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15 de mayo 2025 - 18:16hs

El histórico dirigente tupamaro Henry Engler admitió su responsabilidad en la ejecución por parte del MLN-T del peón rural Pascasio Báez, ocurrida en el departamento de Maldonado en diciembre de 1971.

“La verdad es que yo estaba ahí, en la dirección, y hubo consultas con un montón de gente. Y no hubo prácticamente oposición. Porque el encargado de sacar a Pascasio Báez del Uruguay, y llevarlo a Chile como habíamos pensando, y darle una vivienda allí, se negó a hacer ese proceso. Y yo no puedo sacarme la responsabilidad. No lo puedo hacer”, dijo Engler en una entrevista por zoom desde Suecia con el programa Desayunos Informales, de Teledoce.

Sobre su sentimiento hoy respecto a la ejecución de un inocente, como lo era Báez, Engler dijo: “Me parece espantoso, es de lo peor que puede suceder”.

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Engler que en un pasaje anterior de la entrevista había hablado de los procesos mentales que lo llevaron a ser hoy un firme detractor del uso de la violencia, dijo que la muerte de Pascasio fue uno de los elementos que lo llevó a tener esa convicción. “Por supuesto que eso lo refuerza enormemente, son esas cosas que quedan”.

La entrevista con Engler se dio a partir de sus recuerdos y su amistad con José Mujica, pero en los minutos finales se le preguntó por los testimonios recogidos en el libro “Caraguatá”, de Leonardo Haberkorn, donde se lo responsabiliza de ser uno de los que decidió ejecutar a Báez.

En la obra, Enrique Osano e Ismael Bassini, dos integrantes del MLN-T que estaban en la cabaña Spartacus, cerca de Pan de Azúcar, cuando Pascasio Báez fue apresado, relataron que quienes estaban allí no lograron ponerse de acuerdo respecto a qué hacer con el peón, por lo cual decidieron consultar a la dirección del MLN-T, que en aquel momento integraban Engler, Wasem Alaniz, Mauricio Rosencof, Donato Marrero y Mario Píriz Budes.

Báez había descubierto por casualidad la tatucera Caraguatá, escondida en el la cabaña Spartacus, y allí comenzó su desgracia. Los tupamaros temían que si lo dejaban libre, contara donde se encontraba aquel escondite, que era el mayor refugio subterráneo de la guerrilla, el sitio donde escondían su mayor arsenal, su botín de dinero y joyas y donde tenían un laboratorio y un polígono de tiro ocultos bajo tierra.

En el libro de Haberkorn, Marrero dice que él ya había dejado la dirección del MLN y que a él se le había encomendado organizar el traslado de Báez a Chile y que nunca supo por qué al final no se hizo.

Bassini, que finalmente fue quien le aplicó la inyección letal a Pascasio, señala en el libro que la decisión final sobre la ejecución “la tomó la dirección del MLN, sin ninguna duda. Por unanimidad”. Agrega que se lo ordenaron por saber aplicar inyecciones y que Engler estaba presente en el momento de la ejecución.

Osano señala que existían múltiples posibilidades para asegurar la vida del peón y señala que él mismo se ofreció a sacarlo del país. Relata que a todos los que estaban presentes en la tatucera Caraguatá, y se negaban a ejecutar a Báez, fueron sacados de allí por decisión de la dirección del MLN, para poder ejecutarlo. “Nos sacaron del Caraguatá a Xenia (Itté), a Ataliva (Castillos) y a mí, para poder matarlo. Nos mintieron. Me mintieron. Esa fue otra de las cosas que nunca le perdoné al MLN-T”.

En una entrevista con El Observador en 2023, Rosencof negó que la dirección del MLN-T decidiera la muerte de Báez.

Engler dijo también que nunca habló con familiares de Pascasio Báez ni tampoco con Mujica sobre este episodio.

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