La resiliencia se define como la capacidad de afrontar la adversidad, potenciar los recursos propios y salir fortalecido. Se trata de transitar experiencias adversas, transformarlas y aprender.
Participaron del estudio, 2000 gemelos de mediana edad y se utilizaron modelos de control co-gemelos para controlar la influencia de la genética. Se realizaron mediciones de adversidad acumulada a lo largo de la vida, así como niveles reales y esperados de malestar y bienestar. A través de modelos biométricos se analizaron tanto las influencias genéticas, como las ambientales.
La resiliencia está directamente relacionada con la salud física y mental, y ha sido foco de diversas investigaciones y programas de desarrollo en los últimos años. Invertir en resiliencia es una garantía para el bienestar, permite transitar eventos no deseados y aún catástrofes, logrando salir fortalecido.
Una pregunta frecuente: ¿la resiliencia se hereda? Aseguran los autores que la respuesta es afirmativa. Sin embargo, es importante saber que el porcentaje heredable es de un 24% en el caso de la resiliencia tipo 1, y un 30% en la resiliencia tipo 2. Estos porcentajes de heredabilidad tienden a decrecer a medida que avanza la vida. ¡Parece que hay que implicarse en promoverla!
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Las experiencias y la forma en que cada uno vive la vida tienen entre 70% y 76% de peso relativo en el desarrollo de la resiliencia. La ciencia confirma que el cómo vivimos, impacta en la calidad de vida actual y futura, así como en el encendido o apagado de los genes.
El estudio concluye que existen dos tipos de resiliencia, que son diferenciables y a la vez se interrelacionan:
- Resiliencia tipo 1: es la capacidad de mantener o recuperar bajos niveles de malestar (ansiedad/depresión) a pesar de la adversidad.
- Resiliencia tipo 2: es la capacidad de mantener o aumentar altos niveles de bienestar (satisfacción vital) a pesar de la adversidad.
A nivel práctico, Hofgaard y su equipo, descubren que se puede desarrollar la resiliencia ¿Cuáles son los factores promotores de resiliencia que además de aumentarla, controlan la genética?
Para la resiliencia tipo 1: el sentido de la vida, la actividad física, el afecto positivo, el optimismo, la confianza, la autoeficacia y la autoevaluación de la salud, entre otros.
Para la resiliencia tipo 2: el sentido de la vida, la satisfacción en las relaciones, el afecto positivo, la autoeficacia y el optimismo, entre otros.
Desarrollar la resiliencia se traduce en mayor capacidad para gestionar los eventos adversos y las exigencias de la vida. Se trata de gestionar las demandas internas y externas que requieren adaptación y flexibilidad.
Aumentar la resiliencia es elevar el bienestar y la salud. Para eso, es necesario invertir tiempo y energía, en el desarrollo personal y el autoconocimiento. Podemos modelar y diseñar positivamente, nuestra mente y cuerpo.
Aun cuando enfrentemos dificultades, es posible aprender y crecer. ¡La resiliencia es una habilidad que se puede cultivar y fortalecer a lo largo de toda la vida, para lograr una mejor salud física y mental!