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¿El divorcio es la solución cuando alguien es infiel?

Terapeutas afirman que las parejas tienen buenas posibilidades de superar el trauma de la infidelidad y evitar el trauma del divorcio, a veces más doloroso
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11 de febrero de 2018 a las 05:00
Jane E. Brody
New York Times News Service


Puse la palabra entre comillas porque la definición de "infidelidad" puede variar ampliamente entre las parejas. Aunque la mayoría de las veces tiene que ver con actos sexuales con una persona distinta del cónyuge o pareja declarada, también hay parejas que se separan por el consumo secreto de pornografía por parte de uno de sus integrantes, por una relación puramente emocional sin ningún contacto sexual, por amoríos virtuales o incluso por un intercambio de miradas de deseo o coqueteo.
La infidelidad dista de ser un fenómeno nuevo: ha existido desde que la gente comenzó a unirse en parejas, ya sea mediante el matrimonio u otro tipo de compromiso. Los consejeros matrimoniales informan que a veces las infidelidades ocurren en relaciones felices, al igual que en aquellas con problemas.

Según la Asociación Estadounidense para la Terapia Matrimonial y Familiar, las encuestas nacionales indican que el 15% de las mujeres casadas y el 25% de los hombres casados han tenido un romance extramarital. La incidencia es alrededor de un 20% más alta cuando se incluyen las relaciones emocionales y sexuales sin coito. Como hay más mujeres que trabajan fuera del hogar, las posibilidades de que tengan un amorío aumentan proporcionalmente.

Se ha escrito mucho sobre infidelidad; recientemente se publicaron dos libros excelentes e iluminadores: The State of Affairs: Rethinking Infidelity de Esther Perel, una psicoterapeuta de Nueva York, y Healing from Infidelity de Michele Weiner-Davis, quien también es psicoterapeuta y vive en Boulder, Colorado. Ambos libros se basan en la extensa experiencia de las autoras con la terapia de parejas.

La buena noticia es que, dependiendo de lo que ocasionó que uno de los miembros se apartara y cuán decidida está la pareja a seguir junta, la infidelidad no necesariamente acaba en divorcio. De hecho, Perel y otros consejeros matrimoniales han descubierto que las parejas que deciden recuperarse de una infidelidad suelen lograr una relación más fuerte, amorosa y mutuamente comprensiva que la que tenían previamente.

"La gente que ha sufrido una traición necesita saber que no hay por qué avergonzarse de quedarse en el matrimonio. Eso no quiere decir que se están dejando pisotear, sino que están luchando", dijo Weiner-Davis en una entrevista.

Según la Asociación Estadounidense para la Terapia Matrimonial y Familiar, las encuestas nacionales indican que el 15% de las mujeres casadas y el 25% de los hombres casados han tenido un romance extramarital.
Perel acepta que "algunas infidelidades son golpes letales para una relación". Sin embargo, escribió: "Otras pueden inspirar el cambio que era tan necesario. La traición cala hondo, pero tiene remedio. Muchas personas se preocupan profundamente por el bienestar de sus parejas incluso mientras les mienten, al igual que muchos de quienes han sufrido la infidelidad de su pareja la continúan amando y quieren buscar permanecer juntos".

Distraídos

La mayoría de las infidelidades suceden debido a la insatisfacción con la relación marital, alimentadas por la tentación y la oportunidad. Uno de los cónyuges puede pasar horas interminables en el trabajo, las tareas del hogar, actividades fuera de casa o incluso en las redes sociales, de tal modo que descuida las necesidades emocionales y sexuales de su contraparte. Suele pasar que la persona traicionada no se había dado cuenta de lo que faltaba en la relación y no sospechaba que había problemas.

"La gente que ha sufrido una traición necesita saber que no hay por qué avergonzarse de quedarse en el matrimonio. Eso no quiere decir que se están dejando pisotear, sino que están luchando", dijo Weiner-Davis
Asimismo, pueden surgir crisis personales de uno de los miembros de la pareja, como la incapacidad de lidiar con el conflicto, el miedo a la intimidad, la inseguridad arraigada o los cambios en las circunstancias de la vida que privan a la relación marital de la atención y afecto que alguna vez la sustentó.

Sin embargo, a excepción de la incompatibilidad irreversible o el abuso físico o emocional, con asesoría profesional y la disposición mutua para conservar el matrimonio, los terapeutas afirman que las parejas tienen buenas posibilidades de superar el trauma de la infidelidad y evitar el trauma del divorcio, que muchas veces es más doloroso. Weiner-Davis señala que "con excepción de los casos más graves como aquellos en los que hay abuso físico o adicciones", el divorcio suele crear más problemas de los que resuelve. Admite sin dudar que recuperarse de una infidelidad requiere de trabajar arduamente y que el proceso no se puede acelerar: "Muchos clientes me habían comentado que, de no haber sido por la infidelidad no habrían visto ni hablado ni sanado algunos de los problemas subyacentes".

La gente que ha sufrido una traición necesita saber que no hay por qué avergonzarse de quedarse en el matrimonio
En lugar de destruir el matrimonio, la infidelidad actuó como un catalizador de cambios, afirma Weiner-Davis. En su nuevo libro señala tareas tanto para el cónyuge traicionado como para el infiel.
Tanto ella como Perel descubrieron que, con el beneficio de la buena asesoría, algunas parejas se "divorcian" de sus viejos matrimonios y comienzan uno nuevo con una relación más honesta.
Es importante encontrar a un terapeuta que pueda ayudar a la pareja a sortear los altibajos que experimentarán al trabajar con los problemas que condujeron a la infidelidad, comentó Weiner-Davis. "Si aceptan que habrá reveses y están dispuestos a superarlos, hay buenas posibilidades de que su matrimonio sane al final del proceso".

"La infidelidad es una situación única que requiere de habilidades terapéuticas únicas", manifestó.

Errores y perdones al diván

Así reaccionó una amiga tras descubrir la infidelidad de su esposo. “Al principio quería echarlo de la casa”, me dijo. “Pero me di cuenta de que no quería divorciarme. Mi madre lo hizo y acabó criando a sus tres hijos sola. No quería repetir mi niñez. Quería que mi hijo, que entonces tenía 2 años, tuviera a un padre en su vida. Pero también sabía que teníamos que ir a terapia de pareja”, recordó.
Cuando terminó ese proceso se quedó con reflexiones importantes: “Sé que no soy perfecta. Estaba muy enfocada en cuidar de mi hijo y mi marido no recibía de mí lo que necesitaba. Aprendimos cómo hablar y escucharnos realmente. Lo amo y lo respeto. Nuestro matrimonio no es perfecto —¿cuál lo es?—, nos apoyamos y nutrimos mutuamente. Trabajar para superar la infidelidad nos fortaleció”.

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