas, y para eso también se necesitan recursos que por el momento no tenemos. Hay que ver cómo se va construyendo cada parte.

En todo tu recorrido internacional siempre estuviste vinculada también al arte uruguayo. ¿Qué mirada tenés de la actualidad de nuestros artistas?

Desde el museo, pero desde las instituciones en general, tenemos que hacer mucho trabajo para darle apoyo a los artistas, generar discursos, entablar diálogos. Lo que más me gusta hacer es trabajar con los y las artistas para sacar lo mejor de su obra. Hay muchísimo potencial, hay artistas increíbles. Se va a ir dando.

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