Un día de los seis años que Guy Kawasaki trabajó en Apple, Steve Jobs apareció en su despacho con un hombre a quien no conocía. Sin siquiera presentárselo, Jobs le preguntó, "¿qué pensás de la empresa Knoware?". El empleado, que no pensó la respuesta ni un segundo, le respondió con la verdad: que sus productos eran mediocres, aburridos y simples, además de decirle que no era una empresa estratégica para Apple.
Acto seguido, Jobs le dice: "te presento al CEO de Knoware, Archie McGill".
Kawasaki aseguró en una columna para CNBC que si hubiera pensado una respuesta neutral pero segura, Jobs lo habría despedido ese mismo día. A este ex empleado de Apple, trabajar en la compañía y con Jobs lo marcó al punto de decir que es quien es gracias a esa experiencia. Según Kawasaki, implicaba ponerse a prueba todos los días. De lo contrario, Jobs "se deshacía de ti".
Quienes trabajaron para Jobs lo describen como un jefe que demandaba excelencia y a quien le gustaba poner a prueba a las personas. Cuenta un rumor, relatado por un ex empleado de Apple a Business Insider, que una vez Jobs compartió el ascensor con uno de los internos y le preguntó qué hacía. El empleado no le dio una respuesta clara antes de que el ascensor llegara al piso donde Jobs se bajaba. Ese interno, según se comenta, fue despedido poco tiempo después.
"Demandaba excelencia. No era fácil trabajar para él. A veces era desagradable, y siempre terrorífico. Pero muchos hicimos allí el trabajo más fino de nuestras carreras", señaló Kawasaki.
Otra persona que trabajó para Jobs y contó con nombre y apellido como fue su experiencia, fue Andy Cunningham, quien ayudó a lanzar la Apple Macintosh -la línea de computadoras- en 1984. Cunningham contó a Business Insider que Jobs la despidió "como cinco veces" y que la primera fue "la más traumática". Jobs le dijo sin tapujos que su trabajo había sido terrible.
Cunningham relató que el empresario solía enojarse con todos los que trabajaban con él. "Era muy impaciente. Si no cumplías tus metas lo suficientemente rápido, se ponía furioso, tiraba papeles", recordó. Eso generaba dos tipos de impacto en sus empleados. A algunos los impulsaba a ser mejores. A otros, los destruía. Según Cunningham, ella forma parte del primer grupo: "Estaré siempre agradecida a él por esa experiencia. Ahora soy mucho mejor en lo que hago y nunca lo habría logrado sin él".
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